Vitoria-Gasteiz afronta un momento clave en el que la economía debe incorporar los valores que nos ayudaron a ser un referente sostenible y de calidad de vida. Nuestro potencial industrial, apoyado en la ubicación estratégica de una ciudad capaz de innovar y atraer inversiones, abre las puertas a nuevas oportunidades. Y todo ello a pesar de la incertidumbre que afecta a los mercados y que demuestra la capacidad de resistencia de nuestro tejido económico. Tras el impacto de la pandemia avanzábamos hacia una recuperación robusta pero las alarmas han vuelto a saltar a nivel internacional por la invasión de Ucrania y sus consecuencias, traducidas en inflación y un mercado energético incapaz de soportar una situación sin precedentes.
Por eso es importante que confiemos en la profesionalidad de nuestras empresas y en la colaboración público-privada para cambiar el modelo productivo. Está documentado que el 75% del consumo de recursos naturales ocurre en las ciudades. Y también que éstas producen la mitad de los desechos globales, y entre el 60 y el 80% de las emisiones de gas de efecto invernadero. El impacto de nuestra manera de producir, transportar, consumir y tirar es evidente.
Durante siglos hemos vivido como si los recursos del planeta fueran infinitos, y así se ha construido el actual modelo urbano social político y económico. Dicho de otra forma, nos hemos apoyado durante demasiado tiempo en un modelo lineal (en el que se suceden conceptos como extraer, producir, usar y tirar) que implicaba el consumo masivo de recursos naturales. Pero la cruda realidad nos ha demostrado que los parámetros que rodean este proceso lo convierten en insostenible.
El modelo lineal debe transformarse en uno circular para hacer frente al cambio climático y, en paralelo, abrir un abanico de oportunidades para crear riqueza y empleo. Y eso implica que debemos apoyarnos en producir, por supuesto, pero también en reutilizar, reparar y reciclar.
El Plan de Economía Circular 2020-2025 del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz busca que el impacto climático de nuestra actividad económica se reduzca de forma progresiva. Porque debemos combinar nuestro reconocido potencial industrial con la gestión eficiente de los recursos. Y porque la transición ecológica es un factor determinante sobre el que pivota todo este proceso de cambio. No podemos olvidar que esta transformación debe ser lo más rápida posible, porque las próximas generaciones no pueden terminar pagando las consecuencias de un interminable desajuste.
Las ciudades circulares deben apoyarse en la innovación para ser más sostenibles. Y esa transformación tecnológica debe fortalecer nuestro carácter industrial. El 26% del PIB de Vitoria-Gasteiz proviene del sector industrial y aproximadamente el 20% del empleo generado está relacionado con este sector. Seremos mucho más competitivos actualizando este modelo ganador con parámetros sostenibles y códigos digitales.
Dentro de este proceso debemos tener muy en cuenta que cada vez que soportamos una crisis siempre hay colectivos, como el de las mujeres, que salen especialmente perjudicados y que tardan mucho más en sumarse a la ansiada recuperación. Por eso es tan importante respaldar a nuestras emprendedoras y luchar contra la brecha salarial y de género. No solo porque es de sentido común, sino porque ayuda a crear nuevas oportunidades.
En resumen, debemos tener presentes las líneas estratégicas que nos ayudarán a relanzar nuestra economía de la mano de la ciudadanía y todos los agentes y asociaciones que sustentan el tejido empresarial. Me refiero a cuestiones como la transición digital, la economía verde, el compromiso con la I+D y la industria 4.0.
Este año celebramos el décimo aniversario de la Green Capital, una distinción que supuso un revulsivo y el reconocimiento a una estrategia desarrollada durante décadas que ha evolucionado con el tiempo. En la última década se han realizado avances en distintas materias con una mirada verde. Políticas que afectan a los servicios sociales, al tratamiento de residuos, a la protección contra el ruido, al desarrollo del transporte público limpio y a las reformas urbanas, por citar algunos ejemplos. Pero lejos de conformarnos, debemos mirar al futuro con ambición y ser conscientes de que no podemos bajar la guardia. Nuestra mirada fue innovadora en su momento y ahora puede ser decisiva.
No podemos evitar los efectos devastadores de las crisis, pero sí colaborar para crear proyectos inspiradores que encajen con todo lo que tenemos por delante.