n la recta final del periodo transitorio, Londres y Bruselas continúan con las negociaciones in extremis para lograr un acuerdo comercial que permita un brexit lo menos traumático posible para la economía de ambas potencias. No obstante, ningún potencial convenio evitará que la consecución de esta separación definitiva tenga secuelas en la vida diaria de los ciudadanos europeos y británicos.

Independientemente de los tecnicismos, excepciones y regulaciones específicas, que serán desarrolladas por las distintas administraciones en el futuro, a continuación detallamos algunas de las grandes consecuencias.

Permiso de residencia

Aquellos ciudadanos europeos que ya vivían y trabajaban en el Reino Unido no deben confiarse. La Administración de Boris Johnson aprobó, hace un año, una regulación por la que todas las personas en estas condiciones deben registrarse para recibir el estatus de asentado (más de cinco años en el país) o presentado (menos de 5 años) a través de los documentos pre-settled status o settled status. A través de estos formularios, los europeos residentes en el país se aseguran de seguir contando con los mismos derechos que los ciudadanos británicos del Reino Unido tras el brexit. En este trámite, los solicitantes deben escanear su documentación identificativa, su fotografía, su número de la seguridad social y, más importante, pruebas de residencia y vida laboral dentro de Gran Bretaña o Irlanda del Norte. El cierre oficial del plazo para este trámite se cierra el 30 de junio de 2021. No obstante, el Gobierno no ha especificado las consecuencias de no llevar a cabo este registro.

Por otra parte, aquellos ciudadanos que lleguen al Reino Unido después de su salida de la UE deberán enfrentarse a nuevos trámites, requisitos y permisos, que sin haber sido especificados aún de forma concreta, se han ido perfilando con condiciones de nivel acreditado de inglés, títulos académicos, ofertas de trabajo previas o cierta capacidad adquisitiva.

Visa para viajar

Como turistas, los británicos pueden seguir desplazándose por la mayoría de los países de la UE, además de Suiza, Noruega e Islandia, sin visa, pero solo por un periodo no superior a 90 días de cada 180. Para residencias más largas, los británicos deben pedir, como australianos o estadounidenses, un permiso de viaje por motivos de trabajo, estudio o negocios, que debe ser aprobada por las organizaciones europeas.

Carnet de conducir

Los permisos de conducir expedidos por países de la UE podrían dejar de ser válidos en el Reino Unido, y viceversa, si no se llega a un acuerdo. Un ejemplo es el Gobierno de España, que ya ha aconsejado a las personas titulares de permisos británicos que vayan a seguir residiendo en España que antes de que finalice el periodo transitorio realicen la homologación de su licencia de conducción por una española. Otros países europeos han emitido las mismas recomendaciones en caso de que no se produzca un convenio a este respecto.

Por otra parte, el Gobierno de Boris Johnson ha instado a los ciudadanos a pedir la Carta Verde (documento que acredita la posesión de un seguro de responsabilidad civil), ahora obligatoria, a las compañías aseguradoras con suficiente antelación si se quiere llevar al país un vehículo desde la UE y viceversa, ya que pueden tardar hasta un mes en ser concedidas.

Colas en aeropuertos

Con la llegada del nuevo año, los viajes entre el Reino Unido y la UE requerirán algo más de tiempo. En primer lugar, la documentación requerida cuando un europeo llegue a Gran Bretaña o a Irlanda del Norte será el pasaporte y no el DNI como hasta ahora. Además, las colas de admisión ya no se dividirán entre europeos y no europeos, sino entre británicos y no británicos. Los no residentes pasarán controles más exhaustivos que incluirán preguntas sobre el motivo de la visita, la duración de la misma o si se posee un permiso de residencia.

No obstante, los británicos también afrontarán nuevos trámites. A partir de enero, estos ciudadanos ya no podrán utilizar la cola para ciudadanos europeos, sino la vía de terceros países. Este cambio, en muchos aeropuertos, puede significar hasta una hora más de esperas e incluso más en viajes con varias conexiones.

Convenio de títulos

A los ciudadanos de la UE residentes en el Reino Unido que quieran trabajar en puestos de acuerdo a su calificación académica, solo se les aplicará el régimen derivado del Derecho de la Unión Europea hasta final de año. Para que su titulación profesional sea reconocida en territorio británico después del período transitorio, deberán solicitar su convalidación antes del 31 de diciembre de 2020, en caso contrario podrían enfrentarse a trámites más costosos y prolongados.

Tarjeta Sanitaria

Esta identificación, que permite a los miembros de la UE recibir asistencia sanitaria en todo el territorio comunitario, dejará de ser efectiva en la isla británica. Su validez terminará con la llegada del brexit en 2021, y los ciudadanos británicos que contaban con este servicio, más de 27 millones, deberán adquirir seguros de salud cuando viajen por Europa.

Aquellos ciudadanos que ya vivían en la UE antes del 31 de diciembre, deberán renovar sus tarjetas de acceso a la sanidad pública europea. Con respecto a los europeos de viaje por Reino Unido, un seguro de salud también será necesario.

‘Roaming’

Con la conclusión del periodo transitorio también termina la obligación del roaming gratuito cuando se viaje al Reino Unido o cuando los británicos de desplacen por el continente europeo. A pesar de que estos términos podrían ser incluidos en un futuro acuerdo, por ahora los operadores móviles podrán implementar cargos adicionales a las llamadas, mensajes o uso de datos.

Permiso de mascotas

Tras el brexit, los propietarios de perros, gatos o hurones deberán presentar ante las autoridades fronterizas una extensa documentación sobre sus animales. Un certificado zoosanitario firmado por un veterinario británico, una declaración según estipula la Unión Europea, una copia certificada de los datos de identificación y vacunación del animal, un resguardo del microchip de identificación, una prueba de que se ha vacunado contra a la rabia y los resultados de un test serológico autorizado por la UE.