La mayoría de la sociedad ha depositado su confianza en la ciencia, con las vacunas y tratamientos contra el covid. Pero otra parte minoritaria ha sido totalmente contaminada por el discurso negacionista, escéptico o antivacunas.

-La pandemia ha permitido externalizar o consolidar en cierta manera algo que ya existía previamente con los colectivos que ponían en duda la ciencia. Había colectivos así mucho antes de la pandemia. Por ejemplo, ya escuchábamos que el 5G era una herramienta para el dominio y el control de la sociedad y ya existían también colectivos antivacunas. La pandemia ha sido un aliciente para que estos colectivos acrecienten su voz y se hagan más presentes.

"Nos tendremos que preocupar si los partidos de extrema derecha consolidan su posición y acceden a los gobiernos"

Otro debate que se está dando es el de la libertad y el control de la población. La ciudadanía ha tenido que obedecer nuevas normas, restricciones, limitaciones de libertades y de movimientos. ¿Puede derivar a futuro en una pérdida de libertad o en vivir más vigilados?

-Pues en este caso yo creo que habría que hacer una memoria a corto plazo. Si mirásemos lo ocurrido después de la caída de las Torres Gemelas, ahí también se pusieron sobre la mesa medidas más restrictivas y limitación de derechos, en favor de una consolidación de la seguridad. Ese mismo debate ya se dio en los cambios que hubo en los aeropuertos, en los medios de transporte y en la presencia de cámaras. Entonces, ya se habían emprendido anteriormente medidas para limitar las libertades individuales. La idea es hasta qué punto se puede mantener este tipo de medidas y, sobre todo, cuáles son las justificaciones que nos pueden dar. Porque una sociedad democrática es una sociedad fundamentada en los derechos sociales y políticos, y también tiene que contar con una ciudadanía activa que reclama esos derechos.

Yendo al plano más político e institucional, parece que existe una desconfianza hacia los gobernantes a los que les ha tocado gestionar la crisis del covid. ¿Puede pasar factura a los gobiernos que han tenido que lidiar con la pandemia?

-Al igual que el debate que mencionábamos antes, la factura venía pasando desde hacía ya tiempo, ya estaba el descrédito de la clase política. Vemos cualquier tipo de estudio sociológico y siempre aparecen en los sitios más bajos de valoración las instituciones políticas y la clase política. Esa ruptura entre la ciudadanía y la clase política era lo que habíamos denominado desafección política. En el caso del covid hay ciertos sectores que se han visto más perjudicados que son a los que les tocaba gestionar. Sin embargo, a pesar de su desprestigio, si miramos al Estado, en todos los territorios, en las comunidades en las que ha habido elecciones el partido que estaba gobernando es aquel partido que ha ganado, lo cual es muy significativo. Lo mismo si miramos fuera de nuestras fronteras. En el caso de Portugal, el Partido Socialista ha salido reforzado con mayoría absoluta.

"La pandemia ha sido un aliciente para que los antivacunas acrecienten su voz y se hagan más presentes"

¿Tiene que preocuparnos el auge de los populismos que puede acarrear toda esta crisis?

-Los populismos son una realidad muy heterogénea aunque se puedan poner bajo la misma etiqueta. Si miramos a las formaciones populistas de extrema derecha, no es lo mismo Vox en España que Chega en Portugal o que los clásicos movimientos de derecha radical que hay en el resto de Europa. Sí es verdad que los discurso que mantienen de respuestas sencillas ante problemáticas complejas en una situación de desconcierto como la actual son una herramienta de propaganda efectiva y los resultados políticos les acompañan. Habría que preocuparse si esas mismas formaciones, con ese mismo discurso, consolidan su posición y acceden a ejecutivos.

Con la pandemia, las políticas de sanidad y educación se han revalorizado y todo apunta a un gran consenso en que deben ser reforzadas. ¿Lo que era una reivindicación clásica de la izquierda ha pasado a ser una bandera transversal?

-En este sentido parece que sí, que hay un cierto compromiso. Sin embargo, hay que ver si la reclamación de la consolidación de políticas sociales o del Estado de bienestar conlleva también una ciudadanía activa, una ciudadanía comprometida. Las reivindicaciones no pueden quedarse en reivindicaciones, sino que también deben plantearse cuáles son las necesidades que llevan a esas mismas reclamaciones. Habrá que considerar si esas con esas reclamaciones son producto de la actual situación de pandemia o puede mantenerse y alargarse en el tiempo.