Es probablemente el primer caso de arresto en España de un agresor de violencia machista gracias a que su víctima hizo el gesto viral que está reconocido internacionalmente y que se ha popularizado a través de las redes sociales como TikTok. Una señal de socorro para advertir de una situación de riesgo contra la mujer, el mismo que hace unos días salvó en Estados Unidos a una menor secuestrada. En Kentucky un conductor vio a una chica de 16 años realizando la señal de socorro contra la violencia machista. El hombre reconoció que ese gesto corresponde a un grito de ayuda y alertó a la autoridades.

Los Mossos d'Esquadra han detenido a un hombre de 64 años de edad por presuntos maltratos a una mujer de mediana edad gracias al gesto internacional de socorro por violencia machista que esta realizó en la sala de espera de un hospital de Barcelona.

Fuentes policiales han confirmado que los hechos sucedieron el pasado jueves, 11 de noviembre, en una clínica privada del acomodado barrio de Sarriá-Sant Gervasi, cuando una trabajadora identificó el gesto realizado por la mujer, que estaba en una sala de espera. La mujer iba acompañada de un hombre, su pareja, "con el que llevaba unos 10 años de relación", y al reconocer el gesto, la trabajadora y el centro hospitalario dieron aviso al teléfono de emergencias 112 para que los Mossos acudieran al lugar.

Al llegar, los agentes policiales hablaron con las dos partes y la mujer manifestó que era víctima de "insultos y menosprecios continuos por parte de su pareja y que a veces también había recibido algún empujón", y los Mossos detuvieron al presunto agresor.

El gesto en cuestión para pedir auxilio de forma sutil consiste en mantener la palma en alto ante la otra persona, meter el pulgar en la palma y cerrar los dedos sobre el pulgar.

Este gesto, que ya ha dado la vuelta al mundo, nació en Canadá durante la pandemia. Una fundación dedicada a las mujeres lo impulsó con el objetivo que las víctimas pudieran usarlo durante los meses de confinamiento en los que estaban obligadas a vivir con su agresor y tenían menos oportunidades de denunciar.