Los plásticos -y otros desechos- son solo una de las numerosas amenazas que están poniendo en jaque la supervivencia del medio marino en Euskadi. La flora y fauna que habita y da vida a este ecosistema único ya está sufriendo los efectos de la crisis climática.

El gelidium, por ejemplo, un tipo de alga con arraigo en los fondos del litoral vasco lleva unos añitos perdiendo terreno -“biomasa” dicen los expertos-. Y entre tanto, los trallazos de la actividad humana e industrial como el transporte marítimo, el ocio, la pesca,... siguen dando de qué hablar y, en algunos casos, transformando y erosionando esos fondos marinos.

Entre otras estrategias, Euskadi ya está trabajando en acciones para monitorizar la contaminación marina y ribereña de macroplásticos y microplásticos. También se quiere establecer una colaboración estrecha con los 15 puertos de competencia autonómica para implementar sistemas para la recogida de artes de pesca residuales (redes a la deriva y en desuso) y resto de residuos en el mar.

Y es que toda acción de mitigación y adaptación será bienvenida en hoja de ruta diseñada por el Ejecutivo vasco para garantizar la conservación del ecosistema marino. Lo ha dicho Amaia Barredo, viceconsejera de Sostenibilidad Ambiental.

Las carencias han sido identificadas y los puntos de mejora, también. Por delante, trabajar de manera coordinada con los agentes que operan en el medio marino e impulsar el trabajo en la protección del mar y de la costa. Hay margen para avanzar en la protección [jurídica, según ordenan las instituciones] de al menos un 30% de la superficie terrestre y un 30% de la marina.

Cierto es que en la primera de esas obligaciones hay mucho camino recorrido “y de media nos quedarían más de diez puntos”. Donde hay más trabajo por hacer es en la protección de la superficie marina. “Estamos escasitos y tenemos un área importante de trabajo”, ha reconocido la propia viceconsejera durante la presentación de las primeras conclusiones del diagnóstico sobre el medio marino en Euskadi elaborado por AZTI.

Se ha actualizado la cartografía (hasta los doscientos metros de profundidad) y esto ha permitido, por ejemplo, enriquecer el conocimiento sobre el fondo marino. Y hay que mejorarlo; al menos no empeorarlo con dragados, pesca de arrastre, redes abandonadas,...

La calidad de las aguas costeras, en general, es calificada de Muy buena. El registro más preocupante es el asociado a las aves y, según ha avanzado Ibon Galparsoro (de AZTI), también sería conveniente prestar una mayor atención a mamíferos acuáticos como las ballenas, por ejemplo, que viven o que periódicamente circulan por la zona de influencia de la costa vasca. El riesgo de colisión con embarcaciones está presente.

Pero no es el único punto sobre el que la estrategia vasca del medio marino debe poner el foco. Euskadi mira al mar y el ritmo angustioso de crecimiento de décadas precedentes y las presiones sobre el ecosistemas son evidentes a día de hoy.

En Euskadi, -según datos facilitados por Adolfo Uriarte, director de Patrimonio Natural y Cambio Climático del Gobierno vasco- el 60% de la población vive a 5 kilómetros de la costa y los efectos del calentamiento global no han rebajado sus capacidades de afectar, lastimar y destruir el litoral, las playas, esas zonas urbanas próximas a la costa, las reservas naturales, carreteras, vías de tren,...

“Por todo esto, es imprescindible la gestión de las zonas costeras considerando los efectos del cambio climático, de forma que se minimice el impacto sobre el medio natural, las zonas costeras urbanizadas y los posibles impactos sobre el sector turístico”, ha apostillado la viceconsejera de Sostenibilidad Ambiental.