Un joven migrante observa desde lo alto del puerto de Melilla las distintas y a la vez escasas opciones de entrar en europa. La ciudad africana se ha convertido en una especia de cárcel con distintas celdas, como el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes), una instalación con capacidad para 782 personas que alberga a casi 1.400; o como la plaza de toros, centro improvisado de migrantes que llegó a acoger a 700 en la pandemia y ahora hospeda a unos 300.