- El repunte de hospitalizaciones de estos primeros días de agosto, tal y como ya anunció la consejera de Salud, Nekane Murga, hace temer por la posibilidad de revivir los días más trágicos de la pandemia. Sobre todo preocupa que aumente la presión en las Unidades de Cuidados Intensivos. aunque de momento las UCI aguantan el envite de los rebrotes y están muy lejos de aquellas penosas jornadas. Por las Unidades de Cuidados Intensivos de Euskadi han pasado desde el inicio de la crisis más de 600 personas afectadas de covid-19, según el Ministerio de Sanidad. El momento con mayor saturación en los centros hospitalarios vascos tuvo lugar a finales de marzo, con más de dos mil personas hospitalizadas y, en el caso de las UCI, el pico máximo se produjo el 6 de abril, en pleno confinamiento, con 236 enfermos críticos.

Actualmente, los datos están muy debajo de aquellas cifras, pero el sistema sanitario vasco está alerta ante la creciente tensión asistencial. En concreto, ayer había 104 pacientes ingresados, 17 más que la jornada anterior y seis en UCI, dos más que un día antes. "Muchas de las personas que se contagien esta semana necesitarán ingresar en los centros hospitalarios y algunas morirán", sentenció el pasado jueves Murga, en un llamamiento desesperado a la prudencia.

Y eso que la cifra de nuevos casos de covid-19 daba ayer un pequeño respiro al elevarse a 265, 88 menos que la jornada anterior y uno de los dígitos más bajos de toda la semana. Bizkaia, como en jornadas precedentes, registró el mayor número de positivos, con 180, que suponen 24 menos que un día antes. Pero frente al descenso de contagios, el número de pacientes en los hospitales vascos no deja de aumentar.

Un dato que hay que seguir de cerca para evitar repetir los días más negros de la pandemia. Porque, con un sistema sanitario a punto del colapso, hubo que esperar hasta el 30 de abril para que el número de ingresados en la UCI bajara de los cien. No hay que olvidar que estas Unidades son el mayor campo de batalla contra el virus. A finales de marzo, por cada cien personas infectadas, 15 o 20 necesitaban ser hospitalizadas, en función de la edad, y de esas, una de cada seis o siete precisaban una cama dotada con un respirador. De hecho, la infección por SARS-CoV-2 en sus formas más graves, se presenta como un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda que puede evolucionar a un síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA), y en una gran mayoría de casos, requiere colocar a los pacientes ventilación mecánica de forma prolongada.

No obstante, la capacidad de camas UCI y respiradores ha ido fluctuando en función de las necesidades. El Plan de Desescalada en los Servicios de Cuidados Intensivos, que está puesto en marcha en las UCI de todo el Estado, determina que Euskadi necesitaría 332 camas en estos servicios en un escenario pesimista -con el 50% de ocupación no-covid- mientras que en un escenario optimista -con un 25% de enfermos graves sin coronavirus-, requeriría un total de 118 camas. Porque además de los enfermos con coronavirus, también hay otras patologías graves que requieren el ingreso en UCI.

Salud ha trabajado en cuatro posibles escenarios en función de la gravedad de la epidemia. Asimismo dispone de su propio plan de contingencia y están preparados para alcanzar las 700 camas ya que, según empeore la situación, pueden ir ampliándolas por fases y habilitando nuevos espacios. "Todo ello está pautado en un plan de contingencia que cada OSI va revisando y adaptando a las necesidades del momento", se puntualizó ayer desde el Departamento de Murga.

Es la propia Sociedad Española de Medina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) la que asegura que es necesario "elaborar plan de contingencia en cada UCI, en base a la experiencia vivida, que permita ampliar el número de camas de críticos en función de su necesidad con la garantía de disponer del soporte técnico necesario y del personal sanitario cualificado para su atención". Según los datos del Ministerio de Sanidad y el Instituto de Salud Carlos III, con fecha 15 de mayo de 2020, habían precisado ingreso en UCI, 11.464 pacientes en España, lo que corresponde a una necesidad de 24'39 camas de este tipo por cada 100.000 habitantes.

Y mientras las UCI viven momentos de calma tensa, los enfermos que han tenido que pasar por allí, intentan recuperar su vidas. Estar intubado conlleva, en muchos casos, secuelas severas. Entre el 30 y el 50% de los enfermos críticos presentan, al recibir el alta, secuelas físicas (principalmente respiratorias y neuromusculares), cognitivas (alteraciones de la memoria y de la atención) y psíquicas, tales como depresión, ansiedad, estrés y/o síndrome de estrés postraumático.