- Margarita Robles acudió a la Comisión de Defensa del Congreso para presentar la Brújula Estratégica de la Unión Europea y, ciertamente, acabó perdiendo el rumbo. Ante la imposibilidad de desembarazarse de las arremetidas de los socios de Pedro Sánchez por la polémica del espionaje, que tiene a la legislatura columpiándose en el alambre; la ministra optó por un férreo cierre de filas con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), encararse con Unidas Podemos ante sus peticiones de dimisión, y por encender todavía más los ánimos del independentismo al comprobar cómo la responsable de Defensa volvió a justificar que se pudieran realizar seguimientos en el fragor del procés. “Los que somos demócratas sabemos que los delitos los deciden los que actúan conforme a derecho”, arrancó de inicio para subrayar que en la UE saben que en España se actúa “solo con arreglo a la legalidad”, y criticando que se atribuyan responsabilidades “con especulaciones, sin pruebas e imputando autorías”. Pero pronto salió a la palestra Pegasus, “la palabra prohibida”, le espetó la dirigente de la CUP, Mireia Vehí, pese a recibir la reprobación del presidente de la Comisión, José Antonio Bermúdez de Castro, del PP, que solicitó de forma infructuosa que los portavoces se atuvieran al motivo de la comparecencia de Robles. Imposible, le conminaron, ya que lo que acontece “no es un escándalo de seguridad sino político”.

La ministra no se movió un centímetro de su argumentario y dijo estar “particularmente orgullosa de los 3.000 hombres y mujeres” que trabajan en el CNI, reivindicando el Estado español como “un país con instituciones serias y fiables” pero en el que ella misma ha denunciado ser espiada. En este amparo a los servicios secretos incluyó a su directora, Paz Esteban, por “aguantar estoicamente” imputaciones que, a su juicio, “no se corresponden con la realidad”. “El CNI tiene un deber de secreto y es cómodo que alguien diga que el CNI ha hecho algo”, pronunció la dirigente socialista, quien se refugió en que serán los tribunales de justicia los que diriman las responsabilidades y, por ende, animó a acudir a ellos a todo el que piense que ha sido víctima de un delito. Obviando los ruegos de dimisión procedentes, entre otros, desde Podemos y ERC, Robles se jactó de ser una “servidora pública” que cree en la Justicia y la presunción de inocencia. Con ello, admitió que las escuchas ilegales sin autorización judicial no son solo políticamente rechazables, sino “un delito con mayúsculas” cuya persecución corresponde a los tribunales. Ahora bien, a su entender, “aquí algunos quieren un escándalo porque les viene bien para tapar otras cuestiones”.

El mundo independentista le cercó interpelándole por sus palabras cuando se preguntó “que debe hacer un Gobierno” en trances como el proceso soberanista. Al diputado de Junts, Josep Pagès, Robles le recordó que ella es “absolutamente respetuosa con las ideas políticas” y que a lo único que se refirió es que “el Estado de derecho ve situaciones de violencia para las personas que quizás son constitutivas de delitos”. No se detuvo y evocó que hubo “barricadas” o se “cortó el aeropuerto” de El Prat. “Por suerte tenemos un marco constitucional que nos permite defenderlo todo, pero de acuerdo a la ley”, remató. Y se refirió de soslayo a Carles Puigdemont: “Algunos comparecen ante la Justicia y tienen el coraje democrático de asumir el procedimiento judicial”. En cambio, “otros no lo han tenido”. La ministra aprovechó para desacreditar otra vez al laboratorio Citizen Lab, entidad que destapó el Catalangate.

Pero la diputada de Esquerra, Montse Bassa, no se amedrentó y pidió su cabeza: “En una democracia plena usted debería dimitir o ser cesada. Por legitimar el espionaje, por culpabilizar a las víctimas, por despreciar con soberbia a Citizen Lab y The New Yorker, por ser responsable por activa o por pasiva de estos espionajes”. La republicana le contestó que lo que demuestra el espionaje es que “el Estado está en guerra fría contra Catalunya” y que “la represión se está incrementando, lo que nos reafirma en nuestra voluntad de independencia”. Y concluyó con una advertencia: “Si ustedes no son capaces de poner las urnas, lo volveremos a hacer”.

Desde los partidos vascos, el diputado del PNV, Joseba Agirretxea, acusó de “cobardía” a quienes se han opuesto a la creación de una comisión de investigación, incluido el PSOE. “No se puede tapar lo que ya huele muy mal, no se puede obviar y hacer como que no pasa nada cuando existe un escándalo, no mediático, sino político. Es un desastre que ha de ser solucionado, analizado, aclarado y respondido políticamente”, zanjó el jeltzale. Por su parte, el diputado de EH Bildu Jon Iñarritu echó en falta “el ímpetu” de Robles cuando era jurista en su actuación contra las “cloacas del Estado para desmantelar el GAL, y denunció que este escándalo requiere de “un dos por uno e investigarlo todo”.

En paralelo llegó el enfrentamiento de la titular de Defensa con Unidas Podemos, cuyo portavoz, Pablo Echenique, exigió “responsabilidades políticas al máximo nivel”, sea cual sea la autoría, un país extranjero o “una célula descontrolada de los servicios secretos o fuerzas de seguridad del Estado”. La ministra, que tuvo un lapsus y citó a Vox en vez de a la marca morada, no tardó en echarle en cara que su formación debería comportarse como socio de coalición que es en el gabinete de Sánchez, y recordándole que todo el Gobierno tiene acceso a los informes que realiza el CNI avisando de los riegos y amenazas para la seguridad y integridad territorial. A su vez, le señaló que existe igualmente una Comisión de Inteligencia, de la que forma parte la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. “Su partido forma parte del Gobierno, si creen que algo no es adecuado se puede proponer, pero como no lo han propuesto, entiendo que no tienen ninguna duda con la actuación del CNI”, sentenció. Aunque para Echenique “la situación es insostenible, y si ya era incompatible con la democracia, ahora es insoportable”. Robles tuvo apoyos: los del PP, Ciudadanos y Vox, aunque desde el partido de Alberto Núñez Feijóo se criticó la “imagen de debilidad y falta de confianza en el Gobierno”. Todo, antes de que la directora del CNI ofrezca hoy su versión ante la Comisión de Gastos Reservados. l

“Algunos quieren hacer de esto un escándalo ya que les viene bien para tapar otras cuestiones”

Ministra de Defensa

“Si esta situación ya ?era incompatible con ?la democracia, ahora ya es algo insoportable”

Portavoz de Unidas Podemos

“En una democracia plena usted debería dimitir o ser cesada al ser responsable por activa o por pasiva”

Diputada de ERC en el Congreso

“Oponerse a la comisión de investigación es una cobardía, no se puede tapar lo que ya huele mal”

Diputado del PNV en el Congreso