- La tensión entre el PSOE y Unidas Podemos en el Gobierno español por arrogarse sus principales éxitos ha dejado de ser una anécdota para convertirse en el pan de cada día y, más allá de los debates más simbólicos sobre asuntos como la monarquía, comienza a afectar de manera muy directa a la producción de leyes. La constante escenificación de las diferencias, que sobre todo parece una cuestión de imagen y disputa por el protagonismo, ha colmado la paciencia de la oposición y de los propios socios del gobierno. El debate de ayer en el Congreso de los Diputados sobre la proposición de ley socialista de no discriminación marcó un punto de inflexión en este sentido, con una crítica generalizada de los partidos, y muy en especial del PNV y Más País, que llevan días pidiendo que la situación se reconduzca e impere la "seriedad". La lucha entre los dos bloques del gobierno también pasó a mayores con la ruptura de la unidad de voto: Unidas Podemos se abstuvo, enfadada con los socialistas por entender que la ley eclipsa el liderazgo que debería ejercer su Ministerio de Igualdad.

Las quejas de los grupos se pusieron sobre la mesa en el marco del debate de la toma en consideración de la proposición de ley integral del PSOE para la igualdad de trato y la no discriminación. El conflicto entre los dos integrantes del Gobierno español quedó patente en la forma en que se tramitó, como proposición de ley del PSOE en solitario, en lugar de tener el formato de un proyecto de ley del propio Gobierno y muy en particular del Ministerio de Igualdad que dirige desde Podemos Irene Montero. Los socialistas han bautizado su propuesta como Ley Zerolo y de alguna manera se solapa con dos proyectos estrella de Igualdad, la Ley LGTBI y la Ley Trans, que además se están retrasando en el Consejo de Ministros y Unidas Podemos ve una intencionalidad política en estas maniobras.

Las discrepancias han sido amplificadas con las filtraciones en público por parte de Podemos, el partido del vicepresidente Pablo Iglesias. A pesar de la abstención de Unidas Podemos, la tramitación siguió adelante con el respaldo de socios como el PNV y Más País pese a su crítica, y también con la abstención del PP desde la oposición, en un debate donde solo la ultraderecha de Vox tuvo una actitud negacionista.

La sensación de descontrol legislativo complica la negociación de las propuestas, y también da un argumento a la derecha española para desgastar y poner en duda la estabilidad de este gobierno, una mala noticia para los socios del Ejecutivo que quieren que esta legislatura aguante. El propio PSOE había pedido a Unidas Podemos que bajara el diapasón para no dar la sensación de que hay discrepancias serias de fondo o que su coalición no goza de buena salud. La situación se consolida y va más allá del mero paréntesis de la campaña de las elecciones catalanas. El listado de desencuentros es ya demasiado extenso y afecta a cuestiones como esta y la reforma para despenalizar ciertos delitos de opinión, y también afecta a gestiones del día a día como el Ingreso Mínimo Vital o la Ley de Vivienda y los Presupuestos. Además de sorprender a todos con enmiendas antidesahucios contra sus propias Cuentas, Podemos, en su estrategia de presentarse como la casa común de la izquierda, puso en peligro la sintonía con el PNV como socio preferente al tratar de cambiar el eje de las alianzas de Sánchez y dar un mayor protagonismo a EH Bildu, que no tiene un acuerdo de investidura con el presidente.

En la tramitación de la ley contra la discriminación, los jeltzales reprocharon el "show de protagonismos", Íñigo Errejón pidió desde Más País que dejen de "meterse el dedo en el ojo" y que "no pongan a competir derechos", EH Bildu reclamó que paren de "jugar con cosas tan serias" y, desde la oposición, el PP, con Marga Prohens, pescó en río revuelto para echar en cara a la izquierda que precisamente esta descoordinación se produzca con un Gobierno feminista y que los partidos que lo forman pretendan que la oposición sea la que incline la balanza ante su pugna interna. C's también criticó la lucha por ponerse la "medalla", y BNG afeó al gobierno que no sea capaz de "ponerse de acuerdo". La situación no se recondujo y, en los últimos turnos de palabra, Unidas Podemos, con Ismael Cortés, escenificó el descontento de su grupo con el PSOE acusándolo desde la tribuna de actuar de manera unilateral y desleal, y "desvirtuar" el pacto de coalición. Unas horas antes, el propio Pablo Iglesias había dado cancha al desencuentro al defender que exista "tensión ideológica" en el Gobierno, y se opuso a que algunos actúen como en el cuento del rey desnudo.

La ley rechaza la discriminación por razones de nacimiento, raza, sexo o religión, entre otras, y plantea crear un Comisionado para la Igualdad de Trato y No Discriminación, además de un abanico de sanciones económicas. El PNV cargó por boca de Joseba Agirretxea contra el "vodevil" en el Consejo de Ministros y confesó que le llena de "perplejidad". Ya antes, el portavoz Aitor Esteban había avisado de que "empieza a cansar el tour de force que están llevando ambos" y pidió que "se pongan de acuerdo" y "no metan a todos en sus pequeñas peleítas". Agirretxea pidió mayor seriedad y recordó que la propuesta se podría haber entregado como proyecto de ley del Gobierno, y no como un texto del PSOE cuando, además, Igualdad corresponde a Podemos.

En cuanto al fondo del asunto, compartió los criterios, aunque puso en valor que el texto no es el original, sino que incluye cambios que pedía el PNV, como que los establecimientos militares no estén exentos, así como la administración de justicia. Esos cambios "permiten trabajar", pero el PNV mantiene discrepancias importantes y pide eliminar todo el capítulo de multas porque "es una ley de derechos y no le corresponde ser sancionadora", y aclara que la estrategia debe ser de las comunidades y no estatal.

"Este show de protagonismos no nos parece serio y nos llena de perplejidad"

Diputado del PNV