- Luis Bárcenas se sienta hoy mismo en el banquillo de la Audiencia Nacional por el presunto pago en negro, con dinero de la caja b del partido, de los 888.000 euros que costó la reforma de su sede en la calle Génova. Y, mientras, el PP -del que Bárcenas fuera tesorero-, contiene la respiración ante unas declaraciones que podrían explotarle en la cara. La dirección popular trató ayer de fortalecer el cortafuegos construido para distanciarse de Bárcenas, pero sus últimas declaraciones, y no solo en referencia a las anotaciones de la contabilidad opaca, el escrito enviado a la Fiscalía Anticorrupción revelando las donaciones de empresarios a cambio de adjudicaciones públicas o el pago de sobresueldos a los exdirigentes Mariano Rajoy o José María Aznar, apuntan a que tirará de la manta.

Cunde el nerviosismo en Génova. El PP se vio obligado ayer mismo a salir al paso de Bárcenas, que en unas declaraciones realizadas a El Mundo aseguró que negoció con “muy vinculadas al PP actualmente enterrar el hacha de guerra”, si bien “no han cumplido”. Los populares respondieron que actuarán legalmente contra cualquier “infundio o calumnia de estrategias procesales que permiten mentir y difamar”. Y echaron mano del argumentario habitual: que el PP de la era Bárcenas no es el de ahora, comandado por Pablo Casado. Que hace dos añps eligieron una nueva cúpula para “pasar página de una etapa que no reconocen como parte de la historia de un partido fundamental para España, sino de las actuaciones de las personas que determine la Justicia, y que ya no tienen responsabilidades políticas por decisión de la actual dirección”. Echaron balones fuera, en suma, en unas fechas en las que están pendientes de las elecciones catalanas del 14-F o la necesaria consolidación del partido como alternativa al Gobierno bipartito entre el PSOE y Unidas Podemos.

No obstante, la bomba de achique de la nave del PP no parece suficientemente potente para sacar todo el agua que amenaza con hacer naufragar al barco popular. Y es que por la Audiencia Nacional pasearánun nutrido grupo de exdirigentes, con el expresidente-del partido y del Gobierno entre 2011 y 2018-a la cabeza. Como testigos, además de Rajoy, están citados el también expresidente del Gobierno José María Aznar, que será la primera vez que tenga que dar explicaciones por la caja B, o la exsecretaria general María Dolores de Cospedal, a la que la Fiscalía ha vinculado con el caso Kitchen, una pieza del caso Villarejo en la que se investiga el espionaje a la familia Bárcenas en 2013 en busca de documentos comprometedores para dirigentes del partido. También se sentará en el banquillo Cristóbal Páez, sucesor de Bárcenas en la gerencia del partido cuando fue nombrado tesorero y para el que la Fiscalía pide 18 meses de cárcel. Y responsable de Unifica, la empresa a la que se encargó la reforma de la sede nacional de Génova.

Encarcelado por la trama Gürtel, Bárcenas ya ha anunciado que plantará batalla. Es su venganza ante el engaño del PP, que según él mismo le ofreció salvar a su su mujer de la cárcel a cambio de su silencio. No fue así; todo lo contrario: Rosalía Iglesias ingresó en prisión el pasado mes de noviembre. De momento, su escrito a la Fiscalía ya puso en la diana a Rajoy, como “perfecto conocedor” de los movimientos de la caja b. O a Aznar, como repartidor de grandes obras a cambio de mordidas. De esta forma, este juicio podría romper en mil pedazos el relato exculpatorio del PP. Y además Casado se enfrenta a un complejo horizonte político. El juicio que empieza hoy en la Audiencia Nacional -con la lectura de las cuestiones previas- podría extenderse hasta el 20 de mayo. De lo que pueda confesar Bárcenas depende en gran medida el futuro más cercano de su expartido.

“La actual dirección nacional del PP nunca ha hablado con delincuentes”

Comunicado

“Buscan desprestigiarnos y dividirnos, porque somos la alternativa a los socialistas”

Presidenta de la Comunidad de Madrid