- ¿Hemos pasado lo peor de la pandemia?

-Hemos pasado una primera fase importante, la de estabilizar y rebajar el número de contagiados y, sobre todo, evitar colapsar los sistemas de salud. Esa es una buena noticia, pero por lo que nos comentan las incertidumbres sobre cómo se desarrolla el virus son tantas que no sabemos a lo que nos vamos a enfrentar en el futuro.

Por ahora toca la reconstrucción social, económica y sanitaria. ¿Por dónde se empieza?

-Son ámbitos que van a tener que convivir. En el ámbito sanitario, a Osakidetza no se le ha acabado la tarea, ni muchísimo menos, y ya están adecuándose a las necesidades que el virus va marcando. Y mientras tanto tienen que seguir haciendo todo lo que hacían hasta ahora, hay que seguir dando todos los servicios y lo que el virus ha pospuesto, como consultas o tratamientos. Lo que va a ser importantísimo es afrontar con medidas económicas el momento actual, el medio plazo y el largo plazo. Y eso es fundamental que se haga con coordinación interinstitucional para que además podamos, de cara a lo que el Gobierno de España y Europa decidan, tener un plan propio que nos sitúe con la realidad de Euskadi bien diagnosticada.

Para ello será indispensable que el Estado devuelva a la CAV las competencias asumidas con el estado de alarma.

-Sí. Además nosotros nunca nos hemos negado a colaborar con el Gobierno español porque comprendemos que se trata de una pandemia mundial y la situación es difícil de gestionar para todo el mundo. Pero eso es una cosa y otra es que permanentemente estemos viviendo en una imposición de medidas que no han sido compartidas previamente y trabajadas con anterioridad. Sobre todo en aquellos ámbitos donde la competencia exclusiva es vasca. No nos hemos negado nunca a trabajar de forma coordinada, pero no bajo ese ordeno y mando que hasta ahora ha resultado ser la forma de gestionar desde Madrid el estado de alarma.

¿Temen que el Estado continúe por la senda centralista una vez concluida la emergencia sanitaria?

-Algunas de las propuestas que hacen desde Madrid pueden llevar enmascarada esa intención. Creo que esta voluntad de generar ahora grandes pactos estatales o grandes mesas sobre temas genéricos -muchos de los cuales son competencia exclusiva vasca- pueden ser una forma encubierta de intentar recentralizar. Es decir, una forma enmascarada de ir cercenando aquello que durante cuarenta años hemos ido asegurándonos para nuestro propio autogobierno. Esto lo puede estar ahora proponiendo el PSOE, con la colaboración de Podemos, pero en cuestiones de centralización o de reducir competencias también pueden encontrar la colaboración del PP o de Ciudadanos, a quienes cualquier cosa que reduzca nuestro autogobierno siempre les resulta atractiva.

Otra polémica en este proceso de desescalada, esta misma semana, es la división por provincias. ¿Obedece más a criterios políticos que sanitarios?

-Denota que hay gente que, pese a que vivamos en un Estado de las autonomías, está pensando en divisiones provinciales. Ya solo falta que un día de estos alguien hable de Castilla la Nueva y Castilla la Vieja. En cualquier caso, incluso desde el ámbito de los expertos hablan de otro tipo de divisiones a la hora de poner en práctica medidas que se vayan a tomar. En nuestro caso, quien conoce la realidad sociosanitaria más cercana es el Gobierno Vasco, que podría estar ayudado de diputaciones y sobre todo de ayuntamientos. Me parece muy peligroso también el salto que están intentando hacer desde el Gobierno central para ir directamente a los ayuntamientos. No hace ningún favor a los ayuntamientos, no se les escucha y solo se les dice lo que tienen que hacer. Los ayuntamientos tienen su limitación de capacidad de gestión y se corre el riesgo de ahogarles.

Con cada prórroga del estado de alarma han llegado promesas de colaboración desde Madrid que parece que no se han cumplido.

-No hay colaboración previa suficiente. Comprendo de verdad que es difícil, que gestionar esto es muy complicado para cualquier Gobierno del mundo; pero cuanta menos colaboración haya menos conocimiento específico de las realidades de cada uno de los territorios van a tener. El Ministerio de Sanidad hace muchos años que transfirió sus competencias y por lo tanto solo se ha dedicado a temas muy generales, tiene un desconocimiento real de cuál es la situación en distintos lugares. Por lo tanto, son ellos mismos quienes están desaprovechando una colaboración que traería beneficios para todos.

Así las cosas, ¿ven todavía posible un acuerdo para aprobar la prórroga que se vota la semana que viene?

-Todavía queda tiempo. Nosotros presentaremos propuestas de enmienda y hay tiempo para negociar. Es lo bueno que tiene la política, que hasta el último momento siempre hay una oportunidad de acuerdo. Nosotros lo vamos a buscar porque seguimos pensando que la situación sigue necesitando medidas excepcionales. Lo que no puede ser son las imposiciones unilaterales.

En este clima de desconfianza creciente, ¿se plantea el PNV una retirada definitiva del apoyo a Sánchez?

-Nuestras peticiones de colaboración van precisamente en la vía de mantener una confianza con respecto a lo que hicimos apoyando a Sánchez en la investidura. Creo que somos uno de los partidos más leales en ese sentido, el partido de los que le apoyaron en aquel momento que más veces ha dicho públicamente que lo importante es que quienes apoyamos esa investidura podamos trabajar conjuntamente. La estabilidad de un Gobierno en España es importante en este momento también para los vascos.

¿La epidemia en Euskadi se ha gestionado mejor?

-Yo no entraría en guerras de quién lo ha hecho mejor. Creo que hemos demostrado en Euskadi que se han tomado decisiones con prontitud -las tomamos antes incluso que el propio Estado- y que la atención ha sido permanente, diaria y muy cercana a las necesidades de la gente.

Se achaca al PNV el haber primado la economía por encima de la salud.

-Cuando nos dicen eso se olvidan de que nosotros vivimos también en Euskadi, de que somos familias normales con familiares trabajando en esas empresas en servicios mínimos o esenciales, o en las que están reabriendo ahora. Nuestras familias también trabajan en esas fábricas, por lo tanto nuestra preocupación es máxima. Pero al mismo tiempo tenemos que trabajar paralelamente, porque no es excluyente en absoluto, en poder poner los pilares suficientes desde hoy para esas soluciones económicas y sociales que nuestra ciudadanía demanda ya. Cualquier decisión en el ámbito, económico, social o laboral que se esté tomando ahora puede determinar también una falla en el futuro. La gente con salud necesita también ingresos en las arcas públicas para que esos hospitales sigan funcionando, así como la atención social con ayudas de emergencia que posiblemente serán necesarias durante mucho tiempo. Por lo tanto, o trabajamos los dos ámbitos o tendremos un problema gravísimo a futuro. Esta es la gran complejidad de la gestión institucional, que es la que algunos partidos de la oposición desconocen -porque no la han hecho nunca- o la aprovechan para hacer crítica política barata.

La oposición les acusa también de una cercanía excesiva con la patronal y los poderes económicos.

-Sí, y cuando no confluimos con las directrices de la patronal nos acusan de lo contrario. Creo que estamos más a trabajar que a sostener la campaña electoral encubierta que algunos partidos están haciendo. Hay demasiado trabajo que hacer cada día como para preocuparnos por esas críticas.

Esa es la otra gran cuestión, el aplazamiento de las elecciones vascas.

-Las elecciones se tienen que celebrar sí o sí, se nos acaba el plazo en octubre. A mí me escandaliza que haya tan poca preocupación y se deje de lado esa responsabilidad que es garantizar a la ciudadanía que ejerza su derecho al voto. Es algo que entre todos los partidos tenemos que garantizar a los ciudadanos. Si estamos hablando de que dentro de unas semanas ya tendremos capacidad para ir al trabajo, hacer algunas transacciones e ir a los pequeños comercios, no es normal que algo que es tan importante desde el punto de vista democrático -nuestra posibilidad de ir a votar- no lo garanticemos. Es potestad del lehendakari decidir cuándo, pero igual que tomó la decisión de aplazar en consenso con los partidos, volverá a hacerlo ahora. A mí me parece escandaloso que alguien diga que no hay ninguna prisa y que no hacen falta las urnas. Hay que garantizar este derecho a la ciudadanía. Eso sí, atendiendo a lo que digan los expertos, que nos están abriendo dos opciones, la de julio y la de finales de septiembre.

¿Pero se puede garantizar que en julio o en septiembre se puedan celebrar con normalidad?

-Es que si por ejemplo nos fuéramos a octubre y estuviéramos en un pico de remontada estaríamos ya fuera de cualquier plazo legal, y entonces sí que estaríamos en una situación democráticamente anómala. Si vamos a ser capaces de posibilitar ejercicios labores y sociales, difícilmente no vamos a encontrar un protocolo o unas normas suficientes para que se pueda desarrollar un día electoral en julio o a finales de septiembre. Otra cosa es que después podamos llegar a un acuerdo para hacer otro tipo de campaña. Yo no me imagino una campaña como las de antes, incluso en la duración.

¿Teme una baja participación?

-Sí, es algo que me preocupa siempre. En cualquier caso, si la gente va a ser capaz de salir a tomar algo o de ir a trabajar -con todas las precauciones-, encontraremos la forma de ir a votar, que será más una alegría que otra cosa.

"Habrá que llegar a un pacto para otro tipo de campaña; no me imagino una como las de antes, incluso en la duración"

"No nos hemos negado nunca a trabajar de forma coordinada con Madrid, pero no bajo el ordeno y mando"

"Los expertos nos están abriendo dos opciones para las elecciones, la de julio y la de finales de septiembre"