Bilbao. La tarde amenazaba lluvia y finalmente acabó por jarrear de forma intermitente. Al igual que las lágrimas, que aparecieron bien pronto en los rostros de quienes acudieron ayer al homenaje a Iñigo Cabacas, nada más empezar a sonar la canción compuesta por el grupo Jare en memoria de Pitu. Su madre, Josefina, era consolada por sus allegados mientras tres jóvenes realizaban un mural con graffitis en el escenario habilitado en María Díaz de Haro. Allí cayó abatido hace un año el joven de Basauri tras una carga de la Ertzaintza con disparos de pelotas de goma. En el mural, su rostro se multiplicaba con la reivindicación más repetida de la tarde: Justicia Iñigorentzat.

El tío y una prima del fallecido se encargaron de exponer ante una abarrotada plaza el sentimiento de los familiares. A duras penas, ya que la emoción les desbordaba por momentos, como la lluvia que se iba acumulando en la cubierta del escenario. "Iñigo, si algo tengo que destacar de ti era tu alegría, tu sonrisa contagiosa, es algo que no puedo borrar de mi cabeza. Sonrisa que hace un año no solo te borraron a ti, sino a todos nosotros", dijeron. "Exigimos que quien estuviera en disposición de cambiar esta barbarie lo hiciera, con justicia y veracidad. Eso es lo que hemos venido exigiendo a lo largo de este año y lo que seguiremos haciendo", agregaron. En primera línea se encontraba la portavoz de EH Bildu, Laura Mintegi. Más alejado estaba el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, que saludó al padre de Iñigo, Manuel.

Tras la aplaudida actuación de un bertsolari, llegó uno de los momentos más intensos de la velada: el descubrimiento por parte de Manuel y su esposa, Josefina, de una placa en memoria de su hijo. Situada justo en el lugar en que cayó herido, que se ha convertido en altar permanente desde hace un año, consta de un poema escrito por Jon Maia y de la imagen del propio Iñigo. Mientras se procedía a realizar una ofrenda floral, un grito improvisado y colectivo de "Iñigo Cabacas, justizia" llenó el lugar.

Entonces fue el turno de los dan-tzaris, tras lo que Manuel y su esposa ocuparon el escenario para despedir el acto. Además de agradecer el apoyo recibido y de relatar los difíciles momentos vividos, tuvieron un recuerdo especial para Laia, una joven de Málaga que atendió a Iñigo tras caer herido, y que acudió ayer a Bilbao por primera vez desde esa fatídica noche. "Le doy las gracias por cogerle en brazos y no dejarle morir en el suelo como un perro", dijo Manu.

DEIA fue testigo de cómo Laia llegó a la plaza del brazo de Josefina. Y es que uno de los mayores deseos de los padres era conocerla en persona. "Aquí estaba yo", dijo espontáneamente, recordando el lugar en el que se encontraba cuando empezó la carga. Explicó a este diario que "estuve todo el rato con él hasta que se lo llevó la ambulancia". "Ahora me doy cuenta de que los agentes no estaban a 45 metros, como dicen, sino muy cerca", señalaba. "Venir ha sido como un bálsamo, he pasado este año muy mal, no podía salir de casa", concluía.