na fecha a sangre y fuego, una carnicería que disparó la espiral perversa de la violencia y la barbarie. El 11-S es el punto de inicio del nuevo siglo marcado hasta el momento por otros acontecimientos tremendos e inauditos, como la crisis económica y la pandemia mundial. Una tríada que unida al cambio climático tatúa el devenir momentáneo de esta centuria, en un inventario al que se suma ahora la recuperación del poder de los talibanes en Afganistán, que ha sumido en la paradoja. Hemos repasado esta efeméride y su trasfondo con siete especialistas, en un ejercicio de extracción de claves política. Aquí van las primeras, a modo de preámbulo.

Para el experto internacional Mikel Berraondo, estos 20 años dejan una situación “desoladora”, donde “los derechos humanos ahora mismo existen en el papel, pero no en la realidad, porque muy pocas personas pueden ejercerlos”. Alicia Chicharro, profesora de la UPNA, coincide con Berraondo en la existencia de “una involución en la protección de los derechos humanos, también en Europa”, propiciada por una hipertrofia de la seguridad en nuestras sociedades, dado “el miedo a ese enemigo etéreo que es el terrorismo internacional”. Según Chicharro, Estados Unidos “cayó en la tentación de ejercer un poder absoluto y privilegiar el recurso a la fuerza con la falsa ilusión de exportar la democracia, los derechos humanos y la igualdad”. Una concepción en su opinión “colonialista”. Recuerda que las personas que han conseguido salir estas semanas de Afganistán son “una minoría privilegiada”. Para “la mayoría que se queda allí va a ser realmente muy duro, porque además vuelven al poder unas personas que durante estos años otra vez solo han sido guerreros y solo saben hacer la guerra”.

Asier Blas, profesor de la UPV/EHU cree que “estos 20 años transcurridos” han sido de transición geopolítica. “Lo que simbólicamente va a quedar como el final de la hegemonía estadounidense lo disputarán en los libros de Historia la Covid-19, que ha acelerado el proceso, y la retirada de Afganistán, que ya es un clásico: imperio que pasa por allí, imperio que empieza a decaer”. Blas subraya un aspecto no menor: “La retirada de Afganistán de Estados Unidos ha sido muy fea con los aliados de la OTAN y con los aliados europeos, porque ha sido unilateral”. Cree, después de todo lo sucedido, que eso es un síntoma de la decadencia de la hegemonía estadounidense. Tú si eres un eje muy fuerte sabes cuidar a tus aliados”. A su juicio, este tema “ha creado mucha desazón en muchas cancillería europeas, y ha habido algunas declaraciones que han sido brutales por parte de aliados occidentales, porque claro, están enfadados”.

”El mayor golpe que recibe Estados Unidos desde Pearl Harbor y del que no ha sabido recuperarse como entonces”. Así lo sintetiza Mikel Reparaz, corresponsal de ETB, que piensa que aquel 11 de septiembre cambió el paradigma de la seguridad en el mundo”. “El cambio de era llega con esa imagen bíblica de dos torres cayendo”. Este periodista duda sobre si la actual pérdida de hegemonía de Estados Unidos en el mundo “llega a tanto”. Cree que Biden trata de “amortiguar el golpe de una retirada caótica de Afganistán” con un mensaje de cambio de era” similar al de Trump, “crítico también con las políticas de sus predecesores, de los halcones neocon”. Entiende que Biden “quiere seguir ese camino, pero pensando más en el medio y largo plazo”. Según Reparaz, cuenta con una “ventaja”, porque “esta crisis le ha venido al principio de su mandato”. Si bien, recuerda, “el peso de los halcones en Washington” todavía es muy grande”.

Límites y excesos. “La guerra contra el terror es atípica, porque no tienen un enemigo claro, ni campo de batalla, cambia constantemente, y por tanto impide establecer reglas claras. Por tanto todo el mundo que declara una guerra contra el terror al final debe decidir unilateralmente cuál es el enemigo, qué hay que hacer con él y cuándo se acaba dicha guerra, que es lo que acaba de hacer Biden”, afirma el profesor de Relaciones Internacionales de la UAB Rafael Grasa. “La guerra tiene unas disposiciones legales muy concretas en el derecho internacional y la ‘guerra contra el terrorismo’ no es una guerra como tal de acuerdo con esa normativa. “Lo que está claro es que si yo impongo la seguridad y militarizo un país a través de la ocupación es imposible generar estrategias de convivencia ni de confianza”, señala el experto en Derechos Humanos, Mikel Berraondo.