- A unos treinta kilómetros al noreste de Nashville (Tennessee) los bloques de edificios dan paso a un escenario bucólico de grandes extensiones de pastos verdes con casas de madera. Es el fértil sur de EEUU, una tierra que evoca la utopía conservadora de un mundo feliz donde el individuo es el centro y el presidente, incluso si es Donald Trump, una mera herramienta para lograr este ideal.

Más allá del bullicio de la capital de la música country, el paisaje muta conforme uno se adentra en pleno corazón del republicanismo, en los llamados suburbios a los que apela Trump, donde su figura puede gustar o no, pero se vota por un ideal basado en la defensa a ultranza de la libertad individual.

El fundador del movimiento ultraderechista Tea Party en Nashville, Ben Cunningham, reside en uno de los ranchos que pueblan la zona. Para él, Trump es una figura polarizadora y única en la historia política.

“Claramente él es una embarcación muy imperfecta para nuestro futuro, pero cualquier individuo lo es, y por eso no tenemos que otorgar demasiado poder al Gobierno, tenemos que preservar el poder del individuo, porque siempre que le das demasiado poder a alguien se corrompe”, reflexiona Cunningham.

Pese a esta “imperfección”, muchos conservadores ven que Trump defiende la república constitucional, con sus nombramientos de jueces y su “fe en el excepcionalismo estadounidense”. Un excepcionalismo entendido como la manera en que “estructuras una sociedad en la que cada persona pueda vivir libremente y expresar lo mejor de sí misma”.

Esta filosofía se traduce en un rechazo a la intervención excesiva de las autoridades en asuntos como el manejo de la pandemia, la economía o los problemas raciales frente a un fortalecimiento del papel del individuo y su comunidad.

La recuperación económica tras el grave deterioro sufrido por la pandemia es la principal preocupación de la mayoría de los electores que ya han votado en Nashville, aunque muchos enumeran las subidas de impuestos y la crisis sanitaria.

Tim Skow, un estadounidense que conoce de primera mano las inquietudes de los republicanos por ser anfitrión de uno de los encuentros conservadores más prestigio de Tennessee, Los almuerzos del 1st Tuesday, cree que la gestión de la pandemia debe responder al “tren republicano de pensamiento”, es decir, que “el Gobierno federal debería asistir de todas las formas posibles a lo que el gobernador del estado necesite”.

La pandemia ha agudizado aun más la polarización que ya había en el país entre republicanos y demócratas, mientras que las protestas raciales de los últimos meses frente a la violencia policial contra los afroamericanos, que también han salpicado Nashville, le han dado la puntilla.

Al final del día, más allá de la economía, la covid-19 o la justicia racial lo que hay son dos visiones ideológicas antagónicas sobre hacia dónde debe caminar el país en el futuro.

Desde posiciones conservadoras, Cunningham se plantea una serie de cuestiones: “¿Seguiremos siendo una república constitucional? ¿Seguiremos valorando todos los derechos individuales y la Ley de Derechos? ¿Enseñaremos a nuestros hijos a valorar esos valores fundamentales?”

Para Skow “estas elecciones son para decidir si EEUU se vuelve drásticamente hacia el movimiento socialista o si permanecerá más como un sistema de libre de mercado”.

Un país siempre se divide entre aquellos que abanderan la libertad y quienes aspiran a “una utopía” socialista donde todo se reparte entre todos, “la mala noticia es que en todas partes en donde se ha intentado, han acabado como Venezuela y Cuba”, advierte.

El fundador del Tea Party quiso advertir que el ser humano, independientemente del género o la raza “es capaz de la mejor bondad y la peor maldad”, alertó Cunningham.