Después de 12 o 14 horas de trabajo, llegan al pabellón donde se duchan, se cambian de ropa, cenan y descansan lo que pueden.

Están en Picassent, a muy pocos kilómetros de los pueblos arrasados por la riada en Valencia.

Allí la vida continua. Eso sí, los vecinos comparten el polideportivo con bomberos de Álava, Vitoria, Bizkaia, Gipuzkoa y otros servicios de emergencia como la DYA.

Este lunes se han llevado una verdadera sorpresa, cuando han llegado por la tarde después de haber estado limpiando garajes en Massanassa y Paiporta.

"Al entrar al polideportivo, donde están las hamacas donde dormimos, nos hemos encontrado un montón de regalos en el centro del pabellón", cuenta Dani, un bombero de Álava que este martes ya regresa de nuevo a Vitoria.

Lleva desde el sábado en Valencia, voluntario, junto a sus compañeros de los parques de Álava.

Desde que se levantan sobre las seis de la mañana hasta que vuelven a descansar, están horas rastreando y limpiando, pero sin olvidar nunca el contacto directo con los vecinos.

El regalo que les han dejado en el polideportivo de Picassent familias y profesores del colegio Príncipe de España

Y este lunes han recibido un gesto muy especial del colegio Príncipe de España de Picassent: cajas de regalos con dulces, bizcochos, chocolate,.... con la siguiente nota:

"Queridos bomberos/as y miembros de la DYA,

El alumnado, familias y equipo docente del CEIP Príncipe de España os agradecemos profundamente vuestro trabajo y ayuda en las tareas de rescate, limpieza, acondicionamiento y reconstrucción en las zonas afectadas por esta tragedia.

Por eso, hemos querido endulzaros el día a vuestra llegada al lugar de descanso. Esperamos que disfrutéis de este detalle y que os dé mucha energía para seguir ayudando a quienes más han sufrido y aún os necesitan".

El pueblo valenciano os estará eternamente agradecido. Eskerrik asko".

Los regalos que se han encontrado esta tarde en el polideportivo de Picassent

Josefina, la vecina de la enorme jarra de café

Son muchos los gestos que estos días reciben todos los efectivos vascos desplazados a Valencia de los propios vecinos.

"Lo han perdido todo en muchos pueblos, pérdidas humanas y calles devastadas, pero es increíble cómo en cuanto nos ven se acercan a ver si necesitamos nosotros algo", cuenta Dani.

Este bombero de Álava no se olvida de Josefina, una vecina de la calle Corts Valencianes de Massanassa, que este lunes, al verlos desde su ventana trabajando, les ha bajado una enorme jarra llena de café.

"Nos preguntan dónde vamos a dormir, si necesitamos algo, si queremos café,... es una pasada lo que se preocupan los vecinos y vecinas de Valencia".