Más de 3,5 millones de personas se han contagiado desde la llegada de ómicron, y a buena parte le ha ocurrido cuando estaba a punto de ponerse la tercera dosis; algunos expertos creen que la elevada incidencia justifica que lo hagan a las cuatro semanas de la infección, pero otros abogan por esperar más tiempo.
Ello no significa que sean reticentes al tercer pinchazo: lo que cuestionan, especialmente los inmunólogos, es que se dé a población sana menor de 40 años, cosa diferente son los inmunodeprimidos, que es la que ahora está llamada a ponérselo; no es peligroso, aclaran, pero no lo ven necesario tras el "booster" que ya de por sí supone la infección.
"Las personas vacunadas y que han tenido ómicron no hace falta que se pongan un recuerdo: a las cuatro semanas, seguro que no, es un absurdo inmunológico", considera el jefe de Inmunología del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, Manuel Muros. Además, demorar esta dosis "abre la posibilidad de que tengamos vacunas actualizadas", considera el vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), Fernando Moraga-Llop. "¿Cuánto esperaría? Un intervalo de 3 a 6 meses. Solo se la pondría en el caso de que una persona tuviese que desplazarse a un país que le exija el certificado covid y la infección documentada no cuenta".
"Idealmente sería esperarnos a marzo y tener ya una nueva vacuna", sostiene Eva Martínez Cáceres, vicepresidenta de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), quien comparte que el recuerdo en casos tan recientes de infección no es necesario, pero también cree que "cada persona debería poder decidir en función de sus circunstancias", de modo que si trabaja en entornos expuestos como colegios o está en contacto con vulnerables, se ponga la tercera.
Pero como "todavía no tenemos la vacuna actualizada, actuar con esta tercera dosis en los que han pasado la infección es lo que tenemos ahora". "Estamos en una situación de urgencia en la que necesitamos utilizar todos los recursos disponibles para frenar lo máximo posible la incidencia", rebate Ángela Domínguez, coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Vacunación de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).
"Ojalá tengamos pronto una vacuna reformulada que tenga una mayor efectividad, y entonces se podría cambiar la estrategia", prosigue esta experta. Pfizer espera tenerla en marzo y Moderna confía en disponer de ella en otoño.
Hasta ese momento, sin embargo, había que buscar "a priori" una posición que permitiera lograr "la máxima protección" en un contexto de transmisión desenfrenada e infradiagnosticada. "Si no fuera por esta elevada transmisión, nos podríamos plantear esperar a tener más estudios que confirmaran cuál es el intervalo más apropiado", pero "al haber tantos casos, el riesgo de que alguno desarrolle formas graves de la enfermedad y tenga que ser hospitalizado o requiera cuidados intensivos es mayor".
60%
El 61% de la población española no considera necesario tomar medidas de control y aislamiento más exigentes contra el covid. De hecho, uno de cada cuatro cree que la situación de la pandemia hace posible dejar la situación como está y casi uno de cada tres se posiciona a favor de ir relajando las medidas en vista de la evolución de la pandemia. Sin embargo, el 39% sí manifiesta la necesidad de tomar medidas más exigentes, como dotar de más recursos al sistema sanitario.