Londres - A pesar de que el Parlamento británico se ha expresado en contra de un Brexit sin acuerdo en tres ocasiones, sus opciones para frenarlo son en la práctica limitadas y pasan por tumbar al Gobierno o bien por intentar forzar la tramitación de una ley que obligue a retrasar la fecha de salida.
El primer ministro británico, Boris Johnson, está aparentemente determinado a ejecutar la ruptura con la Unión Europea (UE) el 31 de octubre aunque no haya pactado para entonces unos términos de su marcha con Bruselas. Ante esa perspectiva, diputados moderados de todo el arco parlamentario utilizan los últimos días del receso veraniego para trazar estrategias dirigidas a hacer descarrilar esos planes cuando la Cámara de los Comunes retome su actividad, el 3 de septiembre.
El tiempo juega en su contra. Contarán con poco más de 20 días útiles de sesiones para poner en práctica sus maniobras, unos pocos más si se decide programar actividad extraordinaria los viernes o se cancela el tradicional receso para facilitar las conferencias anuales.
Otra dificultad añadida es que el Gobierno controla la agenda parlamentaria, por lo que los diputados contrarios a una salida abrupta deben buscar mecanismos poco convencionales para tomar la iniciativa legislativa y necesitan para ello la complicidad del presidente de los Comunes, John Bercow.
Entre las opciones que barajan los diputados moderados está votar en contra de un Brexit duro: Los diputados pueden presentar y aprobar una moción que exprese su oposición a una salida sin acuerdo de la UE. Es la opción más sencilla de llevar a cabo, pero por sí sola no evitará un Brexit abrupto, dado que el Ejecutivo puede ignorar la posición de la Cámara. Aún así, la votación agregaría presión sobre Johnson, por lo que el Gobierno podría negar el tiempo parlamentario para presentar mociones que no provengan de Downing Street.
Otra opción es entorpecer la acción de Gobierno: el Parlamento puede enmendar las legislaciones que presente el Gobierno entre septiembre y octubre para limitar la capacidad de maniobra del primer ministro. En julio, los diputados ya trataron sin éxito de bloquear el uso de fondos de algunos ministerios en caso de un Brexit sin acuerdo y podrían volver a intentarlo en caso de que Johnson presente alguna nueva legislación antes de la ruptura.
También pueden exigir por ley una prórroga: en abril, los diputados enmendaron una de las propuestas sobre el acuerdo del Brexit de la entonces primera ministra, Theresa May, para tomar el control de la agenda parlamentaria y tramitar una norma que obligaba a pedir una prórroga a Bruselas. En aquella ocasión, sin embargo, May ya había solicitado una extensión al plazo de salida, por lo que no se pudo comprobar si el Gobierno habría cumplido la orden del Parlamento o bien si habría buscado algún mecanismo para esquivarla.
De igual manera, no está claro cómo reaccionaría el Gobierno de Johnson ante una iniciativa similar. Además, las oportunidades para tomar el control son en esta ocasión menores, dado que difícilmente el primer ministro presentará un acuerdo de salida ante los Comunes que los diputados puedan enmendar.
Una última alternativa consiste en derribar el Gobierno de Johnson: el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, ha sugerido que está dispuesto a presentar una moción de censura en los primeros días del curso parlamentario si cree que tiene opciones de ganar. Para que prospere, deben votar en contra de Johnson algunos diputados conservadores críticos con su propio líder y contrarios a un Brexit sin acuerdo.
El primer ministro cuenta con una mayoría de tan solo un voto en la Cámara Baja, por lo que una pequeña rebelión en sus filas puede hacerle perder la moción. Si eso ocurre, el Parlamento tendrá 14 días para dar su respaldo a un Gobierno alternativo. De lo contrario, el primer ministro puede aferrarse al cargo.