madrid - Pedro Sánchez ha debido de olvidar que apoyó su moción de censura y posterior acción gubernamental, entre otros, en Unidas Podemos. Después de tejer diversos consensos con vistas de ser prorrogados en caso de ser el máximo aspirante a la reelección, el líder del PSOE ya no cuenta como socio preferente con el partido de Pablo Iglesias y busca un gesto de PP y Ciudadanos para ser investido de nuevo presidente y, esta vez, sin tener que contar con las fuerzas independentistas. “Se ha abierto una nueva etapa”, manifestó ayer la portavoz del Ejecutivo socialista, Isabel Celaá, alejando la posibilidad de un Ejecutivo de coalición con la formación morada en base a su pérdida de representación el 28-A, donde pasó de 71 a 42 diputados, y en las posteriores autonómicas y municipales del 26-M.

“Con Podemos hemos trabajado todo el año en políticas sociales. Ha sido el socio preferente. Pero ahora tenemos una nueva etapa, en la que apelamos a la responsabilidad de otras fuerzas políticas”, reconoció la ministra en funciones. La manera de Sánchez de encarar las negociaciones, que arrancarán este próximo martes, ralentizando el proceso al máximo y permaneciendo casi en segundo plano, ilustra este otro escenario, y es que esa misma jornada Sánchez no solo se entrevistará con Iglesias, sino también con Pablo Casado y Albert Rivera, pese a ser consciente de que es casi imposible obtener de ellos una abstención que le libraría de entenderse con PNV, muy molesto con el posible intercambio socialista con UPN en Navarra, y Coalición Canaria.

Los máximos dirigentes de la marca popular y naranja ya le señalaron a Sánchez que no tienen intención de facilitarle la investidura, pero el presidente en funciones está empeñado en “abrir el abanico, porque nos gustaría que PP y Ciudadanos aportaran en positivo esa parte de la estabilidad que les corresponde”. “Si no queremos que el Gobierno dependa de los independentistas -quienes, por cierto, también propiciaron el desalojo de Mariano Rajoy-, PP y C’s deberán hacer un ejercicio”, recalcó Celaá de cara a agilizar una investidura que prevé celebrar a principios de julio. Hasta la fecha todo apuntaba a que Sánchez manejaba que en su próximo Gobierno en solitario podría estar incluido algún independiente próximo a Podemos, aunque Iglesias insiste en que es necesario un Ejecutivo de coalición porque solo estando presente en el Consejo de Ministros Unidas Podemos podría tener influencia, además de poder relanzar la marca morada en esta tesitura.

De momento, al líder del PSOE no le salen los números para gobernar sin el apoyo de los soberanistas. Es improbable que pase la primera votación para la que se requiere mayoría absoluta, es decir, 176 escaños. El candidato propuesto ya por Felipe VI podría reunir los 123 votos de los socialistas, los 42 de Podemos, los seis del PNV, uno de Compromís, uno del Partido Regionalista de Cantabria e, incluso, los dos de UPN si se consuma el juniazo en perjuicio de la propia candidata socialista, María Chivite. Pero con todo eso solo sumaría 175 apoyos y se quedaría a uno de ser presidente. En segunda vuelta bastarían más síes que noes. Un factor relevante es si los cuatro presos soberanistas retienen las actas porque habría cuatro noes menos. En el caso de que Oriol Junqueras renuncie para ser eurodiputado, Sánchez restaría a su rechazo tres votos, los de los encarcelados de JxCat. Unir los votos en contra al secretario general del PSOE supone hacer una cadena de 66 diputados del PP, 57 de Ciudadanos y 24 de Vox, lo que ya coloca los noes en 147. ERC, 14 (sin Junqueras); Coalición Canaria, 2; JxCat, 4 (sin los tres presos); y Bildu, 4, alargarían el rechazo a 171 noes. Ahí es cuando el foco se detiene en los dos diputados de la coalición Navarra Suma. La posibilidad de que estos dos parlamentarios se abstengan harían al socialista presidente y, si se decantan por el no, se producirá un empate a 173. Semejante teoría realza la trascendencia de lo que haga Junqueras con su acta, pues si renuncia a ella para recalar en la Eurocámara y le sustituye en el Congreso otro electo de ERC, la horquilla del no se elevaría hasta los 174 votos en contra y Sánchez no sería presidente. Por ello la trascendencia de la vía navarra.

Desde el PSOE se subraya que Casado, Rivera y el propio Iglesias deben asumir “el principio de realidad” después de que “los españoles hayan votado cuatro veces en 28 días y siempre con el mismo resultado: el PSOE”. O como dijo Sánchez: “O gobierna el PSOE, o gobierna el PSOE, porque no hay mayorías alternativas”. La portavoz Celaá calculó que su líder puede dejar de estar en funciones “antes de que llegue el estío de manera profunda”. Ya no recuerda que ahora hace un año accedió al cargo con el empuje de Podemos y los secesionistas.