madrid - El Gobierno socialista lleva en fuera de juego desde la noche del pasado domingo. El terremoto en Andalucía, que a buen seguro le arrebatará tras cuatro décadas el poder en el palacio de San Telmo, dejó seriamente tocado a Pedro Sánchez pese a sus desavenencias públicas con Susana Díaz, a quien acompañó solo durante dos días en campaña, mientras que Pablo Casado y Albert Rivera echaron el resto con sus respectivas filas. En Moncloa aventuraban la irrupción de Vox, pese a una nueva encuesta fallida del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), pero no contaban con el alto nivel de abstención de la militancia de izquierdas, principalmente la socialista. El tablero que iba a servir de faro al presidente español ha visto cómo sus piezas han saltado por los aires y, desde luego, en lo último que piensa ahora es en colocar las generales el próximo marzo o en lo que se llamó el superdomingo de mayo. Desde el Ejecutivo no hay intención de adelantar las elecciones y, dicen, se preparan para “intensificar su acción”. El mensaje que ayer trasladó el PSOE se dirigió en tres vertientes: Sánchez alargará la legislatura; Ciudadanos debe decidir si apuesta por la ultraderecha de Vox o se abstiene para que Díaz, como lista más votada, continúe en la Junta, algo improbable; y que la líder del socialismo andaluz tendrá que dimitir si se queda huérfana de poder.
“Queremos dirigirnos a Ciudadanos como formación que ha acompañado al PSOE para saber si quiere apoyarnos, como hizo en su momento, o pretende embarcarse en una aventura con la extrema derecha. El PP ya hemos visto que está muy a gusto a remolque de Vox. Parece que no le importa tener un papel subsidiario a sus mensajes. Ambas formaciones han contribuido a blanquear su imagen”, explicó José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE. Desde Ferraz sitúan el crecimiento del partido de Santiago Abascal, con sus 12 escaños, en la estela de lo que ha ocurrido en los últimos tiempos en otros países del entorno europeo, lo que supone un “incentivo” para que el Gobierno español continúe con su hoja de ruta, a través de medidas sociales como las incluidas en su reciente pacto presupuestario con Podemos, que ahora mismo tiene pocas posibilidades de entrar en vigor ante el rechazo de ERC y PDeCAT. “El voto a Vox expresa el descontento y encierra el miedo de lo que denominamos los perdedores de la crisis. El Gobierno pondrá en práctica medidas para los sectores más vulnerables de la sociedad. Hay que desarrollar con más decisión políticas para los más afectados por la crisis”, argumentó el también ministro de Fomento.
pavor en otros feudos No cabe duda de que el nerviosismo se ha apoderado del PSOE por el temor a que la coalición de derechas sume en las generales o en otros territorios como Castilla-la Mancha y Aragón, en las autonómicas y municipales de mayo de 2019. Entre tanto, Sánchez, que se desplazó a la ciudad polaca de Katowice para participar en la sesión inaugural de la cumbre sobre el cambio climático, evitó valorar los resultados andaluces más allá de un tuit en su cuenta oficial. En el señaló que ese escenario “refuerza” su compromiso de “defender la democracia y la Constitución frente al miedo”. “Mi Gobierno seguirá impulsando un proyecto regenerador y europeísta para España”, escribió el jefe del Ejecutivo horas después de que Díaz achacara en público su debacle a la abstención de la izquierda, metiendo en el mismo saco a Adelante Andalucía como camuflaje. Otros dirigentes de Moncloa, como la vicepresidenta Carmen Calvo, puntualizaron que tienen la “obligación de dialogar y encontrar estabilidad” máxime con la irrupción de Vox, un partido “cuyo ideario en una medida importantísima es desmontar los 40 años de democracia”. “Las urnas mandan y los ciudadanos colocan a cada uno en su sitio”, tuvo que reconocer. Asimismo, para la ministra de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet, “el futuro” pasa por seguir llegando a acuerdos con el resto de grupos en el Congreso. De visita de trabajo en Bilbao, comentó que “es verdad que cuando llegamos al gobierno éramos conscientes de que disponíamos de 84 diputados, pero también que el presidente Sánchez obtuvo una mayoría absoluta en su investidura, más que Rajoy”; y achacó el efecto Vox a otros como el surgimiento de Trump, Bolsonaro o Le Pen. Catalunya ha sido el tema estrella de la campaña andaluza, que aparcó los problemas de la ciudadanía de esa comunidad para centrarse en lo identitario, donde los partidos de derecha reman mejor. “Frente a la crispación, consenso”, precisó.
Moncloa confía en que los soberanistas catalanes cambien de tercio y ante el pavor a un Ejecutivo con la extrema derecha en Madrid se avengan a aprobar los Presupuestos, aunque los movimientos del independentismo se hallan lejos de esa visión, y pese a que el PNV reclamó que las fuerzas de la moción de censura tomen el timón. Casado se lame sus heridas sonriendo; Rivera vuelve a tomar impulso; y Abascal despierta las peores pesadillas en la izquierda y el soberanismo. Y mientras Sánchez divaga, con las maletas de un lado para otro, en su sillón. Y su objetivo pasa por que el tiempo, como si todo lo curara, mitigue el auge ultra.
33
1.009.243votos, con un 27,95% de respaldo. Perdió 14 escaños respecto a las elecciones de 2015.
26
749.275 votos, con el 20,75% de apoyos. Cedió hasta siete escaños respecto a 2015, firmando, como el PSOE el peor resultado de su historia en Andalucía. Con todo, Juanma Moreno Bonilla apunta a ser el próximo presidente de la Junta de Andalucía.
21
659.631 votos, con el 18,27% de las papeletas. Sube 12 escaños. Juan Marín se postula también a la investidura.
17
584.040 votos, con el 16,18% de los apoyos. Pierde tres escaños.
12
395.978 de votos, con el 10,97%.