Bilbao- A pocos días de que se vote en el Parlamento de Londres el Acuerdo de Salida de Reino Unido de la UE ¿qué previsión haría?
-Por el momento todo apunta a que el Gobierno va a tener dificultades para lograr un acuerdo. Parecía que la mayoría iba a aprobar ese Acuerdo de Salida, eso dijo inicialmente, pero ahora los partidos de la oposición se han unido para rechazarlo. Además, algunos miembros conservadores también se oponen, así que, a fecha de hoy, es muy difícil pensar que se vaya a aprobar.
¿A dónde llevaría ese rechazo del Parlamento?
-Creo que primero nos llevaría a otra votación en el Parlamento a mediados de enero, y puede ser que la primera ministra, Theresa May, negocie cambios simbólicos en base a la Declaración Política que le ayuden a lograr una mayoría o, quizás, esos cambios influyan por sí solos en el mundo empresarial o de la economía para persuadir a más gente de que vote el acuerdo. Una de las opciones es que se haga una concesión para que el Parlamento pueda votar sobre las relaciones futuras, ya que actualmente no ostenta ese derecho. Es una concesión que se puede hacer y que serviría para lograr un acuerdo.
¿Se podría abrir la puerta a un nuevo referéndum sobre el Brexit o elecciones generales?
-Otro referéndum es solo posible si hay una mayoría. El Parlamento tendría que introducir una enmienda para decir que debe celebrarse una segunda consulta a la ciudadanía, pero aunque se lograra esa mayoría, no significa necesariamente que el Gobierno proceda a celebrarlo. Las elecciones es algo distinto, porque en la legislación, la Ley del mandato fijo, que rige las condiciones para unas elecciones anticipadas, establece que habría que aprobar una moción de confianza contra la primera ministra o dos tercios del Parlamento tendrían que votar a favor de disolverlo y convocar nuevos comicios. La situación en la que nos encontramos ahora mismo apunta a que todo es posible.
¿Qué supone para las relaciones intergubernamentales en Reino Unido que no se haya tenido en consideración a los gobiernos descentralizados a la hora de hacer el borrador del Acuerdo de Salida?
-Los gobiernos descentralizados no han tenido la oportunidad de opinar oficialmente en torno al debate en materia de competencias transferidas. El SNP escocés y también el Partido Laborista de Gales -pro Reino Unido- sienten que se les ha dejado de lado en el proceso de negociaciones. Hay competencias transferidas que hasta ahora han estado amparadas bajo el paraguas normativo de la UE -como Agricultura, Medio Ambiente, Pesca, etc.-, pero ahora temen que al repatriar la legislación tras la salida, Reino Unido pueda centralizar esas competencias y los gobiernos descentralizados no tengan suficiente autoridad para decidir en esas materias. Hay ansiedad en Escocia y Gales porque ha quedado claro que Londres no está dispuesto a dejar que los gobiernos descentralizados tengan derecho de veto sobre acciones que pueden inferir en el mercado interno británico.
¿Qué opina de la solución que se ha acordado para Irlanda del Norte?
-Es muy difícil. El Acuerdo de Salida incluye un mecanismo de protección, un backstop. El Reino Unido, en su conjunto, estaría dentro del territorio aduanero común, el mismo que la UE, mientras que Irlanda del Norte seguiría formando parte del mercado europeo interior a nivel de cumplimiento normativo. Y todo ello para evitar la frontera dura con Irlanda. Pero esto no nos dice mucho sobre las relaciones futuras, así que ese backstop es una salvaguardia jurídica que se va a utilizar solo si no hay una alternativa, que es evitar esa frontera dura. Tanto el Acuerdo de Salida como la Declaración Política dejan para más tarde ese tema peliagudo, pero no hay una solución obvia, salvo que el Reino Unido en su conjunto permanezca dentro del mercado interior y dentro de la unión aduanera. Esa sería la única solución potencial para todos a corto plazo. De lo contrario, tendrá que haber una frontera, ya sea en la isla de Irlanda o en el mar de Irlanda, y eso es más probable.
El gobierno escocés es uno de los más reacios al Brexit. ¿Tienen prevista alguna hoja de ruta para después de la salida?
-No hay un plan en firme. La primera ministra, Nicola Sturgeon, actualizará en el Parlamento montones de informes sobre el futuro de Escocia una vez se sepa cual va a ser la situación de Reino Unido. Sin embargo, Sturgeon mantiene su compromiso con la independencia de Escocia y existe la posibilidad de que quiera convocar otro referéndum. El SNP desea que Escocia quede dentro de la UE y siga formando parte del mercado interior europeo, pero si el resto del Reino Unido se aleja de ese mercado, esto plantearía la cuestión de una nueva frontera entre Escocia e Inglaterra, algo semejante a lo que ocurre con Irlanda, y en ese escenario es muy difícil prever que la independencia alcance un acuerdo mayoritario.
Por otro lado, está la deriva económica en la que entrará el Reino Unido tras el Brexit...
-Es difícil convencer de que la independencia sería beneficiosa económicamente para Escocia cuando se plantea la posibilidad de una frontera dura y un receso económico en todo el Reino Unido. Por lo tanto, el Brexit puede ser un impulsor pero también presenta nuevas barreras que no estaban en 2014. Esto hace que todo sea muy incierto.
¿Cómo se ha visto en Reino Unido la jugada del presidente español sobre Gibraltar?
-Nos ha sorprendido. Parecía una concesión de última hora de May para aprobar el Acuerdo de Salida pero lo que ilustra es que al tratar de negociar una relación futura, Reino Unido va a tener que gestionar y saber lidiar con los intereses de otros estados miembros. Ha sido una llamada de atención para el gobierno británico, que ha tenido que despertar y entender los retos que le esperan.
¿Y entre los escoceses?
-Ha sido como un insulto. El Gobierno escocés lleva mucho tiempo buscando una situación diferente para Escocia, porque una mayoría está a favor de seguir en la UE. Querían una solución única que el gobierno británico ha rechazado. Ni siquiera ha dado la oportunidad de que se abordara en las negociaciones, y Escocia se indigna, porque se ha dado una solución para Irlanda y para Gibraltar, pero a ellos se les ha ignorado.