- Las instituciones catalanas lograron celebrar ayer con dignidad y en un clima de normalidad el homenaje a las 16 víctimas de los atentados yihadistas perpetrados el año pasado en Barcelona y Cambrils, a pesar del riesgo de politización por la visita del rey. El soberanismo mantuvo la situación bajo control y se evitaron imágenes como las del año pasado, cuando Felipe VI fue abucheado. Las dos pancartas en contra del rey que colgaron unos desconocidos en los dos puntos neurálgicos de la jornada, en La Rambla y en la plaza Catalunya, no fueron más allá de la anécdota, porque los eventos transcurrieron rigurosamente según lo planeado, sin pitidos al monarca, y también sin boicot del president Torra, que hizo de tripas corazón, compartió fila con el monarca para que el homenaje fuera unitario, y estrechó su mano, lo que supone tragarse un sapo porque había anunciado que no iba a participar en actos con él y es la segunda vez que lo hace tras compartir palco en los Juegos del Mediterráneo. Paradójicamente, el silencio lo rompieron los simpatizantes monárquicos, que corearon vivas al rey en el acto de la plaza Catalunya para contrarrestar la pancarta en su contra. El PP no se tomó esos gritos como un comportamiento impropio de un homenaje a las víctimas. Solo criticó las pancartas como un ultraje al rey.
El president ostentó la representación de la Generalitat en todos los actos echando pelillos a la mar. Por la tarde fue a la prisión de Lledoners. Quiso recordar al exconseller del Interior, Joaquim Forn, y al exmajor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, uno en prisión y el otro procesado. Ambos tuvieron una intervención clave para desarticular el núcleo de la célula yihadista en cuestión de días deteniendo o disparando a sus integrantes, y su papel tuvo un reconocimiento generalizado en aquellos días. Incluso la prensa internacional agradeció su transparencia y la comunicación casi al minuto, en ruedas de prensa y a través de Twitter, donde informaban de todas las novedades en la causa y del abatimiento a disparos de Younes Abouyaaqoub, el conductor de la furgoneta de La Rambla, tras dar con él en unos viñedos de Subirats. También se produjeron muestras de afecto de los ciudadanos en general. La actuación colocó al cuerpo en su punto álgido en términos de popularidad. Forn y Trapero fueron los grandes ausentes de la jornada para los soberanistas tras su procesamiento por el referéndum de independencia, mientras que el PP y C’s se tomaron cualquier alusión a su papel como un intento de hacer propaganda de la secesión.
El acto de la tarde en prisión sí tuvo un perfil claramente político, y se entrecruzó el recuerdo a las víctimas con la reivindicación de la independencia y la capacidad de Catalunya para ser un Estado por su aptitud tras el atentado. Acompañado por la pareja de Forn, Laura Masvidal, Torra participó en el acto de la ANC y Òmnium, donde se dijo que, por la labor de los Mossos, el año pasado se sintieron “un Estado”. “No nos detendremos hasta llegar a la república”, dijo Torra, tras reunirse 45 minutos con Forn. Masvidal le acompañó todo el día y se convirtió en una de las protagonistas.
los actos La jornada arrancó con el discurso de Torra en el Palau de la Generalitat, donde quiso expresar su “recuerdo, apoyo y solidaridad” a las víctimas. En una entrevista posterior en Catalunya Ràdio, pidió disculpas si en algún momento no se han sentido atendidas, tal y como denunciaron el jueves en una rueda de prensa. “Si la Generalitat ha fallado, me gustará revisarlo, estoy a su disposición”, aclaró.
En su discurso en el Palau, trasladó también su “más sincero reconocimiento” a los profesionales de la seguridad, sanidad y emergencias que se mantuvieron al pie del cañón para atender a las víctimas y buscar a los culpables. Fue entonces cuando aludió “a los responsables que dirigieron el complicado operativo de aquellos días, con el major Josep Lluís Trapero y el conseller Forn, hoy injustamente en prisión, al frente”. Trapero y Forn están procesados por el referéndum de independencia del 1 de octubre. También fueron cesados por el Gobierno español de Mariano Rajoy en aplicación del artículo 155 de la Constitución española que suspendió el autogobierno catalán. Los soberanistas criticaron que Madrid destituyera a las mismas personas que unos meses antes habían merecido el aplauso de todos por su actuación ante los atentados.
Tras su discurso, se produjo la ofrenda floral en el paseo de La Rambla, que fue impecable. El protagonismo lo tuvieron las víctimas. Se dirigieron al mosaico de Joan Miró casi siempre en un silencio sepulcral, roto únicamente por la ovación espontánea de los ciudadanos, que provocó que varias víctimas rompieran a llorar. Después se produjo la ceremonia en la plaza de Catalunya, ya con la presencia del rey español, Felipe VI, y del presidente Sánchez, pero también sin discursos políticos. El president Torra tuvo claro que no era el día más indicado para escenificar sus diferencias con el rey y participó en el acto, a tres personas de distancia en la fila de las autoridades. El acto fue sencillo, con la interpretación de cinco partituras.
Torra aparcó su enemistad con el rey por su falta de empatía tras las cargas policiales contra el referéndum. Al término de los actos, únicamente se produjeron incidentes menores entre los manifestantes de los CDR, que recorrieron La Rambla para criticar la presencia del rey y el encarcelamiento de la cúpula de Interior, y simpatizantes monárquicos. Los Mossos tuvieron que separarlos.