Londres - El ya exministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, no perdió ayer la oportunidad de intervenir en la Cámara de los Comunes y decirle a su jefa de filas, Theresa May, que “no es demasiado tarde para salvar al Brexit”. Tras renunciar hace días por sus amplias discrepancias sobre el futuro acuerdo del Brexit, el exministro pronunció un discurso de 12 minutos en el que denunció que el plan acordado en Checkers era un “Brexit solo de nombre”, acusando a May de “vacilar” sobre la estrategia del Reino Unido para abandonar la Unión Europea.
May estaba en otro comité de Westminster, lo que evitó que tuviese que escucharle en vivo, pero el exalcalde de Londres sí que tuvo en la audiencia a un gran número de diputados conservadores, partidarios de un Brexit duro y felices de escuchar su postura, incluyendo la que describe como una “niebla innecesaria de dudas” en los últimos 18 meses desde que se celebró el referéndum sobre la pertenencia al bloque común.
Johnson intentó aprovechar su oportunidad para hacer un llamamiento a May para que reconsiderare sus planes y recordó al resto de diputados que aún tienen “tiempo en estas negociaciones, hemos cambiado el rumbo una vez y podemos cambiarlo de nuevo”.
Para Johnson, el problema no es que Londres no haya defendido un acuerdo de libre comercio como el explicado en el discurso de la primera ministra en Lancaster House, en enero de 2017, si no que “ni siquiera lo hemos intentado. Debemos intentarlo ahora porque no tendremos otra oportunidad de hacerlo bien”.
Con esta serie de puntualizaciones, el extitular de la diplomacia británica se posiciona así como una clara alternativa al liderazgo de May, a la par que le lanzaba mensajes de apoyo con los que quería quedar bien. De hecho, elogió su “coraje y la capacidad de recuperación” e indicó que pensaba que podría conducir al Reino Unido a un Brexit exitoso si estaba dispuesta a cambiar su enfoque.
Para Johnson uno de los puntos clave en sus discrepancias con el Gabinete de May es que quieran aceptar la jurisdicción del Tribunal de Justicia Europeo y que el tema de la frontera de Irlanda del Norte dominara el debate y volvió a pedir que se luche por “un Reino Unido autónomo, fuerte e independiente que está genuinamente abierto al mundo, no en el miserable limbo permanente de Checkers”.
GRAN ACTOR INDEPENDIENTE Su propuesta pasa porque Londres deje de ser “voluntario para el vasallaje económico” y pase a ser uno de los “grandes actores independientes” en el escenario mundial, destacando que esa fue la verdadera visión del Brexit por la que luchaban y la que la primera ministra describió “correctamente” en Lancaster House, pero que ahora ha dejado de lado.
El otro dimitido ministro, el exresponsable del Brexit, David Davis, pidió a May que publique un borrador del tratado comercial entre la UE y el Reino Unido, mientras que el exdiputado Steve Baker, instó al Gobierno a ser más positivo ante la posibilidad de llegar al final de la negociación con Bruselas “sin acuerdo”.
La diputada conservadora por la circunscripción de Morley and Outwood, Andrea Jenkyn, confrontó a May al comienzo de las preguntas a la primera ministra en la sesión de control en Westminster, preguntándole cuándo exactamente decidió que el “Brexit significa quedarse”, haciendo así un juego de palabras con la expresión utilizada hasta la saciedad por la líder conservadora “Brexit significa Brexit”.
Horas antes, May intentó ser más realista, insistiendo durante su intervención en Westminster que cualquier acuerdo sobre el Brexit debe ser “viable” y proteger la economía, así como honrar el resultado del referéndum de 2016, respuesta con la que fue criticada tanto por los parlamentarios laboristas como por los conservadores.
lUCHAS INTERNAS May se volvió a dirigir a los diputados tories horas más tarde en la que se considera la última oportunidad de la primera ministra para unir a los diputados antes de las vacaciones de verano, que se extienden durante seis semanas hasta principios de septiembre.
Varias fuentes filtraron al diario The Times que May amenazó a los rebeldes conservadores con unas elecciones generales este verano si no apoyaban en la votación de Westminter sus planes aduaneros para Reino Unido tras el Brexit. Finalmente, May sobrevivió a la votación por apenas seis votos, pero continúa la preocupación de que más diputados del partido envíen más cartas a Graham Brady, presidente del Comité 1922 del partido, hasta llegar a las 48 que se necesitan para forzar un voto de confianza sobre May.
Por su parte, el líder de la oposición, Jeremy Corbyn aprovechó para reprocharle que los conservadores se habían “hundido en un fango” de luchas internas. Lo cierto es que pese a su falta de una postura clara sobre el Brexit, pero como resultado de la profunda división en filas conservadoras, el laborismo logra cinco puntos frente a los conservadores.
Cambio de rumbo. Johnson intentó aprovechar ayer su oportunidad para hacer un llamamiento a May para que reconsiderare sus planes y recordó al resto de diputados que aún tienen “tiempo en estas negociaciones, hemos cambiado el rumbo una vez y podemos cambiarlo de nuevo”.
Intentando cerrar filas. May se volvió a dirigir a los diputados tories horas más tarde en la que se considera la última oportunidad de la primera ministra para unir a los diputados antes de las vacaciones de verano.
Para Johnson uno de los puntos clave en sus discrepancias con el Gabinete de May es que quieran aceptar la jurisdicción del Tribunal de Justicia Europeo y que el tema de la frontera de Irlanda del Norte dominara el debate y volvió a pedir que se luche por “un Reino Unido autónomo, fuerte e independiente.