VALENCIA. El barco ha entrado por la bocana poco antes de las seis y media de la mañana y ha tardado unos 20 minutos en atracar hasta las 6.50 horas, mientras se colocaba la escalerilla y el dispositivo se organizaba a los pies de la embarcación. Los migrantes han empezado a bajar por grupos a las siete y media para ser atendidos.
El Dattilo -dependiente de la Guardia Costera de Italia-- lleva la mayor cantidad de menores; las seis embarazadas viajan en el Aquarius junto a los diez menores acompañados. De los 85 casos de problemas leves detectados por los cuerpos humanitarios -ninguno es de gravedad--, 12 han realizado la travesía en el primer barco.
La llegada de los buques es escalonada para mejorar la asistencia de los 629 migrantes de 26 nacionalidades distintas a bordo. El Aquarius, la segunda embarcación -de la ONG SOS Mediterráneo--, llegará previsiblemente a las 9 horas, mientras que el Orione de la Marina Militare italiana cerrará la flota sobre las doce del mediodía.
DESEMBARCO Y ASISTENCIA
Los migrantes desembarcan en grupos de 20 personas y pasarán por los diez puestos habilitados en caso de necesidad de atención médica o traslado hospitalario a la red pública valenciana. Los que no precisen de asistencia pasarán a las carpas de espera para recibir apoyo psicológico por parte de efectivos de Cruz Roja, donde aguardarán previsiblemente un máximo de 90 minutos hasta el proceso de filiación de la Policía Nacional.
La organización humanitaria les ayudará en su integración sociolaboral, mediante el conocimiento del idioma y de la cultura donde se integrarán. Posteriormente serán llevados a centros de acogida en función de las características de los migrantes, para respetar la agrupación familiar y la unidad de los menores. Las mujeres a bordo de la flota recibirán atención especial para detectar si han sido víctimas de trata.
El dispositivo de acogida para los tres barcos está compuesto por 2.300 personas. Cruz Roja tiene previsto entregar mil kits de primera necesidad -calzado, ropa, higiene y barritas energéticas para bebés-- y 15 toneladas de productos alimentarios. En el puerto de València hay un centenar de camas y otras cien de reserva, así como un albergue provisional con capacidad para 350 personas.
ACOGIDA EN ESPAÑA
En cuanto a si se quedarán o no en España, Cruz Roja Valencia explicó este pasado sábado que dependerá de si eligen instalarse o seguir su trayectoria migratoria, entre otras razones. De hecho, los responsables del dispositivo comentaron que tanto Italia como España son puntos de entrada en los que no suelen quedarse.
Ahora bien, desde el Gobierno, el ministro de Fomento, José Luis Abalos, anunció la pasada jornada que los migrantes a bordo del Aquarius recibirán una "autorización especial" de un mes y después serán tratados conforme a la legalidad española.
Francia colaborará en la acogida de los 629 migrantes, rescatados esta semana frente a las costas de Libia y rechazados por los puertos de Italia y Malta. A la expedición inicial del Aquarius, perteneciente a la ONG SOS Mediterráneo, se unieron el patrullero Orione de la Marina Militare italiana y el buque Dattilo de la Guardia Costiera del país alpino, acompañados desde la pasada madrugada por el patrullero Vigía de la Armada española. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dio instrucciones el lunes para que España los acogiera tras la negativa del ministro italiano Matteo Salvini.
"OLA DE SOLIDARIDAD"
Por parte de la Generalitat, el 'president', Ximo Puig, ensalzó esta semana la "ola de solidaridad" que ha exhibido la sociedad valenciana con la acogida del Aquarius. "Hemos pasado de la València de la Gürtel a la Comunitat de la solidaridad", manifestó, y lo definió como un acto de humanidad, "como pasó hace 80 años en otros países cuando los republicanos españoles se tuvieron que ir al exilio", y también de cumplimiento de la legalidad, para remarcar que "el que no la ha cumplido ha sido el Gobierno italiano".
La vicepresidenta y portavoz del Consell, Mónica Oltra, coincidió en que la sociedad valenciana "no deja nadie a la deriva". Subrayó además que, en las tres reuniones de coordinación ante la llegada de la flotilla, el Gobierno central no planteo que se iba a aplicar la ley de extranjería, y contrapuso así la diferencia entre encontrarse un barco en aguas territoriales españolas y "una intervención política" de ofrecer a esta embarcación atracar en València.
A nivel local, el alcalde, Joan Ribó, tras ofrecer València como puerto de llegada, recordó su condición como 'ciudad refugio' y defendió como "absolutamente inhumano" dejar un barco a la deriva en esa situación. Descartó acudir a la recepción por entender que la "faena de los políticos no es estar allí para hacerse una foto" y que "por encima de todo está la dignidad de las personas".