Bilbao - ¿Qué mensaje quiere trasladar el PNV en este Aberri Eguna?

-El lema de este año es Nuestro futuro, nuestra patria. Seguimos apostando por un país protector en el que los vascos y las vascas se sientan satisfechos y se identifiquen con él. Autogobierno, patria y todos estos conceptos que muchas veces en política son difíciles de explicar y nos perdemos en nominalismos, son intentar que la gente se sienta cada día un poco más feliz y satisfecha con su expectativa de vida.

El PNV no va a negociar los Presupuestos estatales mientras se mantenga el artículo 155. ¿Habrá quien no lo entienda teniendo en cuenta que los nacionalistas catalanes no siempre han ido de la mano de los nacionalistas vascos?

-Alguien me decía el otro día: “Ellos nos recurrieron la tarifa eléctrica, de esa forma nos pagaron, ¿y nosotros nos vamos a quedar sin la posibilidad de una transferencia de autopistas, o el régimen económico de la Seguridad Social?”. Pero es una cuestión de principios. En este momento es imposible ni tan siquiera plantearse una negociación política con el Estado con una situación de absoluta excepcionalidad como la que se vive desde la aplicación del artículo 155. Ese artículo sí está en la Constitución, pero su desarrollo ha degenerado en una degradación democrática. No está establecido en ningún sitio que un presidente español pueda disolver un Parlamento autonómico, cesar a un presidente y convocar elecciones. Estoy convencido de que el Tribunal Constitucional está dispuesto a asumir esta doctrina. Hoy le afecta a Catalunya, pero quién sabe si mañana se aplicará a Euskadi.

Tras haber cerrado la puerta a los Presupuestos, ¿asume que no se van a producir las transferencias pendientes?

-¿Por qué? Si la comunidad autónoma tiene derecho a que se produzca la transferencia de la AP-68 en el ámbito de su territorio, no entiendo por qué tenemos que estar esperando a que haya un intercambio de votos para que eso se produzca. O que no se cumpla lo que establece el Estatuto sobre la gestión del régimen económico de la Seguridad Social. ¿Qué mensaje lanza el Gobierno español con el no cumplimiento del Estatuto? ¿Un mensaje de insumisión?

¿Tiene garantías de que Rajoy va a cumplir las partidas plurianuales del Tren de Alta Velocidad pactadas en la negociación de las Cuentas de 2017, y la tarifa eléctrica aplicada a la industria vasca?

-El PNV llegó a unos acuerdos en 2017 que espera que se cumplan en su integridad. No sería de recibo que digan, como algún ministro, que para implementar las tarifas eléctricas sería necesario que el PNV ratifique los Presupuestos de 2018. Esperamos que las medidas cerradas y acordadas en 2017 se lleven a cabo con todas sus consecuencias porque, si no, el nivel de confianza que puede haber entre el Gobierno español y el PNV puede que se haya acabado para siempre.

¿El blindaje del autogobierno hoy es más urgente y necesario para el PNV?

-El futuro que se prevé es mucho peor que el presente que tenemos. En ese futuro, resistir quizás sea vencer. Resistir va a significar que intentemos llegar a un gran acuerdo en Euskadi para defender lo que tenemos, que podamos establecer ámbitos de un Estado protector que no sea invadido ni pisoteado por las decisiones de Madrid. Más allá del debate nominalista, tenemos que ir a un país con contenido, que sea capaz de dar oportunidades a los jóvenes, que defienda a sus mayores... Tenemos que ir a un país que afectivamente sea entendido y defendido por la gente.

¿Ve margen para blindar el autogobierno en este contexto en la política estatal?

-Es complicado, pero las coyunturas nos vienen dadas. La propuesta del nuevo estatus tiene la virtud de que busca el acuerdo: primero, entre vascos, y posteriormente, un acuerdo de convivencia y no ruptura. Nadie está planteando al día de hoy la independencia de Euskadi. Yo sería el primero. Pero estamos planteando un nuevo estatus que posibilite una relación de respeto. Tenemos que ser capaces de aceptar que aquí hay un país que se reconoce como nación, que tiene capacidad y derecho a decidir lo que libremente pueda determinar, y en tercer lugar hay un elemento de respeto y no ser subordinado. Hacemos un llamamiento no solo al ámbito no nacionalista, sino especialmente a la izquierda abertzale, para que aparquemos la vara de medir quién es más independentista, y vayamos a lo concreto, defendamos las instituciones y la construcción de país día a día.

¿Teme que Madrid se tome la revancha por el veto a las Cuentas y trate de impulsar una mayor recentralización? Acaba de amenazar con recurrir el salario de los funcionarios vascos en los Presupuestos autonómicos...

-Eso pueden ser fuegos artificiales de una situación concreta. La situación es todavía más grave. Si se diera lo que dicen las encuestas y hubiera una mayoría del PP y Ciudadanos, podríamos volver a una situación muy negativa como la del aznarato del último mandato de José María Aznar, donde el enfrentamiento entre la sociedad vasca, las instituciones vascas y el Gobierno español fue elocuente. La gente tiene que ser consciente de que la evolución puede ser a peor, y que tenemos que tomar medidas responsables para que en ese futuro cuatrienio negro este país se mantenga a flote, mantenga sus instituciones y su nivel de protección.

¿EH Bildu lo asume?

-Acaban de pedir al consejero Erkoreka que deje claro que la comunidad autónoma no es monaguillo de nadie. ¡Pero si han votado en contra de los Presupuestos vascos! Que hubieran permitido que fueran aprobados, y que no salgan ahora, cuando hay una amenaza de recurso del Estado, a decir que el Gobierno Vasco garantice que no somos subordinados. Hay que llegar a un acuerdo básico de país que nos permita mantener un campamento base de primer nivel, inexpugnable. Los cálculos electorales no van a ningún sitio.

En el terreno de la memoria y la convivencia, ¿ve al PP y a Sortu cada vez más atrincherados en su relato?

-Es un viaje al pasado. Yo espero que este sea el último Aberri Eguna en el que existe ETA. Da la sensación de que el PP y EH Bildu tuvieran miedo a mirar al futuro porque eso significaría reconocer el pasado. ¿Quién tiene un problema en reconocer que, cuando ha habido una víctima, sea quien fuera, ha sido injusto? Es algo prepolítico, de puro sentido común y derechos humanos. Simplemente es decir que, cuando se mató a alguien, se le mató injustamente, y punto. La izquierda abertzale, en privado, reconoce que efectivamente esta situación debe afrontarse y debe hacer un tránsito para el reconocimiento del daño injusto causado, pero cada vez que se pone encima de la mesa es como si tuvieran un sarpullido. Y luego el PP utiliza cualquier situación. Salir a la calle para hacer reivindicaciones... Ya no estamos en esos tiempos. No va a haber un relato único. Habrá que determinar que las víctimas fueron injustamente provocadas, y que se actuó injustamente, y no hubo acompañamiento de la sociedad.

¿Tienen que cesar los homenajes a presos?

-No es de recibo que algunos reciban a los presos como si fueran unas fiestas populares, entre otras cosas, porque es falso y, pasados los cohetes, quienes salen de la cárcel se encuentran sin familia, sin entorno, sin futuro y con el apoyo popular de media docena de exaltados que les hacen bienvenidas y al día siguiente se acabó. Eso no puede ser utilizado por otros para decir que hay enaltecimiento del terrorismo. Por muy cruel y asesino que haya sido el preso, su entorno lo va a recibir, y eso no significa enaltecer el terrorismo. El carroñerismo que por desgracia ha vivido este país con el tema de las víctimas por parte del PP se tiene que acabar. Y los que salen de la cárcel tienen que asumir que lo que hicieron estuvo mal y no va a volver a ocurrir.

Sortu dice que no va a entrar en un relato de “justos e injustos”. ¿Es posible que se asiente la convivencia sin reconocer la injusticia de la violencia?

-Es muy complicado. Es un elemento prepolítico. Si no se reconoce esto, es muy difícil hablar después de política. En la medida en que Sortu no sea capaz de superar ese estadio de derecho humano básico, de reconocer que aquello no estuvo bien, cualquier planteamiento a posteriori de carácter político no va a tener las garantías suficientes para entender que hay una sinceridad en sus planteamientos. Pero estoy convencido de que daremos pasos.

El PNV ha propuesto para la Ponencia sobre Memoria y Convivencia el testimonio de Carmen Gisasola, de la ‘vía Nanclares’. ¿Es la vía que debería seguir el EPPK?

-Ella es un ejemplo palpable de una persona que salió del carril de la violencia, como también hubo otros. Tenemos que construir el futuro sustentándonos en el pasado, pero el pasado no nos puede imposibilitar disfrutar de paz y convivencia. Tenemos que ser un poco más generosos y no estar al albur de la polémica.

¿El PNV va a estar en el acuerdo parlamentario que vaticina el Foro Social sobre el acercamiento de los presos?

-En vísperas de esas declaraciones, estuvimos reunidos con ellos. Y les trasladamos que en la política del Gobierno Vasco tenemos muy claro ese planteamiento. No vamos a poner excusas ni trabas. El PNV ha intentado buscar la efectividad, y no el efectismo y salir en los medios de comunicación. Lo que no puede ser es cada día articular una iniciativa para sacar la foto. La cuestión es ser efectivos: cuando de verdad veamos la posibilidad de que el Gobierno español pueda moverse, obligarle a que se mueva.

¿El PP está utilizando a las víctimas para defender la prisión permanente revisable?

-Es un debate lamentable. Se está utilizando la modificación legal en caliente en virtud de los acontecimientos. Lo de Ciudadanos es más sangrante, que en su pacto con el PSOE apoyó eliminar esa medida. Ahora, con la desgracia del niño Gabriel, utiliza ese tema como ariete del populismo ramplón. ¿Mañana qué va a ser, la nueva aplicación del garrote vil? Tiene que haber justicia y reinserción.

¿Le está resultando difícil al PNV mantener su discurso?

-Sales a la calle, te tomas una cerveza, y en el bar es palpable la indignación por estos hechos pero, por encima de lo que te piden las tripas, hay que defender los valores de una democracia occidental que nos costó Dios y ayuda sostener.

El PNV está preparando sus alianzas para las elecciones europeas. ¿Su voluntad es repetir coalición con el nacionalismo catalán?

-No lo tenemos cerrado. Somos muy respetuosos con el tema de los catalanes. Nos gustaría que hubiera nuevamente una entente de catalanes, vascos, gallegos, valencianos y canarios. ¿Que no va a ser posible? Es probable pero, como no somos competencia los unos de los otros, nos apoyaremos.

Su partido ha lanzado mensajes a favor de Puigdemont en las últimas horas en las redes sociales. ¿Hay un mayor alineamiento si cabe a su favor?

-Siempre hemos apoyado su legitimidad y no hemos valorado ni una sola de sus decisiones, entre otras cosas porque le corresponde a la clase política catalana. ¿Que no hubiéramos hecho lo mismo? Es probable. La excepcionalidad tiene que obligar a un ejercicio desde el principio de realidad. Yo intentaría recuperar el ámbito institucional del país cuanto antes. Un país de la mano del Gobierno español no tiene futuro.

¿Entiende el papel que está desempeñando la CUP, que ha vetado la investidura de Turull?

-Con todos mis respetos, ha sido un error ceder el protagonismo político a la CUP. Lo suyo es romper la unidad de acción del procés y la situación sociológica y lo están consiguiendo.

Existe cierta preocupación porque pueda producirse un episodio de violencia en torno a los Comités de Defensa de la República.

-Personalmente, tengo un mal presentimiento. La ANC, Òmnium y los partidos soberanistas han estado siempre en contra. Si la violencia se apoderase de las calles por decisiones que tome alguien de manera interesada, quien iba a perder de verdad iba a ser el pueblo de Catalunya y las fuerzas soberanistas.