GASTEIZ. Las agresiones comenzaron en la luna de miel y solo se detuvieron en las dos ocasiones en las que el matrimonio interrumpió la convivencia: durante siete meses cuando nació su hijo y durante un año en 2013, cuando el hombre fue condenado por malos tratos.

Tras cumplir esa sentencia -40 días de trabajos en beneficio de la comunidad y la prohibición de acercarse a ella durante 8 meses- la pareja retomó la relación en 2014 hasta su ruptura definitiva en diciembre de 2016, cuando la esposa presentó una nueva denuncia que ha motivado el actual proceso judicial.

Según el escrito de la Fiscalía, al que ha tenido acceso EFE, a lo largo de estos 35 años el hombre le dio puñetazos por todo el cuerpo, la golpeó con objetos, como un palo y una jarra, y le dio fuertes empujones y zarandeos.

Estas agresiones, cometidas con frecuencia delante de sus hijos, incluso cuando eran menores, le ocasionaron hematomas, contusiones y erosiones, aunque "en general no precisó atención médica" y cuando sí la necesitó no reveló el origen real de las lesiones.

Tras la citada sentencia de 2013 no se produjeron más malos tratos físicos, pero sí psicológicos como "gritos, desprecios, insultos y menosprecios, con expresiones como 'puta, zorra, has estado con otros hombres; hija de puta, cabrona, tonta, idiota, inútil; no sabes hacer nada, no vales para nada, ni para limpiar la casa'".

También eran constantes las "críticas, exigencias, reproches, cuestionamientos, culpabilizaciones, amenazas de muerte o daño para ella y para sus hijos, diciéndole que si se separaba y pedía una pensión compensatoria, la mataría, y a veces decía que mataría también a la hija", asegura el fiscal, que sostiene que esas amenazas se producían a veces en presencia de la nieta de 4 años.

En diciembre de 2016, durante una discusión, el acusado "se puso más y más violento, empezó a golpear objetos y enseres" y llegó a "levantar el brazo con el puño cerrado haciendo ademán de agredirla". La hija intervino y logró apartar e inmovilizar a su padre hasta que llegó la Policía Local.

Desde ese momento y como medida cautelar el hombre no puede acercarse a la mujer y además se le han retirado una pistola inutilizada, otra de imitación, dos navajas y un machete que tenía en casa.

Como consecuencia del maltrato, la mujer siente anulada y sin autoestima, y atraviesa fases depresivas "con ideación suicida", así como "desesperanza, tristeza, apatía, anhedonia (incapacidad de sentir placer), autoculpa y déficit de asertividad". La víctima está en tratamiento psicológico, psiquiátrico y farmacológico.

El fiscal reconoce que los malos tratos están relacionados con el consumo "habitual y excesivo" de drogas, como cannabis y cocaína, por parte del acusado y con un trastorno de ansiedad generalizada y sintomatología depresiva.

Señala no obstante que tenía sus facultades "conservadas en grado suficiente como para entender y querer sus actos".

Pide por ello dos años y medio de cárcel por un delito de violencia de género habitual, un año por un delito continuado de amenazas, y dos años y tres meses por uno de lesiones psíquicas. Reclama asimismo una indemnización de 4.000 euros por el daño físico y moral causado a su esposa.

El juicio por estos hechos se celebrará la semana que viene en un juzgado de Gasteiz.