ISLAMABAD. "La cifra de muertos ha ascendido a 45 y un total de 261 heridos fueron trasladados a un hospital en Parachinar", localidad donde ocurrió la doble explosión y capital de la región tribal de Kurram, afirmó a Efe un portavoz del Gobierno regional, Farid Ullah.

Según el portavoz, 13 de los fallecidos sucumbieron a las graves heridas después de ser hospitalizados, mientras que 62 que se encuentran en estado "crítico" fueron trasladados a un centro médico de la ciudad de Peshawar.

Ullah dijo que 78 de los heridos han sido dados de alta.

En la tarde de ayer, apenas dos horas antes de que el imán llamase a romper el ayuno como parte del mes sagrado de Ramadán, que está a punto de concluir, una doble explosión con unos pocos minutos de diferencia sacudía un concurrido mercado en Parachinar.

Como ocurre estos días en todos los lugares de mayoría musulmana, los habitantes de Parachinar apuraban los preparativos y compras de última hora en los bazares para la celebración el lunes de la importante festividad de Eid-ul-Fitr, que marca el fin de Ramadán.

En un trágico día para Pakistán, esa acción se produjo horas después de que un atacante suicida hiciese volar por los aires un vehículo cargado de explosivos en la entrada de un cuartel policial en Quetta, capital de la provincia de Baluchistán (suroeste).

Cargado con entre 75 y 80 kilogramos de explosivos, la furgoneta bomba acabó con la vida de 11 personas y dejó heridas a otras 25, explicó en su informe el Equipo de Desactivación de Bombas del Ministerio de Interior paquistaní.

Aunque la violencia en Pakistán ha disminuido considerablemente los últimos años a raíz de dos operaciones militares lanzadas por el Ejército paquistaní, las áreas tribales y Baluchistán siguen siendo las zonas más azotadas por la insurgencia en el país.

Pakistán lanzó en febrero un operativo militar en todo el país contra los insurgentes, bautizado como operación Radd-ul-Fasaad (Eliminación de la discordia, en árabe).

La ofensiva es una continuación de otra operación que se puso en marcha en las zonas tribales en junio de 2014 y con la que el Ejército asegura haber abatido a 3.500 insurgentes, una cifra no comprobada independientemente.