ROMA. El director general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, explicó en una charla con periodistas que esas personas sufren ya inseguridad alimentaria grave y podrían morir de hambre en los próximos meses si no se actúa de forma inmediata.
A su vuelta a Roma tras visitar el noreste de Nigeria, Da Silva afirmó que ha visto en la zona un tipo de conflicto similar al de otras áreas rurales de África y que "crecerá cada vez más" en el futuro influido por el impacto del cambio climático y la degradación de los recursos naturales.
En la cuenca del lago Chad, cuya capacidad hídrica ha descendido un 90 % en las últimas cuatro décadas sobre todo por la evaporación del agua, la falta de precipitaciones y sistemas de riego mal gestionados, la crisis humanitaria se ha unido a la ecológica.
"La población alrededor del lago ha aumentado mucho por el conflicto y esa fuente de agua es la única que tienen para la pesca y el riego de los cultivos", afirmó el responsable.
La violencia ha obligado a 2,5 millones de personas a abandonar sus casas y se estima que en esa región (que comparten Chad, Camerún, Níger y Nigeria) unos 7 millones de personas están pasando hambre y necesitan ayuda urgente.
Da Silva consideró que en estos momentos la asistencia alimentaria es la prioridad, una medida que debe combinarse con el apoyo a los agricultores "para que produzcan alimentos a corto plazo y puedan vender algo de lo que les sobre en el mercado".
Al mismo tiempo, apuntó que habría que potenciar las inversiones y hacer que los productores adopten nuevos sistemas de riego más eficientes y que consuman menos agua, una posibilidad que podría llevarse a cabo desarrollando una industria de estos equipos en la ciudad de Borno.
"La seguridad es una condición previa para la inversión", apuntó el director general de la FAO, que reconoció que las agencias de la ONU pueden hacer "muy poco" en las zonas aisladas y afectadas por las acciones de Boko Haram.
Remarcó la importancia de "parar la fiebre" que supone la violencia, sin olvidar que esas zonas han estado abandonadas durante décadas, sin presencia de un Gobierno central que "tardó demasiado tiempo" en solicitar ayuda a nivel internacional.
"Al principio (en la cuenca del lago) ves a la gente acampando, arena por todos lados, sin animales, pero pronto aparecen pequeños mercados y aldeas que muestran que la sociedad está allí y cuando les das dinero ellos reviven", señaló.
La FAO solo ha recibido 10 de los 62 millones de dólares que requiere para apoyar allí con semillas, fertilizantes y animales de ganado a los productores que encaran el próximo periodo de siembra en mayo tras tres años de difícil sequía.