Gasteiz - “El empleo es la mejor política social que podemos ofrecer a los ciudadanos”, afirma Beatriz Artolazabal para explicar que buena parte de los proyectos estratégicos de su departamento plantean la integración en el mercado laboral como solución de los problemas que sufren muchos colectivos. “El empleo -añade la consejera- permite a las personas llevar un itinerario de vida digna y alcanzar objetivos personales y profesionales”. Esa apuesta por la inserción laboral pasa por una reforma de Lanbide -el Servicio Vasco de Empleo- centrada en la intermediación entre empresas y demandantes de empleo y una gestión más ágil de las ayudas sociales.
¿Qué objetivos cuantitativos se ha planteado para la legislatura?
-Como Departamento y como Gobierno los indicadores más concretos que nos hemos planteado son reducir la tasa de desempleo por debajo del 10%, rebajar la tasa de pobreza en un 20% y dar oportunidades de primer empleo a más de 20.000 jóvenes. Esos son los retos más relevantes en el ámbito cuantitativo pero, aunque soy una defensora ferviente de la medición y la evaluación, las políticas no se miden únicamente en números o porcentajes sino en formas de trabajo, en cuestiones que tienen que ver con la calidad de la prestación. Además de estos objetivos tenemos dos retos importantes: llevar a cabo una reforma y modernización de Lanbide y la adecuación y revisión de la RGI para que atienda las necesidades de la ciudadanía y que se adelante a las necesidades futuras.
También ha dicho que va a trabajar por la inserción laboral de las personas que cobran la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), ¿con qué medidas?
-Hemos detectados diferentes tipos de perceptores de la RGI y en función de las necesidades de cada uno de esos colectivos iremos implementando medidas individualizadas. La RGI es una prestación social que evita que personas que atraviesan una situación complicada caigan en la exclusión, pero las mismas soluciones no son válidas para todos los colectivos. Entre los perceptores hay pensionistas, hay personas con muchas dificultades de acceso al mercado laboral y también un colectivo que puede estar cronificándose. Son personas que por edad o porque tenían profesiones para las que ya no hay demanda no regresan al mercado laboral. Por eso tenemos que intentar acertar con las medidas formativas y los itinerarios para ellos.
¿Esto en qué se traduce?
-¿Qué queremos hacer? Ya hay medidas concretas. Por ejemplo, con aquellos parados que lleven más de tres años percibiendo la RGI realizaremos un trabajo individualizado con el objetivo de facilitar su incorporación la mercado laboral. Para los jóvenes tenemos diferentes programas, como Lehen Aukera, que ya está funcionando y queremos potenciarlo, otro de retorno y uno de intermediación económica.
¿Entonces, una vez digerida la gestión de la RGI, Lanbide va a retomar la intermediación laboral y los cursos de formación?
-Lanbide es una organización joven que ha tenido un comienzo difícil. Durante seis años ha sido objeto político de confrontación y desde las formaciones políticas no se le ha ayudado a consolidar el proyecto. Siempre se ha cuestionado el trabajo que estaba haciendo, que era complicado y en una situación difícil. Gracias a sus profesionales y a la dirección anterior Lanbide se ha estabilizado. Aunque la percepción que tiene la ciudadanía no sea la más favorable, creo que no es tan negativa como hace unos años y se puede afirmar que ha acabado una etapa. En este momento el futuro de Lanbide se enfoca a su objeto principal: intermediar entre las personas en paro con las empresas que ofrecen puestos de trabajo.
¿No volveremos a oír a un cargo de Lanbide decir que a sus hijos no se les ocurriría recurrir al Servicio Vasco de Empleo?
-No, eso es una cosa del pasado.
Pero no parece fácil que Lanbide y las ayudas sociales queden fuera de las críticas y el debate político.
-No, pero los políticos tenemos que ser responsables y no utilizar como arma arrojadiza las ineficiencias que surgen en Lanbide, porque a veces hay informaciones en las que la noticia no es lo que pasa en Lanbide, aunque el titular tenga esa connotación. Si de verdad nos creemos que Lanbide es el sistema vasco de empleo, que tiene un trabajo importante para ayudar a que las personas accedan al mercado laboral, para tener una vida digna, creo que le hacemos un flaco favor si lo utilizamos como elemento de confrontación política en lugar de intentar buscar soluciones. Yo siempre he aceptado la crítica constructiva, pero entiendo que esa crítica tiene que venir con propuestas y no solamente con descalificaciones.
Hay una gran diferencia entre los datos de fraude en la RGI que presenta el Gobierno Vasco y la percepción ciudadana, ¿cree que estos extremos pueden llegar a confluir?
-Se aproximarán cuando seamos capaces de no focalizar el fraude en algunos colectivos. Creo sinceramente que Lanbide tiene un margen de mejora importante en la gestión de la RGI, hay que hacerla mucho más ágil, más dinámica, facilitar el trabajo a las personas que gestionan la documentación, que es muy farragosa, pero sí pondría en valor que desde que Lanbide gestiona la RGI hasta hoy, la mayor parte del posible fraude son ingresos indebidos. No se trata de personas que han querido defraudar a la administración, sino que a la hora de tramitar las ayudas se ha producido un desfase y se han hecho abonos indebidos.
¿Qué se está haciendo para solucionar esta situación?
-Se han hecho reclamaciones a más del 85% de esos perceptores que han recibido la RGI de forma inadecuada. Esto se debe a que Lanbide ha revisado todas las prestaciones que se han concedido. Tenemos que intentar que no se produzcan cobros indebidos y ajustar el sistema para que cuando una persona perceptora de la RGI modifica su situación laboral no haya un desfase. Hay que mejorar el procedimiento de gestión y lo haremos, pero la percepción que tienen los ciudadanos viene motivada por otras cuestiones y no obedece a la realidad. Por eso ahora nos toca mejorar la gestión y darle la vuelta a la percepción social, porque a fin de cuentas es un dinero público que gestionamos y lo tenemos que hacer de manera responsable, eficiente y con rigor.
En su comparecencia en el Parlamento Vasco anunció un incremento del 50% en las ayudas a las familias, ¿van a subir las ayudas actuales o a crear nuevas?
-Hay tres líneas de financiación para las familias, pero creo que el incremento de la natalidad no va a venir únicamente por una cuestión económica o un incremento de las ayudas. Va a venir, entre otras cosas, por un cambio cultural que implante la corresponsabilidad en el cuidado de los hijos. No obstante, en la cuestión económica estamos trabajando en la posibilidad de alguna nueva línea, distinta a las tres que tenemos, y en reforzar las que ya existen. Nuestro objetivo es incrementar las ayudas a las familias en un 50% a lo largo de la legislatura, ahora no puedo decir cuáles van a ser ni de qué cuantía.
¿Se incidirá en facilitar la conciliación laboral y familiar?
-Trabajaremos en lo que necesiten las familias porque opino que ninguna familia, lo mismo una monoparental que una tradicional, se va a plantear tener un hijo por una ayuda económica puntual que nosotros podamos ofrecer. La conciliación es fundamental, pero no solo en el ámbito laboral, que es muy importante, sino también en el ámbito interno. Tenemos que asentar la idea de la corresponsabilidad, eso de que los padres ayudan tenemos que descartarlo, no se trata de que ayuden, son corresponsables en las tareas del hogar y la familia y aquí las mujeres tenemos que intentar ir cambiando la cultura.
Este cambio se plantea en una estrategia vasca con el horizonte de 2020, parece poco tiempo.
-Los cambios culturales no son fáciles, pero es obligación de las instituciones y, en concreto, de este Gobierno liderar, favorecer y facilitar que se produzcan, pero no podemos hacerlo solos, necesitamos la colaboración de las empresas, los sindicatos, los educadores...