gasteiz - El Gobierno Vasco va a evaluar este curso la labor docente del 20% del profesorado funcionario en prácticas. El Departamento de Educación da de este modo un paso de gigante antes de examinar el desempeño profesional de los 37.000 docentes que ejercen en la escuela pública vasca, siguiendo el camino abierto con las direcciones de los centros escolares. Así se recoge en el Plan Anual de la Inspección de Educación para el curso 2016-2017, que además elaborará junto con la Universidad y otros agentes el perfil profesional docente de Euskadi necesario para realizar esa evaluación general. La evaluación consistirá en una visita al aula, una autoevaluación del profesor y su contraste por parte del servicio de Inspección educativa.
Estos controles externos, incluidos por primera vez en el Currículum Vasco y en el Libro Blanco de la Profesión Docente del filósofo José Antonio Marina y la pedagoga Carmen Pellicer, no llevan aparejados ningún tipo de sanción. Únicamente persiguen ayudar al profesorado a mejorar sus habilidades docentes, identificar sus debilidades o potenciar la relación con sus estudiantes a través de la formación. La idea es incorporar la cultura de la evaluación externa en el día a día de los colegios como factor para mejorar el rendimiento y el clima escolar. Primero fueron los estudiantes con las Evaluaciones de Diagnóstico que realiza el ISEI-IVEI desde 2008, después las direcciones desde 2012 y ahora le toca el turno a unas de las piezas claves del sistema educativo: el profesorado.
El Departamento de Educación aún no ha aprobado la orden que regula el procedimiento de evaluación docente, sin embargo, Inspección Educativa aplicará a lo largo de los próximos meses la metodología empleada el curso pasado en una experiencia piloto cuya valoración fue “muy positiva”, según los testimonios recogidos para un artículo por Karmele Totoricagüena, presidenta de la Asociación de Inspectores e Inspectoras de Educación de Euskadi (AIEE) en el que realiza un balance cualitativo de la experiencia.
Ane Ereño, profesora del Colegio Eguzkitza Meabe (Lemoa), señala tras haberse sometido a la evaluación que le parece “muy conveniente realizar esta reflexión, pero no solamente los funcionarios en prácticas sino todos los miembros de la comunidad”. Desde su punto de vista, la evaluación “posibilita la reflexión sobre el trabajo personal y la considero de mucha ayuda para la mejora de nuestra práctica”. Para Eguzkiza, la observación directa en el aula por parte de la Inspección sobre su trabajo, lejos de incomodarla, fue útil ya que “en muchas ocasiones lo que no aprecia una misma, desde fuera otra persona lo puede visualizar”. Para Amagoia García, profesora del Colegio Gandasegi (Galdakao), el examen externo por el que pasó el año pasado le ha “venido bien para mejorar algunos aspectos de mi práctica y para dar más importancia a algunos ítems”.
El proceso de evaluación diseñado por Inspección Educativa se divide en tres trimestres. El primer trimestre se plantea como una toma de contacto. Los y las inspectoras acuden al centro escolar y mantienen una reunión con el profesor, su tutor y la dirección para explicar las características del procedimiento, requisitos e indicadores a evaluar. Durante el segundo trimestre, la Inspección realiza un seguimiento de las prácticas. Realiza una entrevista al docente y hace una vista al aula para examinar in situ su desempeño en base a una tabla con distintos indicadores creada al efecto. Entre otros aspectos, la persona examinadora mide la planificación de las clases, si las actividades son instructivas y se adaptan al currículum; la práctica docente en el aula, en base a criterios inclusivos, si la metodología es efectiva y se adapta a las característica del alumnado. También valora la tutoría y la relación con las familias y los criterios de evaluación y seguimiento de sus estudiantes.
Los inspectores valoran muchos de las cualidades que debería reunir un buen docente, desde si es puntual y prepara las clases hasta si es capaz de mantener el ritmo de la clase y el control del grupo al mismo tiempo. También determina si domina la didáctica de la materia, su claridad a la hora de explicar o atiende a los distintos ritmos y formas de aprender de los escolares. Por otro lado, se observa si las actividades que proponen en el aula promueven el desarrollo de las competencias, pone en práctica experiencias trabajadas en los cursos de formación o aplica procedimientos para ayudar a quienes han suspendido. La evaluación también presta atención al clima y a la capacidad de relacionarse con el grupo, observando si establece normas claras y expectativas positivas sobre el comportamiento del alumnado creando un clima de confianza. Y se comprueba si el profesor mantiene un trato cordial con el grupo o si muestra empatía por las características emocionales, sociales y físicas de sus estudiantes. Tras esta sesión en el aula, Inspección informa sobre los aspectos a mejorar y el docente realiza una autoevaluación de su labor en base a una tabla de características similares a la usada en el aula. Tras ello, se abre un proceso de reflexión entre todas las partes. Y finalmente, Inspección emite un informe en el que valora la función docente del profesor en prácticas.
Al menos el 20%. El Plan Anual de la Inspección de Educación para el curso 2016-2017 prevé el “diseño y desarrollo de la evaluación de la función docente, con aplicación inicial a los funcionarios en prácticas” así como la “elaboración de un documento que describa el perfil docente” que facilite una referencia marco ante cualquier otro proceso de evaluación. En este sentido, la Inspección considera que “es necesario continuar” con el proceso iniciado el curso pasado y llegar “al menos al 20%” del profesorado funcionario en fase de prácticas.
Nota de 7. La evaluación se desarrollará a lo largo del curso, culminará el 30 de junio de 2017 y cuenta con una nota de más de 7 por parte del profesorado examinado el curso pasado.