madrid - Si alguien esperaba la incorporación de algún independiente reconocido por otros partidos al equipo de gobierno de Mariano Rajoy, debió sentirse decepcionado ayer al conocer el organigrama del nuevo Ejecutivo español. El presidente ha optado por rodearse de sus más fieles colaboradores y cargos del PP, sin concesiones aparentes a la oposición más allá del relevo cantado del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, cuya situación parecía ya insostenible; o la presencia de tres ministros que negociaron el pacto con Ciudadanos, una especie de garantía de que el acuerdo se cumplirá. Lo que destaca por encima de todo es la continuidad de su equipo económico, a pesar del cuestionamiento generalizado de la política de recortes y la reforma laboral desplegada en su anterior mandato. Rajoy mantiene a Luis de Guindos en Economía y Competitividad, a Cristóbal Montoro en Hacienda y a Fátima Báñez en Empleo y Seguridad Social. Es más, Rajoy ha decidido rematar el equipo sumando a Álvaro Nadal en Energía, su gurú personal en materia económica y su acompañante en todas las cumbres europeas. Guindos, por su parte, sale reforzado asumiendo también las funciones de industria, por lo que será el encargado de defender el acero vasco en las instituciones europeas.
La defensa sin fisuras por parte de Rajoy de la política económica desplegada hasta la fecha supone un desaire no solo a los socialistas, sino a sus propios socios preferentes de Ciudadanos, que habían marcado con una cruz a Montoro por las impopulares amnistías fiscales. Albert Rivera ha pedido revocar algunos aspectos de esas amnistías, que permitieron regularizar grandes fortunas ocultas en el extranjero pagando porcentajes muy reducidos y cercanos al 3%, y está por ver qué encaje tienen ahora esas demandas si Montoro sigue al frente. Rajoy vuelve a enviar el mensaje de que no pretende cambiar el rumbo de su política económica porque cree que ha colocado al Estado en la senda del crecimiento. En cuanto al perfil político de su gobierno, Moncloa lo defiende como una virtud y un guiño a la oposición, a la que quiere transmitir el mensaje de que no será un equipo tecnócrata y habrá negociación.
interlocutora del pnv Rajoy tendrá un equipo con trece ministros y una estructura casi calcada a la de los últimos años. La principal novedad radica en que su vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría se situará al frente de la nueva cartera de Administraciones Territoriales. Puede interpretarse como un guiño hacia Catalunya, porque ese ministerio podría encargarse de plantear soluciones políticas al problema territorial y a la financiación autonómica, o al menos así se ha filtrado en los últimos días a medios de comunicación españoles. Es pronto para aventurar si será positivo también para el PNV a la hora de gestionar el fin de los recursos contra leyes vascas y si detectará una mayor sensibilidad en la vicepresidenta, con quien ha mantenido una interlocución fluida todos estos años porque Rajoy había delegado en ella el diálogo con los jeltzales.
Sáenz de Santamaría sale reforzada y continúa al mismo tiempo en la cartera de Presidencia, aunque pierde la portavocía en beneficio del responsable de Educación, Iñigo Méndez de Vigo, una figura al alza en los últimos meses de quien se destaca su perfil conciliador. Cabe recordar que llegó al ministerio tras el adiós de Wert, y se le atribuye haber apagado algunos de sus incendios y haber abierto la puerta a las primeras cesiones sobre la reforma educativa.
En el gobierno habrá seis caras nuevas para reemplazar a tres ministros que se van, y para cubrir tres vacantes que llevan meses o semanas sin ser completadas. Los ministros que se despiden son el de Interior, Jorge Fernández Díaz; el de Exteriores, José Manuel García Margallo; y el de Defensa, Pedro Morenés. Fernández Díaz había quedado muy cuestionado por la filtración de unas grabaciones en las que parecía conspirar contra políticos soberanistas catalanes con el exdirector de Antifrau. También le ha perjudicado la gestión de algunas operaciones policiales, como la dirigida contra los abogados de los presos de ETA en 2014, cuando filtró la noticia antes de que se produjeran las detenciones. Ese desliz le costó la dimisión a su responsable de prensa. El Gobierno vasco ha visto una orientación mediática en sus actuaciones y ha lamentado su apuesta únicamente policial en el cierre de la violencia. También le reprocha su falta de colaboración para reducir el número de agentes españoles en suelo vasco. Ahora tendrá un nuevo interlocutor, el expresidente del PP andaluz Juan Ignacio Zoido, del que existen pocas referencias en estas lides, aunque es juez de carrera y en la hemeroteca hay algunas declaraciones suyas sobre la necesidad de que ETA se desarme y pida perdón.
Margallo también deja el gobierno tras haberse significado en alguna ocasión como un verso suelto con propuestas de su propia cosecha para Catalunya, que expresaba sin contrastar antes con el PP. Le reemplazará Alfonso Dastis, otro estrecho colaborador de Rajoy que le ha acompañado en cumbres europeas. Morenés, por su parte, abandona Defensa y deja al gobierno sin el único representante vasco que había hasta la fecha. En ese sentido, finalmente el exalcalde de Gasteiz Javier Maroto no ha logrado hacerse un hueco, a pesar de que se hubiera especulado con su entrada en el gabinete como cuota de la nueva hornada de jóvenes dirigentes del PP. Tampoco lo ha logrado Pablo Casado. Quien sí ha sido premiada por Rajoy es la secretaria general, María Dolores de Cospedal, que entrará en el gobierno sustituyendo a Morenés al frente de Defensa. Todos los rumores la situaban al frente de una cartera potente. Cospedal arrastra tras de sí cierto desgaste político por haber sido ella quien ha puesto el rostro del PP a la hora de valorar decisiones judiciales en materia de corrupción. Fue muy célebre su explicación del finiquito al extesorero Luis Bárcenas.
caras nuevas Las otras tres caras nuevas se situarán al frente de los ministerios vacantes por la marcha de Ana Pastor de Fomento, Alfonso Alonso de Sanidad y José Manuel Soria de Energía. El alcalde de Santander Iñigo de la Serna llevará las riendas del ministerio encargado de impulsar las obras del tren de alta velocidad, la diputada catalana Dolors Montserrat gestionará la sanidad, y el ya citado Álvaro Nadal comandará Energía.
De los seis nuevos nombres, cuatro son cargos del partido (Cospedal, Zoido, De la Serna y Montserrat), y dos son fieles colaboradores de Rajoy (Nadal y Dastis). En el PP han querido presentarlo como algo positivo porque significa que el gobierno será político y tendrá vocación negociadora. A C’s, por su parte, le ha reconfortado que Rajoy incorpore a tres personas que negociaron su pacto (Báñez, Montserrat y Nadal), aunque queda el borrón de Montoro, su bestia negra.
También se mantienen Rafael Catalá (Justicia) e Isabel García Tejerina (Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente). Lo que mayor sorpresa y disgusto ha causado en la oposición ha sido la continuidad en bloque del equipo económico de Rajoy, lo que apunta a la continuidad en sus políticas. El equipo se ha mantenido intacto, además, a pesar de las dificultades para aunar a dos de sus miembros, Guindos y Montoro, cuyas discrepancias han trascendido públicamente. Montoro pierde atribuciones porque Administraciones Públicas se ha desgajado de su cartera.