Sabemos desde hace tiempo -y los vascos, con profusión y conocimiento de causa- que el Estado tiene sus cloacas siempre perfectamente enmerdadas. Lo que en verdad desconocemos es el tamaño real de esa inmensa fosa séptica de la que lo poco que se vislumbra es similar a la punta del iceberg y, también, los poceros dispuestos a bajar a la alcantarilla: esos patriotas -o mejor, salvapatrias- ávidos de pasar a la historia luchando contra infieles, corruptos y, lo peor, enemigos de la indisoluble unidad de España. “Ministro, yo soy español por encima de todo”, le decía por todo argumento el magistrado director de la Oficina Antifraude de Catalunya, Daniel de Alfonso, al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en aquella fétida reunión.

Ambos, pese a todo, se aferran a su puesto -el ministro, en funciones, es además candidato y, si Marcelo (su ángel de la guarda) no lo remedia, será el máximo responsable del recuento electoral el domingo- y defienden su honorabilidad, honradez y dignidad, mientras ponen en marcha el ventilador.

El episodio de la delictiva conversación entre el ministro y el magistrado para conspirar -derribar a Artur Mas-, confabularse entre sí y con otros para atacar al adversario político -“esto la Fiscalía te lo afina”-, intercambiarse papeles e informes y la no menos delictiva grabación de la entrevista, así como otras prácticas como la de elaborar informes apócrifos contra los enemigos de España llevaría a cualquiera a exclamar: hasta aquí hemos llegado. Es, sí, la frase que un muy enfadado Mariano Rajoy le soltó a Pedro Sánchez hace unos meses en el famoso cara a cara previo al 20-D justo antes de llamarle, por este orden, ruin, miserable y mezquino. Pero estas pequeñeces de ahora -atención: “El presidente lo sabe”, le dice el ministro al responsable de Antifrau- no hacen inmutarse a Rajoy. ¡Como si él, que ha sido ministro del Interior tras el maestro Jaime Mayor Oreja, no supiera cómo funcionan las cosas por las cloacas, cuyo hedor se filtra hasta el salón de la Moncloa! Cómo no va a saber que los informes ad hoc contra los adversarios -la izquierda abertzale, Ibarretxe, Atutxa...-, convenientemente utilizados por unas manos limpias muy sucias y pasados por la ingeniería político-judicial oportuna, pueden encontrar un juez o un periodista patriota.

La filtración, seguro que nada casual en este momento de final de campaña, de estas conversaciones hará poco daño electoral a Rajoy pero añade presión al resto, a los, al menos en teoría, partidarios del cambio, de la regeneración, del fin de la impunidad y el conchaveo. Es una prueba más, la guinda, de la práctica imposibilidad de que no solo Rajoy sino el PP puedan abordar esa ineludible reforma del Estado para hacerlo realmente democrático.

‘macedonia’ La publicación de estos desmanes es intencionada, sí, y viene a ser, a su vez, una conspiración en favor del PPexit, de la salida, del desalojo del Partido Popular, lógicamente previo acuerdo entre otras formaciones, que es lo que se está buscando. Puede ser el argumento que fuerce definitivamente la necesidad de cocinar una innovadora macedonia de frutas -sin agua, claro-, sobre todo ahora que las berenjenas y las fresas están prácticamente al mismo precio mientras que las naranjas parecen madurar al fin. Si no lo entiende, no visualice las frutas, sino los colores de las mismas y asócielas a cada opción política. Son exigencias de la obsoleta y absurda prohibición de publicar sondeos electorales ¡Ah!: el agua, excluida en esta macedonia, es un ingrediente muy popular.