Barcelona - Dentro de la incertidumbre en la que la CUP ha sumido el proceso soberanista catalán, como consecuencia de su división interna a cuenta de si apoya o no la investidura de Artur Mas, el propio president en funciones de la Generalitat abogó ayer por no moverse ni un milímetro de la última oferta que Junts pel Sí trasladó al partido anticapitalista. La CUP puede tensar la cuerda hasta provocar la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas, pero nada más, vino a decir el dirigente nacionalista. “Hay que poner unos límites”, aseveró.

En una entrevista en Catalunya Ràdio, Mas admitió que le sorprendió el “muy complicado” empate que se produjo el pasado domingo en la asamblea de la CUP entre quienes apoyan su investidura y los que no. Tras admitir que ese partido es libre para decidir como quiera, recordó que la mitad de asamblearios cuperos aceptó la propuesta de JxSí, que además de su propia investidura incluye una hoja de ruta hacia la independencia y un plan de choque social. Continuó señalando que la CUP tiene ahora mucha fuerza para decidir, pero “no tanta para cambiar un presidente, y ésta es la fuerza que debe medir” esa formación política porque no puede imponer todas sus condiciones.

“Si las grandes decisiones las toma solo la CUP, ¿cuánta gente baja del tren del proceso?”, se preguntó Mas, que pidió a los antisistema que entiendan que “para proteger este proceso” y evitar su “descarrilamiento” deben utilizar su fuerza “con mesura”. “No soy un obstáculo ni un problema”, afirmó el president de la Generalitat en funciones, convencido de que “el problema es cómo protegemos y garantizamos mejor el proceso soberanista catalán”. Según su parecer, “aquí no sobra nadie”, porque “un proceso así no se puede construir vetando” a partidos o personas, “sino votando”.

Sobre el tuit que el pasado lunes publicó el número dos de CDC en el Congreso, Carles Campuzano, que sugirió buscar otros aliados o ir directamente a elecciones después de ver el resultado de la asamblea de la CUP, el president puntualizó que no queda más remedio que “agotar el plazo” del 10 de enero, porque no se pueden convocar comicios antes de esta fecha, por mucho que la situación actual de bloqueo de la investidura sea “completamente absurda”. Mas lamentó a su vez que “se hiperpersonalice” un proceso soberanista en el que él considera que se ha puesto de lado.

Cuando ya han pasado más de tres meses de las últimas elecciones en Catalunya, el presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sánchez, reconoció ayer que una parte de los independentistas sufre cierta “fatiga” y aseguró que aprecia un “desgaste” del proceso hacia la independencia causado por las negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP. En una entrevista a Radio Euskadi, Sánchez afirmó que no descarta un escenario de nuevas elecciones, pero opinó que lo mejor sería “que haya un Govern y que éste pueda llevar a cabo el proceso institucional previsto”.

Deshacer el empate Mientras, el secretariado nacional de la CUP volvió a reunirse anoche para consensuar la fórmula sobre la que las asambleas territoriales tendrán que pronunciarse con carácter previo a la reunión del Consejo Político del próximo sábado, en el que se decidirá finalmente si apoyan la investidura de Mas. Las asambleas territoriales trasladarán sus posiciones a los en torno a 70 integrantes del Consejo Político, y serán éstos los que tendrán la última palabra.

Por el momento, el secretariado nacional advirtió ayer a los militantes de que las asambleas territoriales serán convocadas esta semana “con poco margen de tiempo” para que evalúen “nuevos escenarios” en relación con la propuesta negociada con Junts pel Sí y la investidura del president de la Generalitat. En un comunicado, pidió a sus bases “paciencia y comprensión” ante el hecho de que el empate del pasado domingo les obligue a tener que volver a pronunciarse.