Bilbao - Mientras se plantea acometer El concierto para ninis: ni tiempo ni idea, una versión de bolsillo del trabajo recién terminado, Pedro Luis Uriarte sigue empeñado en poner en valor la realidad del sistema vasco de financiación. Un sistema del que fue arquitecto en primera persona 35 años atrás al negociarlo y firmarlo en su versión vigente. Un sistema, advierte, que ahora mismo no habrá más de un 7% de la población vasca capaz de explicar. Pero Uriarte se considera en primer lugar un ciudadano que da su opinión, no que hace política. Aunque su reflexión implica consideraciones de esta naturaleza cuando reclama tomar conciencia de la realidad económica del país para poder transformarla y asentar nuevos cimientos.
¿Por qué hace falta difundir aún hoy las bondades del Concierto.
-Porque no es solo que no se conozca, es que no se valora. Porque este no es un debate político y tampoco se sabe que el Concierto no es un tema técnico; son camas de hospitales, es educación, es el apoyo al que no tiene trabajo, a la viuda. Es gasto público, que es el elemento más redistributivo que existe.
Pero esto no está en el debate político preelectoral. Nos hablan de eliminar, revisar o suspender el Concierto y el Cupo.
-El Concierto lo pueden rechazar visiones centralistas. Si esto es un elemento de diferenciación, se lo quieren cargar como sea. Pero la persona que tiene ideología legítimamente independentista tendría que ser un acérrimo defensor del Concierto. Sin embargo, los hay que lo ven con distanciamiento porque les resulta poco; lo ven como vínculo de unión con España. Pero la independencia tiene dos vertientes: la política y la económico-financiera. ¿Pretende construir un país independiente sin una base económica-financiera?
¿Se contempla eso en Catalunya?
-El problema de Catalunya con su petición no solo es la vertiente política sino que luego tendría 68.000 millones de deuda, un rating de bono basura y tiene que asumir casi el 20% de la deuda española. ¿Y cómo va a financiar 260.000 millones de deuda? Pues sería un estado fallido de entrada. La situación vasca, precisamente por el Concierto, es distinta. Le caería el 6% de la deuda estatal, 50.000 millones, tiene 10.000 de deuda propia pero un rating dos puntos superior a la del reino de España. Habría un momento de duda: ¿a estos les prestamos? Pues harán los bancos sus cálculos y verán que se nos puede financiar porque pagamos. Así que para un independentista el Concierto debería ser algo a defender a muerte.
También hay críticas sindicales.
-Desde la vertiente sindical, aunque le moleste muchísimo a ELA, no defender el Concierto es un error catastrófico. Porque lo están viendo desde una perspectiva político-institucional, pero el Concierto es la columna vertebral del estado de bienestar. Y es lo que permite políticas redistributivas máximas. Yo no consumo sanidad pública ni educación pública ni renta de garantía, que es donde se van el 73% del gasto público, pero pago mis impuestos. Luego estoy aportando: redistribución clarísima. No confundas eso con la lucha institucional. ¿Que te cae gordo el gobierno y sus gobernantes? Perfecto, pero no dejes de defender su esencia.
El Convenio navarro se había librado de ese señalamiento.
-La metodología de Cupo que yo negocié se incorpora copiada letra a letra al convenio de Navarra. En una situación política peculiar, hay un momento -en la etapa de Aznar e Ibarretxe- en que en los tribunales hay 100 normas forales vascas recurridas por cuatro navarras. Las normas navarras, que eran muy parecidas, no se reclamaban. Los motivos: formales y políticos. La parte política era que en Navarra gobernaba UPN en alianza política con el PP y Navarra es cuestión de Estado desde esa perspectiva.
¿Y qué ha cambiado?
-A partir del mes de mayo hay una configuración política distinta y Navarra. A partir de ahora van a estar en la misma situación que la Comunidad Autónoma Vasca. Por eso debería haber un acuerdo de inteligente colaboración, sin interferencias, en interés de ambos para defender de común acuerdo y con los mismos criterios lo que es común. Necesitan la defensa inteligente de los intereses de ambos porque, desde mayo pasado, están en la misma nave política que la CAV: bajo sospecha. Te tienes que apoyar.
Pero hablaba también de una parte formal.
-Había una razón jurídica: las normas forales podían ser recurridas por cualquiera al Tribunal Contencioso Administrativo y las navarras tenían que ir al Constitucional. Es el famoso blindaje, que está recurrido por las comunidades limítrofes y aún no se ha decidido. Si deroga el blindaje, la solución sería que las normas forales sean ratificadas inmediatamente por el Parlamento vasco. Y eso no impide a las Juntas generales aprobar lo que sea. Pero crea polémica porque no sabemos separar lo que son planteamientos estratégicos, hacia afuera, de lo que son tácticos hacia adentro. Hacia afuera, bloque; hacia adentro ya nos arreglaremos. Pero ahora no somos un bloque; somos una sociedad fragmentada política, institucional, económica y deportivamente.
El PP ha acordado con UPN eliminar la disposición transitoria que otorga a los navarros decidir si quieren sumar con la CAV. Puestos a abrir el melón constitucional, ¿puede estar en riesgo el sistema de Concierto?
-Una tontería como la copa de un pino, porque lo puede eliminar de la Constitución, pero a ver cómo lo elimina del Estatuto de autonomía del País Vasco y del navarro. La misma Constitución que se modificara tendría que ser sometida a referéndum. Y, ¿tendría un resultado favorable en Euskadi y Navarra el eliminar la cobertura constitucional foral? Y, por esa idea de que vascos y navarros tienen que pagar más cupo ¿usted se va a crear un problema político en el año 2016 con una constitución desintegradora? Y, siendo Navarra una razón de Estado, ¿le va a quitar usted a la razón de Estado algo que tiene desde 1841? Pues menudo follón. Pero, además, el Concierto está en el Estatuto de Autonomía y ese está aprobado por referéndum. Si lo deroga como ley orgánica, ¿qué ofrece a cambio? ¿Un Estatuto sin Concierto ni aprobado por referéndum? Sería un acto de agresión porque quienes lo proponen son partidos que, desde una supuesta mayoría estatal, imponen a una mayoría vasca un sistema que no quiere. Yo creo que hay gente suficientemente inteligente, una vez pasados los ardores patrióticos y las elecciones, para que eso sea impensable y hasta imposible jurídicamente.
¿A pesar de quienes nos atribuyen la imagen de paraíso fiscal?
-Seguimos teniendo la imagen de paraíso fiscal y, a la chita callando, los que no tienen esa imagen se están llevando el gato al agua. En el período de desarrollo de la etapa democrática, la Comunidad de Madrid ha elevado su PIB en casi 40.000 millones de euros. Que equivalen a 8.000 millones más de recaudación.
Eso no ha pasado en otros sitios.
-No, claro. A medida que se ha ido descentralizando el poder político se ha centralizado el económico, el cultural, el mediático; centralización de talento, capacidades, centros de decisión, infraestructuras, etc.
¿Es una decisión planificada esa de reforzar el centro?
-Es un modelo clarísimamente inducido políticamente. Se está apostando por ese modelo, que es enormemente empobrecedor para el resto.
¿Y cómo se puede responder a ese proceso desde Euskadi?
-Pues tenemos que hacer una reflexión como país. Repensar Euskadi y apostar por la transformación. Siguiendo la línea continuista que tenemos, vamos seguro a la decadencia. Una economía con alto paro (15%) y un horizonte económico poco dinámico como es el europeo, con el cual nos relacionamos más del 60% de nuestra economía, la situación demográfica, la competencia de Madrid y un entorno político interrogante en términos constitucionales, tenemos que repensar el país como lo hicimos en 1980. El Estatuto, el Concierto, la LTH, definieron un modelo de país. Pero es que ha cambiado el mundo y ha cambiado España. Y estamos bajando poco a poco con el problema de hacérselo ver a una sociedad adormecida, autocomplaciente en su bienestar con un PIB per cápita como yo: viejo. Con poca gente joven trabajando soportando a una creciente de más de 65 años. El Gobierno, los partidos que se sienten comprometidos, hay que sentarse en una mesa y hay que reflexionar.
¿Y qué habría que analizar?
-Hace falta una reflexión profunda sobre la política presupuestaria. Ahora se entiende la política pública de primar el gasto público: lo urgente sobre lo necesario. Con visión de corto plazo por una crisis social gigantesca en el año 2008 hay que dar respuesta a esa gente. Pero esa dinámica, aplicada a largo plazo, es suicida. Porque si no apuestas por lo necesario, la internacionalización, el I+D, por lo que todos saben que es necesario, estás perdido. A cambio de esa economía de subvención, que puede ser muy necesaria, estás dejando de hacer lo que te puede producir aumento de actividad, con ella recaudación y así mantener los servicios sociales. Nuestro objetivo es hacer una economía que crezca más que la española.
¿Cómo se afronta esto?
-La única forma es que ocurra lo mismo que entre 1993 y 2007, que crecimos más que la economía española y teníamos un paro técnico. En ese tiempo, la Seguridad Social en tus manos te habría ahorrado al Estado un pago de 2.800 millones. Pero cuando la crisis afecta a tu economía, sufrimos más que el conjunto de la española porque tienes personas de más edad, más prestaciones y bajan las cotizaciones. Y en cinco años te hace un agujero de unos 1.500 millones por año. Si se los restas al presupuesto vasco, el problema habría sido complicadísimo. Por eso el gran debate no es subir los impuestos. Eso es trivial. Se trata de generar actividad, atraer inversiones generar empleo, etc.¿Y el Concierto permite hacerlo?
-Nos da el marco porque en virtud del Concierto podemos articular políticas económicas diferenciales. Castilla-La Mancha, ¿cómo va a hacerlo, si es una economía subvencionada por el Estado? Tendrá que hacer lo que le diga el Estado. Aquí tenemos una expectativa. Otra cosa es que acertemos. Pero se puede hacer. Habrá que renunciar a cosas, habrá que ajustar otras cosas y habrá que potenciar otras. Esa es la estrategia que hay que poner sobre la mesa. Hay que repensar Euskadi de arriba abajo. Hay que afrontarlo. No lo puedes hacer ahora, con unas elecciones el 20 de diciembre, pero lo tienes que hacer.