MADRID - El lehendakari dio de plazo hasta finales de este mes a Mariano Rajoy para llegar a un acuerdo sobre varias competencias pendientes de transferir a Euskadi, inversiones en el tren de alta velocidad y el aeropuerto de Foronda, y el Cupo, el dinero que pagan los Vascos a Madrid por servicios como el Ejército o la Corona y en concepto de solidaridad con otros territorios. Iñigo Urkullu trazó esa línea roja porque será este mes cuando se aprueben los últimos Presupuestos de la legislatura del presidente español antes de las elecciones de finales de 2015 y, por tanto, esas Cuentas eran el último tren para que Euskadi pudiera arañar compromisos económicos. Era también una ocasión de oro para que pudiera reconducirse la tensa relación entre los jeltzales y Madrid, muy tocada por las invasiones de competencias vascas denunciadas por el PNV, lo que ha provocado que la confianza en Moncloa caiga a mínimos históricos. Hoy mismo arrancará la sesión de control en el Congreso, y será en su tercera jornada, el jueves, cuando se sometan a votación los Presupuestos, un trámite que puede condicionar el futuro de las relaciones institucionales entre el Gobierno Vasco y el español. ¿Esa fecha quiere decir que el PNV y Rajoy aún tienen margen hasta el jueves para buscar un acuerdo de última hora? No. Fuentes del grupo jeltzale en el Congreso explican a DNA que lo que se hará pasado mañana será ratificar los cambios que se hayan introducido en el Senado, sin margen para incorporar nada nuevo in extremis. Teniendo en cuenta que el PP no atendió en el Senado ninguna reivindicación de enjundia planteada por el PNV, ya se puede decir abiertamente que el plazo fijado por el lehendakari ha culminado sin acuerdos. La negociación ha quedado zanjada y el Congreso solo puede tumbar o aprobar los matices incorporados en el Senado.

Las fuentes consultadas precisan que el PNV votará sin duda alguna en contra de las Cuentas, una posibilidad que ha sobrevolado la negociación desde el inicio de las conversaciones y que, a juzgar por la nula apertura del PP, no ha preocupado a Rajoy. El presidente español sabe que cuenta con la mayoría absoluta suficiente para aprobar los Presupuestos y no ha dedicado guiños de relevancia al PNV. No ve Euskadi como un problema y desde determinados ámbitos se ha precisado que, en todo caso, los gestos que pueda dedicar los reservará para Catalunya, aunque tampoco está siendo generoso en ese supuesto, según han denunciado desde el Govern. Rajoy encara la recta final de su mandato fiándolo todo a la carta de la recuperación económica y el diálogo social -ayer logró la ansiada fotografía con los sindicatos y la patronal pactando una nueva ayuda para parados de larga duración-, sin adentrarse en debates espinosos que lo puedan desgastar electoralmente, como una reforma constitucional para Catalunya o la financiación autonómica. Tampoco ha movido la renovación del Cupo. El jueves llegará la votación definitiva de las Cuentas, y solo cabría que, en un futuro, Rajoy decidiera reconducir su postura activando un crédito extraordinario en Consejo de Ministros, pero nadie baraja en serio esa posibilidad aunque el Gobierno tenga esa prerrogativa para situaciones sobrevenidas. El PNV del Congreso ya da por zanjada la negociación.

Paz ¿Y ahora, qué? Desde el PNV no ocultan que la falta de compromisos de Rajoy y los incumplimientos del Estatuto de Gernika “no son buenos” para una relación fluida y normalizada, máxime cuando el lehendakari ya venía subiendo el tono tras decisiones como la del Tribunal Constitucional, cuando limitó la posibilidad de recuperar los fondos invertidos por los Vascos en sus planes de pensiones (EPSV). Urkullu lanzó que le cuesta no decir que dejen en paz a los vascos. Pero habría que tener en cuenta un matiz que impide dar por zanjadas las conversaciones: las fuentes consultadas puntualizan que no ha habido acuerdo vía presupuestaria, en las reivindicaciones que debían ir acompañadas de una dotación económica, pero hay otras cuestiones que no necesitan fondos, como la paz y la política penitenciaria o las invasiones competenciales, que siguen otro cauce al margen de las Cuentas y aún habría margen para negociar en las próximas semanas. Pero no quiere decir que tengan fe en un acuerdo. El lehendakari admitió ayer en la presentación del Plan de Ciencia y Tecnología que ya no tiene esperanzas en la relación con el Gobierno español, aunque seguirá intentándolo por responsabilidad. Todo apunta a que la relación con Madrid ahondará en su deterioro y queda por saber hasta qué punto.

Fuentes del Congreso explican que, en materia de dotación económica, pedían una enmienda plurianual para impulsar el TAV, que estuviera acabado para 2020 y acompasar así sus ritmos a los compromisos europeos; y revitalizar Foronda para que volviera a operar las 24 horas. Pero, al margen de esas cuestiones, el lehendakari había pedido a Rajoy en su reunión del 15 de septiembre estampar la firma a transferencias competenciales muy avanzadas durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, por lo que no requerían grandes negociaciones, como el fondo de garantía salarial que se encarga de pagar a los trabajadores de empresas insolventes, los ferrocarriles y las autopistas. También pidió acordar el Cupo. En Lehendakaritza reconocen que Rajoy no ha respondido, pero siguen esperando. En la Ejecutiva del PNV coinciden. “No hay margen para un acuerdo presupuestario, pero sí sobre paz, política penitenciaria o competencias”, explican. El portavoz en el Congreso, Aitor Esteban, preguntará mañana a Rajoy qué ha hecho para atender las reivindicaciones de Urkullu, ya que en las Cuentas no se ha movido.

Lo que sí está claro es que la respuesta de Rajoy no influirá en la ponencia parlamentaria que busca un nuevo estatus para Euskadi. Desde Lehendakaritza dicen que nada cambiará porque en realidad Urkullu poco tiene que decir sobre un debate depositado en los partidos, por lo que no actuará salvo que reciba un encargo de los grupos; y el PNV aclara que tiene un camino marcado con claridad y que sería irresponsable modularlo en caliente en función de que Rajoy les atienda o no en el Congreso.