ciudad de méxico - El Senado de México reconoció ayer “el destino como nación” de Euskadi. La frase es del presidente de la Cámara, Luis Miguel Barbosa. Junto a él cuando hacía esta afirmación, en la Comisión Exterior de la tercera institución más importante del país azteca, estaba sentado el lehendakari. Iñigo Urkullu se ha convertido en el primer presidente de una comunidad autónoma del Estado español en comparecer en esta institución. Lo hizo para hablar de Euskadi, como un “pueblo” con una identidad propia. Una “realidad nacional” con necesidad de resolver su encaje en España.

Y recibió, en palabras de Barbosa, el respaldo del país mexicano a sus deseos. “Respetamos el reino de España -dijo- pero somos solidarios con el destino que está construyendo su antiguo pueblo”.

Por su parte, el lehendakari se reivindicó como el representante de un país plural y no escondió su “sentimiento nacionalista”. “Somos parte de una diversidad que busca reconocimiento”, señaló a los asistentes a los que guió sobre el eje de su mensaje señalando como “referente” el acuerdo político que permitió a Gran Bretaña y Escocia celebrar un referéndum el pasado 18 de septiembre.

“Euskadi es una realidad nacional y España tiene pendiente de encontrar un mejor encaje para sus diversas realidades nacionales”, explicó. No escondió su “anhelo” de “crecer como país, por sentimiento y también por convicción”. ¿Cómo? Por medio del logro de un nuevo Estatus Político para Euskadi en el que se recoja ese encaje y cuya tarea el lehendakari ha reiterado, casi hasta la saciedad, que debe realizarse en el Parlamento Vasco con el consenso de todas las fuerzas políticas. Una vía vasca, su vía vasca que ayer también promulgó en el Senado de México y que defendió como su “empeño personal”. El logro de un acuerdo “abierto”, logrado entre todas las fuerzas políticas vascas, que pueda ser “ratificado por la sociedad y respetado”. Una aspiración posible en un momento, favorecido, también, por la finalización, “para siempre”, del terrorismo de ETA, cuya “historia de cinco décadas ha sido una tragedia y un fracaso”. Una oportunidad también ilusionante que obliga, dijo, a “mirar hacia adelante”, para cerrar “definitivamente, con un final ordenado, mediante el desarme total y también con el reconocimiento del daño causado” este negro episodio de la historia de Euskadi para que “jamás se vuelva a repetir”, concluyó.