Washington. SUENA el timbre y una muchedumbre de adolescentes invade los pasillos del instituto Franklin de Reistertown, una ciudad en las afueras de Baltimore. En una esquina, el policía local Don Bridges observa el cambio de clases enfundado en su uniforme y con una pistola, unas esposas y un walkie-talkie bien atados en su cinturón. Su trabajo, según define, es mantener el centro seguro y ayudar a los estudiantes con problemas. "¡Eh! vosotros dos, tranquilos", dice a unos chicos que se pelean en broma.
Bridges conoce muchos de los nombres de los alumnos. "Especialmente los que me dan más faena", afirma sin distraerse. Desde 1997, trabaja de policía de escuela y asegura que para hacer esta profesión es necesario que te gusten los niños. "Me considero más un educador que un policía", -dice- y explica que muchas veces da clases sobre la aplicación de la ley y los estudiantes le preguntan sobre circulación vial, consumo de alcohol, sus derechos cuando les para la policía, entre otras cosas.
En los últimos 20 años, las escuelas e institutos de Estados Unidos han aumentado las medidas de vigilancia con la contratación de policías locales o agentes privados, y la instalación de cámaras, alarmas y detectores de metales. Esta tendencia se ha reforzado, sobre todo, tras tragedias como la de la escuela Sandy Hook de Newtown del 14 de diciembre del año pasado.
La masacre de 20 niños y seis adultos, a manos del joven Adam Lanza, conmocionó al país y reabrió el debate sobre la seguridad en los centros educativos y el control de las armas de fuego. "El tiroteo duró menos de diez minutos y la policía llegó cinco minutos después del último disparo. Con un agente en la escuela, el tiempo de respuesta hubiera sido inmediato", asegura Kevin Quinn, presidente de la Asociación Nacional de Agentes de Escuela (NASRO, siglas en inglés).
Quinn afirma que hay unos 20.000 agentes contratados por las policías locales para que protejan las escuelas de sus comunidades -la mayoría de ellos vigilan institutos con más de 1.000 estudiantes-. La cifra representa un 15,3% de los 130.000 centros educativos de todo el país. "No son muchos ya que no todas las escuelas tienen dinero para pagar un policía", señala, e informa que el número de centros interesados en este recurso policial ha crecido desde Newtown. Durante este año, su organización ha formado 1.300 agentes, el doble que en el año 2012.
CÁMARAS Y MAESTROS ARMADOS "Los niños deben poder aprender en un entorno seguro", afirma el agente Bridges sentado en su pequeño despacho que tiene en el instituto. Desde allí , ve todo lo que ocurre gracias a un sofisticado sistema de videovigilancia que guarda las imágenes durante cuatro meses.
"Tener un policía en la escuela no garantiza el fin de los tiroteos pero es una gran medida de disuasión. El coche policial de Bridges está aparcado todo el día delante de la puerta. "La gente sabe que aquí tenemos un vigilante" , añade Patrick McCusker, director del instituto Franklin. Según él, el agente no es solo beneficioso para la seguridad del centro sino también para los estudiantes ya que conocen de cerca la función de la policía.
McCusker es un gran defensor del derecho a llevar armas pero no apoya legislaciones como las de los estados de Tennessee y Arkansas que permiten a los maestros puedan ir armados. "Sería un error ya que no tenemos la formación o la experiencia de un policía", advierte. De hecho, la gran mayoría de las escuelas de estos Estados han renunciado a esta medida impopular. La Asociación Nacional del Rifle, el poderoso lobby de la industria armamentística, impulsó la iniciativa de armar a maestros para contrarrestar las llamadas de diversos sectores civiles para un mayor control de las armas.
Sin embargo, muchos expertos en educación afirman que estas medidas de vigilancia no son la mejor manera de hacer más seguras las escuelas. "La gran mayoría de estos policías tienen buenas intenciones pero no tienen la formación para educar a los jóvenes ", explica Aaron Kupchik , sociólogo y autor del libro Homeroom Security (Seguridad en las aulas ).
Diversos estudios, según Kupchik, muestran que la introducción de policías en las escuelas tiene efectos negativos sobre los estudiantes ya que incidentes o problemas pequeños "se convierten asuntos policiales". Por esta razón, señala, el número de arrestos es mayor en centros con estas medidas de seguridad. "Algunas investigaciones demuestran que la mejor manera de prevenir malas conductas es mediante la creación de climas sociales positivos donde los estudiantes se sienten respetados y escuchados", dice y concede que la alternativa policial debería ser para casos extremos, como por ejemplo, en centros situados barrios conflictivos.
restringir el acceso a las armas Tras la tragedia de Newtown, muchos pensaron que sería el catalizador para aumentar el control de armas. El presidente Barack Obama se implicó en la aprobación de una nueva ley para verificar los antecedentes penales y psíquicos de los compradores de armas, pero no consiguió el apoyo del Congreso, muy reacio a limitar el derecho a llevar armas que garantiza la constitución. Además, la mayoría de los estados no sólo no han hecho nada para restringir el acceso a las armas sino que lo han facilitado. A pesar de todo, las organizaciones a favor de un control de las armas son optimistas ya que algunos estados sí han modificado sus leyes para impedir que pistolas y armas lleguen en las manos equivocadas. "Necesitamos estas leyes a nivel federal. El Congreso debe seguir el ejemplo y aprobar la obligación de verificar los antecedentes de los compradores de armas", afirma Dan Gross, presidente de la Campaña de Brady.
Ayer, Obama recordó a las víctimas de Newtown es su mensaje semanal y pidió, otra vez, un cambio legislativo. "No hemos hecho lo suficiente para apartar las armas de las manos de la gente peligrosa", manifestó. El presidente hacía esta petición después de otro tiroteo en una escuela de Colorado, con dos heridos.