bruselas. El viejo continente hace tiempo que dejó de ser ejemplo de virtud democrática y un estudio elaborado por el think tank británico Demos -a encargo del grupo de los socialistas del Parlamento Europeo- acaba de constatar lo que muchos ciudadanos comprueban cada día que leen un periódico o escuchan las noticias: que la inestabilidad política, la intolerancia, los ataques a los inmigrantes, la falta de respeto a los derechos humanos o la corrupción empiezan a ser el pan nuestro de cada día y que muchos son los países que deben luchar por hacer valer los derechos que un día les hicieron merecedores de ser miembros de la UE.

El estudio, de más de 250 páginas y titulado reincidentes, arranca con un elocuente subtítulo: La democracia en Europa no se puede dar por ganada. Y es que ni siquiera fundadores del club, como Francia o Italia, se libran de la crítica. En el caso de la República francesa, el estudio apunta a las controvertidas políticas sobre la libertad religiosa y al trato que el Gobierno galo da a los gitanos, de nuevo estos días en el punto de mira de Bruselas por las declaraciones realizadas por su ministro de interior, Manuel Valls, en el día en que Amnistía internacional daba a conocer la expulsión forzosa de más de 10.000 personas durante la primera mitad del año. Mientras tanto en Italia los problemas más graves se refieren a "la corrupción, el crimen organizado y la propiedad de los medios de comunicación".

Pero si hay uno de los antiguos socios que preocupa ese es Grecia, miembro del club desde 1981 y sumida en una profunda crisis agravada por las duras medidas de austeridad impuestas desde el norte de Europa. Un país que se ha hundido en la pobreza, el crimen y las protestas violentas y en el que ha irrumpido con fuerza el partido neonazi Amanecer Dorado que en las últimas elecciones obtuvo un 7% de los votos y entró por primera vez en el parlamento. "Claramente la democracia en Grecia está experimentando una fuerte presión", alertan. Con todo, el caso más preocupante sigue siendo el de los nuevos socios del este de Europa y especialmente Hungría, Bulgaria y Rumanía donde destacan la corrupción, la falta de garantías del sistema judicial, el pluralismo de los medios de comunicación o el auge de los populismos.

descontentos con los partidos El estudio, basado en datos del Banco Mundial y de diversas encuestas, evalúa la situación tomando como punto de partida cinco elementos que cubren los años 2000, 2008 y 2011: malestar público democrático y desconfianza, corrupción y crimen organizado, sistema de justicia, libertad de prensa y derechos humanos y trato a las minorías. Los expertos reconocen que los votantes están cada vez más descontentos con los partidos tradicionales y de ahí el auge de formaciones alternativas en Alemania o del euroescéptico UKIP en Reino Unido. "Muestra que hasta los países más grandes y estables de la UE no son inmunes al fenómeno".

En cuanto a la corrupción, estimada por Bruselas en el 1% del PIB europeo, la conclusión es rotunda: "aunque puede existir en la mayoría de las democracias avanzadas, la medida en que florece y no se castiga es un reflejo de procedimientos e instituciones democráticas pobres". El estudio también revela la caída brutal en algunos países, entre ellos España, del capital político y social que no es otra cosa que la confianza de los ciudadanos en el sistema lo mismo que la participación ciudadana en un país como Suecia.