Vitoria. "Quiero liderar un proyecto donde todos los vitorianos tengan cabida, independientemente de su ideología, de cómo piensen, de sus puntos de vista". Ayer se cumplieron dos años desde que Javier Maroto tomó posesión como alcalde de Vitoria con esta declaración de intenciones. Ahora, en el ecuador de la legislatura, NOTICIAS DE ÁLAVA sondea a diferentes agentes sociales de la ciudad en busca de una valoración sobre estos dos años marcados por la crisis económica.
José Antonio García, presidente de la Asociación Alavesa del Taxi, cree que en materia de movilidad el Ayuntamiento acierta en la teoría, pero no tanto en la práctica. "En algunos casos las ideas nos parecen buenas, pero el desarrollo no; estamos de acuerdo en que la gente se mueva en bicicleta por la ciudad, pero se están haciendo cambios que afectan de manera brutal al tráfico y quizá se está haciendo con un poco deprisa", afirma. Un ejemplo. García explica cómo los taxistas deben meterse en dirección contraria e invadir el carril ciclista para poder acceder a su parada de Jesús Guridi.
Gasteizko Bizikleteroak también hace un balance de la gestión de Maroto, y lo hace por orden. Dentro de "lo malo", Diana Paniagua destaca que echan de menos el plan de carga y descarga que formaba parte del calmado del tráfico, hoy congelado; la falta de impulso a las bicilonjas, o el hecho de que no se haya facilitado a la parte social diversos informes sobre movilidad con los que sí contaba el Ayuntamiento. Entre lo "regular", Gasteizko Bizikleteroak cree que los cursos de circulación para bicicletas son "pocos y muy dispersos", lamenta que el Foro de Movilidad sólo se convoque cuando lo reclaman los agentes sociales, considera que la aplicación del Plan de Movilidad va demasiado despacio y, aunque ve avances en la nueva ordenanza de bicicletas, critica que se haya aprobado sin someterla al criterio del Foro de Movilidad. Lo "bueno" es principalmente el propio hecho de haber instaurado las zonas 30, "una apuesta arriesgada y valiente", pero también la creación de la Bike Station, promovida por el Departamento de Juventud y que asesora en la reparación de bicicletas, la retirada del préstamo de bicis por su alto coste económico o la ayuda prestada por el Consistorio a la asociación para celebrar el congreso La bicicleta y la ciudad.
Desde el Comité de Parados, Pedro Abellán critica duramente a Maroto, no tanto por sus políticas concretas, que también, sino por las siglas que defiende desde la Alcaldía y lo que ello representa. "Maroto forma parte de un partido de derechas que actúa como Robin Hood pero al revés, roba a los pobres para dárselo a los ricos", asegura. Para Abellán, el PP "está atacando todos los frentes; sanidad, educación, pensiones, reforma laboral... y aquí Maroto no se libra, estamos asistiendo a sus recortes de empleo en el Ayuntamiento con el apoyo del PNV, tenemos el problema del acceso a los comedores sociales, los recortes en los centros cívicos, cosas que se habían conseguido y que se van quitando", denuncia.
cercanía y operatividad Ana Osaba, es la presidenta de la asociación de vecinos de Ariznabarra, un colectivo para el que esta mitad de legislatura tiene un sabor agridulce. "Nuestro tema estrella, el soterramiento del cableado eléctrico, está culminándose, Maroto ha continuado con los pasos que ya se dieron en las legislaturas anteriores y parece que él va a ser el quien termine con el cableado de las fachadas y el transformador", señala a la hora de valorar lo positivo del mandato del alcalde popular. En la otra cara de la moneda, "falla la participación ciudadana", afirma. "Parece que se torpedea; Maroto como tal no tendrá la culpa, pero no se cuidan los cauces que teníamos antes", explica. En ese sentido señala cómo "para organizar las fiestas nos piden 3.000 documentos, permisos y explicaciones; antes era más fácil". En definitiva, Osaba destaca que aunque "él es una persona cercana y asequible", no es tan "operativo" como les gustaría a los vecinos del barrio vitoriano.
Fabián Tobalina representa a los hosteleros alaveses, un gremio que, asegura, no tiene queja del trato recibido por el Ayuntamiento en estos dos años. Tobalina destaca que las partidas de anteriores legislaturas para eventos como la Semana de la Cazuelita se han mantenido intactas en plena crisis, y en cuestiones como la de la ordenanza de veladores, guardada en un cajón en espera de que lleguen tiempos mejores, celebra que se haya podido llegar a un acuerdo. "Se dieron cuenta de que si queremos que la gente invierta hay que facilitar las cosas", explica Tobalina.
Más allá de la percepción que cada colectivo tenga sobre la gestión del alcalde, el nuevo Síndico, Martín Gartziandia, realiza para DNA un somero repaso de las cuestiones más candentes en estos dos años. "Hay un asunto que fue especialmente problemático y que dio lugar a múltiples quejas, la tasa de basuras aplicable a las viviendas vacías", rememora el defensor vecinal, quien señala cómo ahora, "cuando la crisis se agudiza", surgen nuevas materias de protesta ciudadana, como "el cobro de la plusvalía en los supuestos de desahucio", un desajuste que el Consistorio no ha enmendado hasta hace unas semanas. Por otro lado, la política de acogida y la coordinación interinstitucional para atender a los menores extranjeros no acompañados, los menas, la polémica en torno a la mezquita de Zaramaga o el reparto de las ayudas sociales, hasta que éstas fueron traspasadas a Lanbide, también se han reflejado en los informes del síndico. Luego, al margen de estas inquietudes específicamente vitorianas, en los primeros años de Maroto al frente del Consistorio se ha trabajado mucho desde la oficina del Síndico con "los casos más habituales". Multas de tráfico y OTA, "cortesía policial", control del horario de los bares, ruidos o denuncias por caídas en la vía pública han ocupado a la institución en este tiempo.