Vitoria. Con la esperada elección como Patrimonio Mundial de la Unesco en el horizonte, los acontecimientos en torno al futuro del Valle Salado se precipitan conforme se acerca la decisiva fecha. Si ayer varios representantes de la Diputación alavesa vendían las bondades del proyecto de recuperación de las salinas en Japón, no hace mucho que la propia villa alumbraba su primer bar-restaurante, que la ADR (Asociación de Desarrollo Rural) ultimaba también una jornada exclusiva para emprendedores interesados en invertir en el proyecto o que después de mucho tiempo terminaban por coger forma y fondo algunos de los proyectos vinculados al turismo que, previsiblemente, verán la luz a la par que la Unesco dicte sentencia, algo que ocurrirá el año que viene a estas alturas del calendario.
En este contexto de resurrección urbanística, también Vitoria, a pesar de la distancia, comienza a empaparse de esta ilusión salinera. A creer en la misma corriente que en su día ya encumbró al mundo otro proyecto similar como el de la vieja Catedral de Santa María. Casos como los de Ana Cristina Estivariz confirman la evidencia. Mañana viernes inaugurará en la calle Rioja número 26 el primer centro de la capital dedicado al cuidado personal que utilizará en sus sesiones, entre otros productos, sales procedentes de Añana.
Se trata de una singular técnica en la aplicación de masajes que esta emprendedora ya puso en marcha hace unas semanas en la propia localidad, concretamente en la última planta del Palacio de Añana. "Digamos que aquello está en una fase menos madura que este local, que es la base de mi negocio", explica a este periódico mientras muestra algunos de los productos que empleará en cada una de sus sesiones. Sales minerales procedentes de Francia y también del Valle Salado, y aceites esenciales "para descubrir el bienestar de cualquier persona en todos los planos de la vida", explica la promotora del negocio.
Desde el punto de vista empresarial, el salto al vacío es importante. Para dar rienda suelta a este "sueño", que Ana Cristina comenzó a dibujar hace ya cinco años, esta vitoriana abandonó hace unos meses su trabajo como administrativa en una compañía alavesa para centrarse en su "verdadera pasión" y profundizar en el estudio de la quinesología olística y acupuntura, dos especialidades que a partir de ahora pondrá al servicio de sus clientes.
Al menos durante un tiempo, los primeros tratamientos se ofrecerán bajo demanda, ya que la duración de los mismos será cercana a las dos horas y la encargada de darlos será la propia Ana Cristina.