Vitoria. Se apreciaba ayer cierta sensación de arrepentimiento en las palabras de Antonio Gurguí, el representante de CIU que el pasado viernes permitió con su voto favorable la continuidad de la central de Garoña durante, al menos, un año. Tres días después de decantar la balanza en favor de Nuclenor (los dos votos del PP fueron a favor y los dos socialistas, en contra), las palabras de Gurguí destilaron incluso la sensación de engaño, tal vez manipulación, a la hora de tomar una decisión tan controvertida. Así que ayer llegó el turno del confesionario para el consejero del CSN, de ofrecer las explicaciones pertinentes para quedar a salvo, o al menos intentarlo, del escarnio público y político. Consciente de la repercusión que ha provocado el sentido de su voto, denunció el consejero el interés político que ha mediado en toda esta cuestión, "un fregado" que ayer lamentó a pesar de formar parte, ingenua al parecer, del circo político. "Nos han intentado endosar una decisión que no nos corresponde porque yo no voto Garoña sí, Garoña no, esto a mí no me toca", se defendió Gurguí.
Según su versión, el "gran" debate del viernes -en el que reconoció haber sufrido "bastantes contradicciones propias"- giró en torno a los aspectos con mayor peso ante una hipotética decisión, si se primaban los procedimientos a seguir (plazos) o el concepto de seguridad nuclear, cuya licencia de explotación acaba el 6 de julio. Desde el punto de vista procedimental, abundó, no se podía votar a favor al suponer "una clara contradicción respecto a los plazos que se prevén para estas cosas", sin embargo también reconoció el planteamiento por parte de algunos miembros de que la función del CSN "es la seguridad" y no los temas más administrativos.
Garoña como metáfora Para tratar de aclarar tan alambicado lenguaje, tiró a continuación Gurguí de metáfora. Imaginó entonces un coche que desea renovar su permiso de circulación y con él la necesidad de revisar los frenos, las gomas, las luces... Lo "insólito" de esta escena, comparó, "es que el conductor sólo quiere el permiso para tenerlo en el parking", con lo que si la cuestión es la seguridad, "¿puedo decir que no porque no me da tiempo a revisar el airbag si el coche está inmovilizado?", añadió antes de poner en valor el "cepo" que el CSN ha impuesto a Garoña para evitar que cargue combustible en su reactor sin su permiso expreso. "Bajo el criterio único y exclusivo de la seguridad no hay argumentos que se opongan a que el ministerio modifique la orden ministerial, Otra cosa es que sea una petición insólita y en cierta manera absurda, pero eso no nos corresponde a nosotros", concluyó el consejero.
Por su parte, también Cristina Narbona, exministra de Medio Ambiente y consejera del CSN, hizo pública ayer la intencionalidad de su voto del viernes, en este caso contrario a la continuidad de Garoña. Según su versión, la vía para cursar una solicitud de renovación por un periodo superior a 2019 queda cerrada, tal y como reconocen los propios informes técnicos del CSN, que obliga al titular a presentar una nueva solicitud" tres años antes de la fecha de concesión, junto con la documentación y requisitos legales exigibles". A lo largo de su argumentación, Narbona afirma que dicha decisión sienta un precedente que genera "incertidumbre" sobre la aplicación en el futuro de criterios y de buenas prácticas en próximas peticiones de renovación de plantas nucleares. Y, en su opinión, "se ajusta al mínimo cumplimiento de la legalidad, pero no al principio básico del mejor cumplimiento de la seguridad nuclear y radiológica".