Cansados de llevar los pantalones, decidieron que codo a codo se funciona mejor. Rafa Pérez y Juan Manuel Feito son dos hombres empeñados en que mujeres y hombres se relacionen de tú a tú. Chicos que apenas hablan de trabajo o fútbol y que se recrean en asuntos como la autoestima, que se preocupan por las tareas domésticas y combaten la violencia machista. Radicalmente en contra del rol tradicional que impone que el hombre debe ejercer el poder, integran el grupo de hombres por la igualdad Piper Txuriak. "Queremos abrir una ventana a los hombres para que, en lugar de vivir comprimidos por un montón de roles para demostrar su hombría, hagan algo para no discriminar a las mujeres", dicen al unísono estos colaboradores del módulo Psicosocial de Deusto-San Ignacio, que acaba de recibir, junto a las unidades de Rekalde e Irala-Auzolan, el Premio Emakunde.
Bregando contra un machismo casi genético, creen que no se puede pasar página en la igualdad. "La desigualdad nace de una situación estructural, de supremacía de los hombres respecto a las mujeres. Es cierto que hay leyes para evitar la desigualdad formal pero el cambio de normativas no tiene nada que ver con la igualdad real", dice Rafa Pérez, asesor del área jurídica y fundador del módulo que encarna a ese padre, compañero, amigo o hermano que toda mujer querría tener.
Una lucha sin cuartel
"Todo está lleno de sexismo"
Aunque sus madres trabajen, sus compañeras aspiren a las mismas profesiones que ellos y oigan a las ministras, las ideas machistas persisten entre adolescentes y veinteañeros. "El problema es que el mensaje que reciben por televisión, en el currículo escolar está lleno de sexismo, hay una presentación de los sexos absolutamente estereotipada. Las feministas lo han hecho muy bien, pero no pueden hacerlo solas y es hora de que les echemos un cable", explica Feito, colaborador del área de sensibilidad en igualdad del módulo de Deusto San Ignacio y fundador hace cuatro años del colectivo Piper Txuriak.
Luchando activamente por una sociedad sin discriminación por razón de sexo, admiten el avance. "Conductas que hace años enorgullecían a los hombres, ahora son ocultadas. Y así, afortunadamente, hemos llegado al repudio social del maltrato. Antes, a los hombres que iban a hacer la compra se les estigmatizaba, no era frecuente ver a señores colgar la ropa... Avanzamos, pero queda un camino enorme".
Sin embargo, a veces, rascas la pintura y aparece la chapa oxidada. "La desigualdad está invisibilizada. En los estudios de la distribución del tiempo del hombre y la mujer en la atención a los hijos, los hombres llegan a asumir el 50% de las labores de primera calidad, aquellas más gratificantes, se encargan del baño, comparten los juegos, pero si hablamos de limpiar la habitación del niño o de plancharle su ropa, ahí el porcentaje cae en picado", declara Rafa Pérez, un hombre comprometido con la justicia social.
Derribar las paredes de las creencias instaladas es una constante. "Actuamos con sexismo porque es algo psicológico que está ligado a nuestras emociones y a nuestra forma de sentir. Tenemos que hacer el camino para reconstruir eso", dice Feito, cargado con una mochila de buenos principios.
Entre ellos, los tres pilares que sostienen ahora los movimientos por la igualdad. "En primer lugar, la violencia de género, en segundo, la corresponsabilidad y en tercero, el empoderamiento", señala Pérez. El empoderamiento es ya un clásico porque las áreas de poder siguen ostentadas por los hombres y las mujeres se mantienen desplazadas de las jefaturas. "Se han creado leyes de paridad que no se cumplen. En el ámbito de la función pública tiene sentido, pero en el ámbito privado, no. En la gran banca, por cada mujer consejera hay cincuenta hombres, la desproporción en los sectores financieros es absoluta", declara Rafa Pérez.
"Si hablas de corresponsabilidad, todos caemos en pequeños micromachismos en la medida que desempeñamos tareas diferentes". Tareas que ellos se encargan de desmitificar en las exposiciones que se llevan a cabo por toda la geografía vasca y que exponen fotos del calendario elaborado por el colectivo. "Sí, en la exposición aparece un hombre fregando un water. El título de la foto es La revolución que nos falta, intentando provocar. Y algunos dicen pues menuda revolución, y quizá la igualdad pasa por cosas como limpiar el inodoro", subraya el abogado.
la lacra de la violencia de género
¿Entrenados para dominar?
La violencia de género es el gran caballo de batalla. Una lacra que no tiene nada que ver con la edad ni con la clase social. De hecho, Pérez ve en su trabajo las desgracias que causa la relación de género en las mujeres y la presión que se ejerce sobre ellas. "Nosotros vemos cómo nos afecta este sistema sexista. Hemos reconocido que estamos entrenados desde nuestra niñez para dominar y oprimir a las mujeres, por eso hay que desmontar esta sociedad patriarcal".
En el día a día, es algo que Pérez tiene muy presente ya que atiende multitud de problemas de pareja. "Desde mi campo de la asesoría jurídica hemos llevado grupos de mujeres afectadas por esta violencia. Porque aquí realizamos un trabajo profesional y luego, también desplegamos campañas específicas amparadas por las instituciones". De hecho, el grupo de hombres de Bilbao nació de la mano de Gizonduz. "Gizonduz ha dado sus frutos y ha conseguido cierto nivel de concienciación en colectivos donde antes no había ninguna sensibilidad", señala Pérez.
Pese a que los hombres parezcan cómodos con su actual status quo, de cuadrillas, bares, delegación de responsabilidades familiares..., Juan Manuel Feito cree que hay que enseñarles que sus privilegios no son tales. "Cuando un varón empieza a ver cómo su vida está siendo arruinada porque está perdiendo lo más importante que es poder conectar con sus emociones... cuando ve todas sus carencias... y comprueba a lo que le lleva tener que demostrar permanentemente su hombría, cambia de rol. No nos vale el modelo masculino tradicional que nos lleva a vidas absurdas y reivindicamos una nueva masculinidad", resalta, indicando que "el discurso dominante neomachista, que es el machismo adaptado a la actualidad, consiste en desvirtuar lo que estamos haciendo y en asociar feminismo con opresión masculina".
Mientras las mujeres batallan desde hace décadas por ocupar el territorio público, los hombres exploran con timidez la parcela de lo privado. "Hasta ahora el feminismo había abierto una puerta importante, señalando donde se necesitan los cambios, pero los hombres oponían bastante resistencias. Y ahí nace el trabajo masculinista de darnos cuenta cómo nos beneficia a los hombres el luchar por la igualdad, que no es un acto solidario para las mujeres. Es un acto que nos va a traer bienestar, más calidad de vida y nos va a hacer tomar conciencia de como esta sociedad no nos beneficia para nada", explica Feito.
Las posiciones más críticas
Acusados de 'raritos'
Un grupo de hombres no es un grupo de homosexuales, como algunos barruntan con malicia. Porque en una sociedad patriarcal, de herencia machista, quien se sale del patrón es tildado de rarito. "La sexualidad no tiene nada que ver con que tú te manejes con otros criterios de justicia o que quieras militar en este terreno. De todas maneras, yo nunca me he sentido minusvalorado", precisa Pérez.
"Además cuando se abren espacios de reflexión, el de buscar una sociedad más justa y más igualitaria, es un discurso tan obvio que difícilmente encuentras personas críticas. Sí que a veces tenemos posturas contrarias, por ejemplo, con el colectivo de custodia compartida. Nosotros somos muy críticos ahí porque creemos que esa demanda exige antes otra forma de enfocar el papel de padre que no tiene mucho que ver en cómo se ha desarrollado tradicionalmente", subraya Pérez.
Lo dice desde su militancia convencida en Piper Txuriak y su trabajo en el módulo Psicosocial de Deusto-San Ignacio. "Ellos nos aportan perspectivas novedosas y desde el módulo colaboramos para que desplieguen sus campañas", apunta Pérez, que junto a Feito representa ese nuevo modelo masculino, alejado de ambientes rancios y apegado a valores justos. "En pocos años se nota un cambio brutal, es impresionante lo rápido que van los cambios sociales", se felicita Feito.