los avances conseguidos en los últimos tiempos por la comunidad LGTB son incontestables, pero todavía queda un largo camino por recorrer para terminar con todos los focos de discriminación. Por fortuna, dramáticos episodios como la agresión sufrida la semana pasada en París por una pareja homosexual hace ya mucho tiempo que no son noticia en Gasteiz. Tampoco en el conjunto de Euskadi, donde la tolerancia hacia lesbianas, gays, transexuales y bisexuales se ha ido abriendo paso con el transcurso de los años, no sin grandes dosis de esfuerzo. Pese a todo, aún siguen existiendo otras formas de rechazo más o menos soterradas hacia estos colectivos, una realidad que contrasta con los importantes pasos dados desde el punto de vista legal, del reconocimiento de derechos.

DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha reunido a Sejo Carrascosa, Zuriñe M. Baztán y Zuriñe Estívariz, tres activistas del movimiento LGTB residentes en Vitoria que acumulan muchos días de lucha a sus espaldas para lograr este objetivo, el de conseguir una sociedad más igualitaria. A la hora de analizar la situación del colectivo LGTB, sus discursos cuentan con numerosos nexos comunes, una circunstancia sintomática. Aunque los tres consideren a la capital alavesa como una ciudad tolerante en muchos aspectos, también creen que no todo es tan idílico como parece a primera vista, cuando se escarba en la superficie.

El hecho de que no se produzcan brutales ataques como el de la capital francesa o que los insultos u otras formas de discriminación sean cada vez menos habituales no hacen a la ciudad una abanderada del respeto hacia el diferente. "Vitoria es una ciudad provinciana, donde todavía hay bastante cinismo. Se puede decir que es tolerante al compararla con otras, pero no se ha dado una eclosión de libertades tan importante como debería", argumenta Carrascosa, para quien a diario siguen lanzándose "mensajes de odio sin reparo" desde "sectores integristas" que tienen un peso específico en la ciudad, instituciones como la Iglesia católica o partidos políticos como el que, precisamente, gobierna en Vitoria y Álava, el PP. Una formación que, a juicio de Carrascosa, "juega a dos bandas", mostrando una cara más progresista en Euskadi, donde uno de sus máximos dirigentes, Iñaki Oyarzábal, incluso ha hecho pública su homosexualidad, y al mismo tiempo abrazando posiciones ultraconservadoras como las que defiende el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz.

"Desde las instituciones se marca como norma una ideología moral, y lo mismo sucede desde la Iglesia. No hay que curarnos, pero al final esa moral cristiana se impone", advierte en ese mismo sentido M. Baztán, que pertenece al Colectibo Las Trans (escrito tal cuál, con b). "Al final, la sociedad no es homófoba porque es políticamente incorrecto serlo. Pero los chistes y las risas siguen estando ahí. Son muy habituales, y eso también es homofobia", remacha Estívariz, una de las portavoces de la asociación 7menos20.

desde las aulas No hay que decir que el trabajo que se realiza desde la comunidad educativa con esos adultos del futuro resulta totalmente vital para acabar con las expresiones homófobas. En este camino, el de formar a niños tolerantes y respetuosos con la diversidad, también se han dado avances importantes, pero muchos escolares siguen padeciendo un infierno diario, marcado por el acoso, ante el que sus profesores y familiares se resignan a actuar. O no quieren, por el mal trago que les supone salir a la luz pública, o no pueden.

"Me preocupa mucho que los valores que se inculcan a los jóvenes sean tan machistas y heteropatriarcales. Si nos remontamos a hace no mucho tiempo sí pueden verse avances, pero se sigue destrozando la vida de criaturas ante lo que los colegios y las AMPA miran hacia otro lado", advierte Carrascosa. M. Baztán aplaude los "buenos trabajos" que ya se han realizado contra el bullyng homofóbico y otras herramientas puestas en marcha en materia educativa, pero también es consciente de que "muchos jóvenes tienen unas ideas que parece que vamos hacia atrás". La portavoz de Las Trans cree responsable de ello en gran parte a las instituciones, donde siguen imperando "actitudes fascistas" que hacen un flaco favor al respeto a la diversidad. Estívariz también pone énfasis en este aspecto, en la sistemática "marginación de niños que no responden a los roles de su género". Para ella, no sólo se debe dar un trabajo educativo importante desde las aulas, sino también en las casas. "Aunque se haya adelantado mucho con las leyes, parece que éstas han ido antes que la sociedad", remarca la portavoz de 7menos20.

Esos avances legales son, precisamente, los que más palabras de elogio concentran por parte de Carrascosa, Estívariz y M. Baztán, aunque lógicamente con muchos matices. "Aunque no estoy por que la gente haga contratos, la Ley del Matrimonio homosexual ha servido para concienciar bastante a la sociedad, para ir normalizando. Pero adelantos como éste también han hecho que el rearme de la reacción haya sido muy fuerte", advierte Carrascosa. Se refiere el activista, por ejemplo, a esos cursos para curar homosexuales que tanto proliferan últimamente -sobre todo en otros países-, en los que "tiene mucho que ver la religión". O a un "incremento de la homofobia" motivado por la mayor visibilidad del colectivo.

A juicio de M. Baztán, otras reformas legislativas como la "mal llamada" de Identidad de Género también han sido "muy positivas", aunque muchas veces sean fruto más de las "presiones" que del convencimiento de los políticos que las impulsan. "Son buenas leyes si luego detrás hay personas que las saben aplicar, no tratándonos como monstruitos", advierte la portavoz de Las Trans. Al hilo de esta cuestión, los tres protagonistas de esta historia consideran que el colectivo transexual sigue siendo el que más sufre la discriminación. "También es cierto que somos un colectivo más joven, que nos hemos dado a conocer bastante tarde. Pero hay que decir que la sociedad nos pertenece igual que al resto y que nadie nos tiene que dar su beneplácito para formar parte de ella", advierte M. Baztán. La clave, según la activista, es que se dote al colectivo transexual de una "identidad política de personas", no considerarlo como "un apéndice de la sociedad que debe ser integrado en ella". "No consiste en lloriquear para que se nos dé ayudas, es algo mucho más amplio", sintetiza. La discriminación a las personas transexuales sigue estando a la orden del día, a la hora de optar a un puesto de trabajo, al acceder a una vivienda... Sobre todo, si no han cambiado su identidad en los documentos oficiales.

Estívariz, entretanto, cree que las lesbianas siguen sufriendo "una doble discriminación por el mero hecho de ser mujeres" y pone el acento en una realidad compartida por todos. "No es lo mismo un gay con dinero que otro que viene en patera", subraya. "No se trata igual a un gay del PP, semiarmariado y rico que otro que sea obrero, inmigrante, negro y cojo", añade Carrascosa. "Somos un colectivo muy vulnerable, y aunque se ha avanzado mucho hay mucho por hacer. Estas cosas no son de un día para otro y se puede involucionar. Todo lo conseguido durante los últimos 30 años se puede perder en medio", advierte Estívariz. Para impedirlo, tanto ella como M. Baztan y Carrascosa prometen que no bajarán la guardia.