Aseguran en BioBasque, el clúster que engloba en Euskadi a todas las empresas vinculadas con la biociencia, que a pesar de la crisis el sector está creciendo con fuerza, con una nueva empresa creada cada tres meses desde el lanzamiento de la estrategia BioBasque 2010. Aseguran también en este gran laboratorio que el catálogo de compañías dedicadas a este asunto ronda actualmente las 70, la mayoría bioempresas, con una extraordinaria apuesta por la I+D como única vía para competir en el mercado global. Según datos recogidos en su página web, unos 1.500 profesionales viven directamente de este sector en la CAV, cuyas empresas facturan del orden de 305 millones de euros. También se aprecia en este recorrido científico más de una veintena de organizaciones dedicadas a la investigación entre universidades, seis hospitales -cuatro de ellos universitarios- y unas cifras de crecimiento por encima del 20%.

Estos son algunos datos de la radiografía científica vasca, suficientes en cualquier caso para confirmar la esperanzadora salud del sector, que también presenta ramificaciones, muy destacadas, en Álava, donde en estos momentos convergen varios proyectos de prestigio internacional. La mayoría están focalizados en el área de Salud, con estrechos vínculos con la comunidad científica internacional a través de redes como la iniciativa Human Preotome Organisation (HUPO), las relaciones de colaboración en Europa -entre ellas el programa Eranet-, o la participación directa en redes como el CEBR (Consejo de Biorregiones Europeas) u organizaciones como EuropaBio. La salud científica, por tanto, goza de un razonable estado empresarial, donde a pesar de la relativa juventud del sector sus empresas son lo suficientemente maduras como para competir de tú a tú con las más grandes.

bti como exponente Probablemente el exponente más claro de esta realidad sea el del laboratorio BTI (Biotecnology Institute) que hace más de dos décadas alumbró el estomatólogo alavés Eduardo Anitua. Se trata de un prestigioso centro internacional dedicado a la biomedicina y biotecnología -sólo en medicina regenerativa está considerado un referente científico- que está presente en 25 países y cuenta con más de cien patentes registradas en cerca de otros 30. En la actualidad cuenta con una plantilla de 300 profesionales (el 47% de alta cualificación) y por sus aulas de formación en la sede de Armentia pasan cada año más de mil profesionales de todo el mundo, entre ellos pacientes del ámbito del deporte tan populares como el tenista Rafa Nadal.

Este laboratorio forma parte de un sector extraordinariamente competitivo que evoluciona, según Anitua, a un "ritmo vertiginoso", de ahí que hace ya tiempo que focaliza sus beneficios hacia la investigación como "única vía" para poder competir. "Cuando todo el mundo invertía en ladrillo nosotros lo hacíamos en investigación y aún seguimos haciéndolo", se felicita el científico alavés, que asegura reinvertir el 100% de los beneficios de su empresa en este campo. "Es el camino para alcanzar la perfección, no hay otro", apostilla.

El tiempo parece haberle dado la razón porque su facturación, a la par que su expansión internacional -BTI cuenta con ocho filiales en el extranjero- no ha dejado de crecer en los últimos años y para el presente ejercicio también baraja un crecimiento "moderado" de entre un 5%y un 10%.

En clave de futuro aseguran en esta compañía que de la situación actual sólo se va a salir con más actitud, más trabajo y menos recursos. "Trabajando siete horas al día está claro que no", añade el científico, que pone a la Alemania de principios de los 90 como ejemplo que convendría asumir. "Todo el mundo quiere siempre que el esfuerzo lo haga el de al lado, pero eso ni puede ni va a ser. Nos toca asumir una posguerra sin guerra".

las lentes de ajl opthalmic En esa misma aceleradora de proyectos científicos que representa el Parque Tecnológico de Álava también orbitan otras compañías de referencia como AJL Opthlamic, Praxis, Biokilab o, recientemente, Biomimeticks, una joven consultoría empeñada en demostrar que muchas de las soluciones industriales que demandan las empresas tienen su respuesta en la naturaleza desde hace millones de años, explica su fundador, Sergio González. "Si nuestro ecosistema ha sido un banco de pruebas durante tantas eras, ¿por qué no basarnos en él para buscar remedios a problemas cotidianos?". Explica González que el comportamiento compacto y constante de los bancos de peces, por ejemplo, son un modelo muy extendido por las compañías automovilísticas para analizar patrones de movimiento -"¿habéis visto chocarse alguna vez a algún banco de estas características?"-, o que el meticuloso orden de los paneles de las abejas contiene una valiosa información para el sector logístico. "No se puede hacer más en menos espacio", añade este joven ingeniero. No muy lejos de su oficina en el CEIA (Centro de Empresas e Innovación de Álava) se encuentra otro referente científico que podría decirse elabora una especie de hardware biotecnológico, esto es, prótesis y otros elementos altamente tecnológicos para mejorar la calidad de determinados órganos vitales. La empresa en cuestión es AJL Ophthalmic, la única compañía que fabrica lentes intraoculares en España -solventan problemas en la visión como cataratas- y que recientemente acaba de adquirir el 100 % de la compañía norteamericana Addition Technology. Con esta operación ampliará su portafolio internacional al fabricar y comercializar anillos intracorneales para la cirugía del queratocono, una enfermedad ocular progresiva que provoca una deformidad cónica irregular en la córnea sin un tratamiento adecuado.

Praxis y la úlcera del pie El caso de Praxis también es singular. Se trata de una planta de producción industrial de fármacos que está acompañada por un centro de I+D+i de ciencias biofarmacéuticas impulsada por el industrial alavés Joseba Grajales, cofundador de Gamesa y expresidente, entre otras, de Guascor. De la mano de Praxis desarrolla en estos momentos un producto farmacéutico pionero para paliar la úlcera de pie diabético, además de comercializar dos fármacos contra la fibrosis quística y la hipertensión pulmonar que elaboran dos compañías estadounidenses.

Su campo de actuación parece no tener límites. Entre sus proyectos en estudio se encuentran diversos productos para tratar casos específicos de cáncer y trasplantes de órganos, pero también pretende investigar y especializarse en el tratamiento de enfermedades minoritarias de gravedad, mediante fármacos huérfanos por los que no apuestan las grandes multinacionales. Las úlceras de pie diabético, cuyo fármaco ya se encuentra aprobado y en fase de homologación en Europa, son un claro ejemplo de esta apuesta.

Completan el círculo científico compañías como A&B Laboratorios de Biotecnología, Inteman, Aralab Laboratorios o Biokilab, perteneciente al Grupo Laboratorios Oquiñena, que en plena crisis acaba de invertir 1,5 millones de euros en el desarrollo de un proyecto basado en procesos de I+D+i, cuyo objetivo fundamental es la prevención de enfermedades a través de análisis genéticos. "La respuesta a nuestro crecimiento se encuentra en la innovación y la diversidad", sostiene su impulsor, Enrique Oquiñena. Biokilab nació de una iniciativa puesta en marcha en 2008 con apoyos del Gobierno Vasco, la Diputación Foral de Álava y el Ministerio de Ciencia e Innovación.

Las lecciones alavesas en materia de innovación farmacéutica también proceden de fundaciones como la de Leia o el Instituto de Investigación Biomédica, que recientemente acaba de sellar una alianza estratégica con Eduardo Anitua (BTI) para desarrollar nuevas herramientas de diagnóstico y terapias. Proyectos, por ejemplo, que pretenden conocer, prevenir, diagnosticar y tratar patologías relacionadas con el envejecimiento, la regeneración celular y los trastornos del sueño. Y todo desde el territorio histórico de Álava.