BILBAO. La Comisión Internacional de Verificación (CIV) del alto el fuego de ETA cerró ayer su nueva visita a Euskadi tras reunirse durante los últimos tres días con el lehendakari Iñigo Urkullu, partidos políticos, sindicatos, patronal y otros agentes sociales. Antes de marcharse, el grupo dejó un mensaje cargado de gravedad a todas las partes involucradas en el proceso de pacificación, pero especialmente a ETA y al Gobierno español, a los que urgió a dar pasos para que lo avanzado en el último año y medio no caiga en saco roto y encalle.
"Es vital que se tomen ahora los pasos adecuados para aprovechar esta oportunidad histórica". Es la apelación del grupo liderado por Ram Manikkalingam a los agentes vascos y españoles relacionados con la resolución del denominado conflicto vasco ante el impasse en el que se encuentra el proceso en los últimos meses. "Estamos preocupados con la ausencia de pasos durante los últimos seis o siete meses. Hay riesgo de que, más pronto que tarde, la sociedad vasca y española vayan a perder la oportunidad para consolidar la paz, si no hay movimientos", señaló el portavoz del grupo a los periodistas.
No es que Manikkalingam pretenda decir que hay un riesgo de involución, de que ETA dé marcha atrás en su decisión de abandonar la violencia. Eso parece más que sellado, a juzgar también por los verificadores. Sencillamente pretende alertar de que la complacencia por la ausencia de atentados tras el anuncio de la banda armada puede derivar, a su juicio, en un enquistamiento y en un "final desordenado" del proceso, en contraste con un desenlace "ordenado" de la situación que ahorraría incidentes mientras dure la resolución definitiva del proceso.
El estancamiento es la consecuencia del círculo vicioso en el que han entrado ETA y el Gobierno español. Al margen de los pasos que uno y otro hayan podido dar, en la actualidad ninguno de los dos está dispuesto a mover ficha ante el inmovilismo del otro. Madrid pone el desarme y la disolución como condición sine qua non para abrir la mano en materia de presos y retorno de huidos. Y la banda armada -que considera que está actuando de manera unilateral dando pasos continuos- dice que no hará movimiento alguno hasta que el Ejecutivo de Rajoy valore los ya realizados y haga gestos sobre todo en las cárceles.
Cuando los verificadores hablan de movimientos, se refieren a las denominadas consecuencias del conflicto, es decir, desarme, presos y reconocimiento del daño causado a las víctimas. "No tenemos violencia, pero para conseguir una paz consolidada necesitamos muchísimos más pasos, pequeños pasos pero muchos en la dirección de la consolidación de la paz. Y estas tres cuestiones son fundamentales para un final ordenado", señala Manikkalingam.
Los verificadores alertan de que un alargamiento de esta situación podría acarrear riesgos innecesarios, sobre todo con los arsenales escondidos en los zulos que, por el alto el fuego y la situación de clandestinidad de los miembros de ETA, han quedado descontrolados. "Con los explosivos almacenados en zulos siempre hay riesgos, y aumentan con el paso del tiempo", dice Chris Maccabe, otro de los miembros de la Comisión y exjefe de Regímenes Penitenciarios de Irlanda del Norte.
El trabajo de verificación de este grupo se ciñe a la supervisión y certificación del alto en fuego en cuestiones como el movimiento de comandos y armas, los zulos con explosivos, las acciones de kale borroka o el cobro del llamado impuesto revolucionario. Esto es, todo lo relacionado con cualquier actuación de ETA dirigida a cometer atentados o a amenazar. No incluye las acciones de carácter defensivo, aunque en este apartado el CIV ha pedido a los miembros de la banda que no porten armas para evitar incidentes. "En las últimas detenciones portaban armas pero, al menos, las entregaron pacíficamente y no provocaron ningún tipo de acto violento para impedirlo", precisan. Tras dieciséis meses de alto el fuego, la Comisión certifica que ETA ha cumplido con su parte. "Está cumpliendo con el alto el fuego, es decir, está controlando a sus miembros, los zulos y los arsenales; está asegurando que toda la organización armada está unida tras la decisión de cesar en la violencia, y asegurando la disciplina en su seno", señala Manikkalingam.
El grupo prácticamente ha terminado su tarea y se limita a mantener la situación controlada, aunque esta puede perpetuarse ante la ausencia de movimientos. Pero la Comisión no parece dispuesta a mantenerse para siempre. Al menos así lo dejó entrever ayer Manikkalingam, y se fijó el próximo septiembre como plazo para tomar la decisión sobre su continuidad, coincidiendo con su segundo aniversario como grupo. "En septiembre reevaluaremos nuestra tarea y, si no somos útiles para consolidar el proceso, no vamos a continuar, no volveremos más si no tenemos un cometido concreto en el que ayudar", dijo rotundo el cabeza visible del grupo y exasesor del presidente de Sri Lanka para las negociaciones con los Tigres tamiles.
El panorama político vasco ha sufrido un vuelco relevante tras las elecciones autonómicas de octubre de 2012 con la incorporación al Parlamento de la izquierda aber-tzale, ilegalizada en legislaturas precedentes. Su presencia permite una vida política normalizada y plenamente democrática y resitúa gran parte del debate sobre pacificación en la Cámara de Gasteiz que, para abordar este tema, se ha dotado de una Ponencia de Paz. Este foro parlamentario también mereció el apoyo de Manikkalingam y su grupo al señalar que espera que "contribuya al diálogo entre todas las partes".
optimismo De todas formas, el grupo no arroja la toalla y expresa su optimismo de que "se darán los pasos" necesarios. Es la percepción o la confianza que ha acumulado tras las reuniones mantenidas desde el lunes con autoridades, partidos y agentes sociales. Se ha reunido con Urkullu -es la primera vez que lo hace con un lehendakari- y con representantes del PNV, PSE y la izquierda abertzale, así como con los sindicatos ELA, LAB, UGT y CCOO, la patronal Confebask y, por parte de la Iglesia vasca, con el vicario general de la Diócesis de Bilbao, Ángel María Unzueta, y el obispo emérito Juan María Uriarte, a título individual. Tras las citas bilaterales de los días anteriores, ayer mantuvieron en Bilbao una reunión conjunta en la que no estuvo el lehendakari.
Los verificadores han viajado a Euskadi en medio de los rumores de un inminente gesto de desarme parcial de ETA surgidos a raíz de la difusión de contactos entre dirigentes de la banda y mediadores en Oslo, y alimentados posteriormente por algunos dirigentes políticos, incluso del PP. Manikkalingam ni desmintió ni confirmó la existencia de los contactos ni su participación en los mismos, pero abogó por enfriar la expectativa del desarme inmediato.