Irekia no se va a cerrar, en contra de la opinión de una parte relevante del sector tecnológico y comunicativo vascos. ¿Por qué? Los nuevos responsables de comunicación del Gobierno vasco exponen tres motivos: el primero, que alguien dejó todo atado y bien atado, y la normativa protege a una herramienta que ha generado beneficios, sobre todo, para quienes la impulsaron. No obstante, tal vez una mayoría parlamentaria suficiente podría acabar con la sobreprotección (la han dotado de muchas atribuciones) de una marca, a la vez, sobrevalorada, pero a la vez es perfectamente entendible que en Lehendakaritza no quieran malgastar las balas de la geometría variable en un puñado de canales en Twitter.
El segundo, que fuera del sector y pese a aunque que algunos hemos advertido insistentemente de que se trataba de cartón-piedra, en el conjunto de la sociedad la marca ha penetrado, aunque vacía de contenido. La ciudadanía sabe que existe Irekia pero no sabe muy bien para qué sirve, y los nuevos responsables de la comunicación del Gobierno consideran este resultado una oportunidad.
Y el tercer motivo viene muy ligado al anterior: la penetración de la marca se ha logrado, sobre todo, gracias a una cantidad difícil de calcular (y eso que es "abierto") de dinero invertido en publicidad. Los creadores de Irekia solo han logrado dotar de valor a la herramienta a costa de su precio y, en parte por responsabilidad social, en parte por pudor, el equipo de comunicación de Urkullu no quiere tirar por el desagüe esos millones de euros de todos los vascos.
Pero Irekia sí puede y debe modificarse. Irekia ha suplantado a marcas como "Gobierno Vasco" o "Lehendakaritza", debilitando las dos mayores instituciones de Euskadi porque, para algunos, era preferible hablar de un tema de moda (el "open government") que hacer el enorme esfuerzo de seguir prestigiando dos órganos imprescindibles para hacer País. Sin embargo, el Gobierno vasco, lo hemos dicho muchas veces, necesita volver a la primera línea y necesita abrirse de verdad. Gráficamente: necesita músculo, y no el botox que le ofrecía Irekia. Los responsables de comunicación de Urkullu tienen que volver a conectar con la sociedad por medio de los periodistas y los colectivos, eslabones imprescindibles de una cadena insalvable que López e Irekia despreciaban. El Gobierno vasco tiene que volver a ser su propia voz en las redes sociales digitales, los medios de comunicación e incluso el Parlamento, donde ya no depende de un partido que le ate en corto y cuenta con el respaldo del grupo mayoritario.
El poeta libanés Kahlil Gibran avisaba de que "algunos oyen con las orejas, algunos con el estómago, algunos con el bolsillo y algunos no oyen en absoluto". Hasta ahora, en Irekia solo escuchaban a quienes les cantaban alabanzas, pero ha llegado el momento de que esto cambie.