Bilbao. Cuando Iñigo Urkullu juró su cargo de lehendakari bajo el Árbol de Gernika el pasado sábado, formalizó su renuncia a presidir el Euzkadi Buru Batzar del PNV, dada la incompatibilidad entre ambos cargos. Durante la semana escasa que ha transcurrido desde entonces, la Ejecutiva de los jeltzales ha funcionado sin un cabeza visible y sin portavoz transitorio, una figura que no tenían contemplado habilitar, y que tampoco se hará necesaria, dada la celeridad con la que cubrirán la vacante de su anterior presidente. En este sentido, la Asamblea Nacional decidió ayer decantarse por el procedimiento abreviado para escoger al relevo de Iñigo Urkullu. Supondrá que el nuevo líder de los jeltzales será designado de entre los actuales miembros del EBB, y que podrá tomar las riendas el próximo mes, frente a los plazos más dilatados del proceso ordinario, de contraste con las bases en doble vuelta y de 45 días de duración, que podría haber retrasado el relevo hasta finales de febrero.
La Asamblea Nacional Extraordinaria reunida ayer en Sabin Etxea desde las 19.30 horas y durante cuarenta minutos tenía como cometido dar cuenta de la vacante del presidente -fue trasladada in situ por el EBB-, y decantarse por el proceso a seguir para cubrir su puesto. Una vez adoptado el método abreviado, previsto en los reglamentos vigentes desde 1995, una próxima reunión del EBB, que las fuentes consultadas sitúan en el miércoles, pondrá fecha a una segunda asamblea, donde se debatirán las propuestas que se realicen por parte de los representantes jeltzales, y donde se someterán a votación esas candidaturas. En esa cita se escogerá al presidente -será designada la opción que cuente con mayor número de apoyos-, y se cerrará definitivamente el proceso para asumir la plaza.
Desde Sabin Etxea creen probable que ese cónclave se celebre el 12 de enero. Así, la sustitución de Urkullu se produciría tan solo un mes después de su investidura. Entre la reunión de ayer y la de enero, no obstante, el PNV abordará otros trámites, como la celebración de las asambleas territoriales que servirán para explicar las motivaciones que han conducido a asumir la vía abreviada, y para llevar a cabo el descargo de la gestión de las ejecutivas.
los motivos Una de las razones que han pesado para evitar el proceso más dilatado pasa por constatar que los miembros del EBB han sido refrendados hace tan solo once meses en la Asamblea General, un detalle que no sería anecdótico y que facilitaría la elección de un presidente de entre esos burukides, que gozarían de plena legitimidad. Además, las mismas fuentes apuntan a que, en la próxima asamblea, probablemente solo habrá un candidato, lo que deja entrever el clima de consenso que imperaría en el partido. De hecho, el PNV ha optado por un procedimiento que hubiera resultado poco recomendable en tiempos de agitación interna. Iñigo Urkullu se declaraba tranquilo recientemente al ser interrogado por el proceso interno del PNV, ya que percibía unida a la formación, y consideraba que podía afrontar la renovación de la presidencia sin sobresaltos.
El propio Urkullu acudió ayer a la Asamblea Nacional para pronunciar un breve discurso de diez minutos con el que agradeció a los presentes la confianza depositada en él hace un año, y con el que remarcó el "orgullo" que ha supuesto para él ocupar la máxima representación en el partido. Según ha podido saber DNA, el lehendakari no se refirió a su labor de gobierno ni a sus planes más inmediatos, y se centró en pedir a sus compañeros de filas que sigan "trabajando y defendiendo los intereses de Euskadi y el liderazgo político que en estos momentos corresponde al PNV".
Aunque la sustitución del presidente del EBB culmine en la segunda asamblea, el PNV podría verse abocado a abrir nuevos procesos internos para cubrir otras vacantes. En este sentido, y aunque no es estatutariamente incompatible que una misma persona presida simultáneamente el EBB y el Bizkai Buru Batzar, se da por sentado que, si finalmente fuera Andoni Ortuzar quien sustituyera a Urkullu al frente del partido, el PNV optaría por buscar un relevo al burukide vizcaino en el BBB. Ese proceso se intuye más largo, toda vez que podrían producirse más bajas que la de Ortuzar en la Ejecutiva de Bizkaia, como es el caso de la probable marcha de Gotzon Lobera para asumir tareas en el área de Política Lingüística del Ejecutivo de Urkullu.
Sin embargo, ese debate aún permanece cerrado, máxime cuando ni siquiera se ha decidido quién liderará el EBB. Lo único que se conoce hasta el momento es que, si verdaderamente hubiera que sustituir a Ortuzar, la Asamblea Territorial sería la encargada de abrir el proceso para su sustitución y de fijar un procedimiento, que previsiblemente sería el ordinario, aunque variaría en función de esas bajas a cubrir. También está claro, y así se apunta desde la afiliación vizcaina, que si la elección de Ortuzar fue fruto de acuerdos entre las principales familias de la afiliación en Bizkaia, lo mismo sucedería con su eventual sucesor.
Si Ortuzar fuera designado presidente del EBB y el PNV le buscara un relevo en el Bizkai Buru Batzar, ese nuevo líder vizcaino pasaría a engrosar las filas de la Ejecutiva nacional. Teniendo en cuenta que la marcha de Urkullu había dejado al EBB con un burukide menos, ese movimiento completaría el puzzle y zanjaría definitivamente los cambios en el Euzkadi Buru Batzar para los próximos años.
sin más movimientos Por lo tanto, el balance final de los cambios en el partido arrojaría un único burukide nuevo en el EBB. Los movimientos en la Ejecutiva nacional serían, así, mínimos, por expresa decisión del propio partido y de Iñigo Urkullu. En este sentido, cuando el jeltzale fue designado candidato a lehendakari, la formación llegó a la conclusión de que esa decisión en sí misma suponía un cambio de primer orden, en tanto en cuanto implicaba desgajar de la Ejecutiva jeltzale a su presidente, cuando no había pasado un año desde su reelección.
Por ello, se convino en que la decisión más adecuada pasaría por dejar a los restantes burukides del Euzkadi Buru Batzar fuera de las quinielas para formar parte del nuevo gobierno, ya que su mudanza a Lakua hubiera supuesto desvalijar al máximo órgano del partido pocos meses después de su renovación.