Bilbao. Todas las etapas de la vida encierran sus misterios. Entrañables, contemplados con el paso de los años, los de la niñez. ¿Cómo y por dónde entrarán todos los que salen en la tele? Y venga a mirar y remirar la parte trasera del aparato, donde resultaba imposible dar con la puerta. O cómo demonios metían la mina en el lápiz. Todavía hoy algo inexplicable. Más dulce, el misterio del algodón de azúcar, esa especie de peluca rosa que vendían con un palo y se comía a jirones. Increíble contemplar cómo el feriante acercaba el palo al aparato y, zas, se formaba esa especie de tela de araña de comer. Cuánta vida dan los misterios. Hasta han inspirado una serie televisiva: Los misterios de Laura.
Otra Laura, Mintegi, la candidata a lehendakari de EH Bildu, dejó su misterio un día en este grupo editorial. El día que no dijo la verdad. El porqué todavía hoy es un misterio. El sucedido es breve. Aquella tarde llegó un soplo a esta casa. Alguien que suele estar muy bien informado aseguraba que Laura Mintegi sería la candidata de EH Bildu. Habían sonado muchos nombres, producto, argumentaron sus rivales políticos entonces, de las muchas negativas que cosecharon sus ofrecimientos. Parecía otro globo sonda más. Pero como algún día tenía que sonar la flauta, un periodista de esta casa hizo su trabajo. Cogió el teléfono y llamó a Mintegi. Tras saludarla y agradecerle su atención le preguntó (en euskera) lo que debía preguntarle: ¿Es cierto que usted será la candidata de EH Bildu? La candidata lo negó. “¿Y eso dicen, eh?”. “¿Y también dices que lo han anunciado en Onda Vasca?”. Qué hora es, manzanas traigo. El periódico se fió de la palabra de Mintegi, perdió una buena primicia pero durmió con la conciencia tranquila por actuar como debía. Pocos días después, los altavoces de conveniencia emitieron la noticia, ya con el sello de oficial. Desde ese día, la credibilidad de Mintegi quedó seriamente tocada. Al menos en esta casa, que no tiene más elementos de juicio, ni menos, que el comentado.
Los años curan el espanto y nadie se hizo mala sangre. Una más de ese mundo. Otra más que sumar a la negativa sistemática a conceder entrevistas de quienes verdaderamente mandan o al boicot publicitario de la Diputación Foral de Gipuzkoa -con un periodista al frente- a los medios del Grupo Noticias. Quizá vendría a cuento ahora rescatar aquellas demandas de Egin al Departamento de Interior por lo mismo, y que ganaron en tribunales. O establecer curiosas similitudes entre la rapidez de socialistas y radicales en tirar de boicot a quien no baila su música. Pues dicho queda.
El caso es que Mintegi, la misma que no dijo la verdad, se indignó mucho cuando este medio publicó el borrador de su coalición sobre política lingüística. “Herria da gorputza, hizkuntza bihotza”, se titulaba. En él figuraba negro sobre blanco, hasta en cuatro ocasiones y sin margen a la interpretación, la apuesta de su coalición por el conocimiento obligatorio de la lengua vasca en todos los territorios. Unas líneas más abajo, aludía al papel fundamental de EITB en la misión, cuyos medios de comunicación debían cumplir el objetivo estratégico de impulsar el euskera y normalizarlo. “Por ello -afirmaba de forma textual el documento- no habrá emisiones de televisión y radio en castellano”. Textual. (“EITB taldeko komunikabideek oinarri moduan euskara eta euskararen normalizazioa izan behar dute ardatz, euskara bultzatu eta normaltzeko helburu estrategikoa bete behar dute. Horrenbestez, erdarazko irrati-telebistarik ez da izango”). Los únicos medios públicos que emiten en castellano son ETB-2 y Radio Euskadi (Radio Vitoria incluida).
Al día siguiente, cuando reivindicaron el espíritu del lehendakari Agirre y otro periodista de este grupo le cuestionó por el asunto -también en euskera-, la candidata que no iba ser candidata pidió que no se hicieran interpretaciones tendenciosas y maliciosas y que los medios se atuvieran a la literalidad de los textos. La interpretación de este medio fue explicar que los únicos medios públicos vascos que emiten en castellano son ETB-2 y Radio Euskadi. ¿Mucho interpretar? Semanas más tarde, en el programa Euskadi Pregunta, emitido el canal que su coalición quería cerrar, cuando una ciudadana le preguntó por la cuestión, que tiene tela, volvió a intentar echar la culpa al mensajero. “Es que yo no he dicho eso” (este diario en ningún momento atribuyó el documento a Mintegi, sino a la coalición de la que es candidata, aunque no iba a serlo). E insistió en el peligro que tienen los medios de comunicación y en su maliciosa deriva. Aquí, como en otras páginas de otras cabeceras, nadie da puntada sin hilo. Cada uno mira la realidad en función de unos intereses determinados y desde un punto de vista propio. Admitido eso, lo que no cuela es el recurso fácil de abroncar al gacetero o boicotearle publicitariamente. La credibilidad también se vota en estas elecciones.
De vuelta al principio, a los misterios, la imagen del algodón de azúcar a uno le recuerda mucho a EH Bildu, la coalición cuyo objetivo principal parece ser encerrar en el baúl del olvido su pasado para no dar miedo a los votantes. La técnica del algodón ha avanzado desde entonces y hoy es posible colorearlo al gusto. Bastan unas gotas de colorante para convertirlo en verde, que lo ecológico está muy de moda, para que sea rojo, color alegre y combativo, o morado, tonalidad muy ligada a la mujer. El algodón sigue siendo dulzón, demasiado dulzón, pero sirve de anzuelo. Lo que no cambia es lo que esconde el color y el dulzor artificial del azúcar: el palo. Puro y duro.