Washington. Dicen los veteranos en lides electorales estadounidenses que los debates de los vicepresidentes logran, como mucho, victorias efímeras. Pero por muy corto que sea el respiro, el que le propinó a los demócratas el cara a cara entre el vicepresidente Joe Biden y el republicano Paul Ryan la noche del jueves podría haber logrado al menos un objetivo: volver a poner la estrategia ofensiva en manos de los electores demócratas.

Un Biden "agresivo" dirigió una "pelea de puños retórica" en la que ambos candidatos "se lanzaron a la yugular" del rival, consideró The Washington Post en su primera valoración tras los 90 minutos de duelo en Kentucky. Y eso era lo que necesitaba el bando de Barack Obama, recuperar algo el "terreno perdido", como llegó a ironizar el propio Ryan cuando Biden siguió interrumpiéndolo sin parar y acorralándolo retóricamente, en referencia a la pobre actuación del mandatario demócrata en su propio duelo una semana antes contra Mitt Romney.

parar la caída Al menos lo suficiente para que la fórmula Obama-Biden no siga cayendo en las encuestas, como lo ha hecho en los últimos días, antes del próximo debate presidencial, el martes 16. "Biden tenía que tranquilizar (a los demócratas), revivirlos y proyectar la suficiente energía como para poner freno a la idea de que la fórmula republicana está en alza y la demócrata por los suelos", valoró The New York Times en una columna. "Es incuestionable que Biden tuvo éxito", coincidía el Post en otro artículo de opinión con el claro título: "Biden hizo su trabajo". El vicepresidente "tenía una tarea simple: detener el sangrado. Animar a las tropas. Hacer sentir a todos esos demócratas que han estado luchando por la campaña de Obama que la campaña de Obama también lucha por ellos". "Así que Biden salió en busca de pelea. E hizo todo lo que los demócratas deseaban que Obama hubiera hecho una semana atrás", consideró el rotativo. Es decir: empezar por no dejarse acorralar y defender las políticas estrella del gobierno de Obama, especialmente la reforma sanitaria; continuar presentándose como el paladín de la clase media frente a un bando republicano de los "ricos" y acabar contraatacando mediante el aprovechamiento de meteduras de pata del rival Romney como la filtración de sus palabras despectivas respecto del "47%" de los votantes, tal como hizo Biden puntualmente el jueves.

A menos de un mes de la cita en las urnas, el 6 de noviembre, cada día cuenta, y el bando demócrata ha perdido un tiempo invaluable con la pobre actuación de Obama en su primer debate con Romney. Una cita en horario estelar estadounidense y seguida por millones de espectadores, muchos de los cuales pueden decidir su voto a última hora en función de su impresión de los candidatos. Y la que dio Obama una semana atrás fue, simple y llanamente, mala, como reconocen aunque a regañadientes los propios demócratas. De ahí la importancia que adquirió de pronto el duelo Biden-Ryan.