CIUDAD DEL VATICANO. Gabriele, de 46 años, fue interrogado hoy en la segunda audiencia del juicio que se sigue contra él en el Vaticano, en la que también prestó declaración el secretario particular de Benedicto XVI, Georg Gänswein, quien dijo que nunca sospechó del mayordomo hasta ver publicado el 19 de mayo en el libro "Sua Santita" documentos que nunca habían salido de su despacho.

"De la acusación de robo con agravantes me declaro inocente, aunque me siento culpable de haber traicionado la confianza que había puesto en mi el Santo Padre", del que sentía un amor como el que siente un hijo, afirmó Gabriele.

No obstante, el exmayordomo justificó su acción señalando que el papa tenía que saber lo que ocurría en el Vaticano.

Durante la audiencia, el Promotor de Justicia (Fiscal) del Vaticano, Nicola Piccardi, anunció, por orden del presidente, Giuseppe della Torre, una investigación para analizar las condiciones carcelarias del detenido, ya que el imputado asegura que paso el primer día en una celda que no cumplía las condiciones necesarias, hasta el punto de que no podía ni estirar los brazos de lo pequeña que era.

También afirmó que sufrió presiones psicológicas, ya que -dijo- durante la primera noche se le impidió usar la almohada, y que durante veinte días tuvo encendida la luz las 24 horas del día.

En la audiencia de hoy, que duró tres horas, fue interrogada también Cristina Cernetti, una de las laicas que forman parte de la llamada "Familia Pontificia", que cuida el apartamento papal, y los gendarmes vaticanos Gianluca Gauzzi Brocoletti, Giuseppe Pesce y Costanzo Alessandrini, que participaron en el registro del domicilio de Gabriele y en su posterior detención.

En el domicilio encontraron miles de documentos, muchos de ellos originales, procedentes del despacho del secretario del papa, así como el cheque por valor de 100.000 euros donado al papa por la Universidad Católica de Murcia (España), una supuesta pepita de oro y un ejemplar de la Eneida de 1512, que Gabriele insistió en que no sabía cómo habían sido encontradas en su domicilio.

Gabriele, conocido como "Paoletto", acudió al juicio impecablemente vestido con un traje gris, camisa blanca y una corbata gris oscura. Al principio se le vio masticar caramelos y dio la impresión de cansancio.

Aseguró que desde hacia tiempo recogía documentos del despacho del secretario del papa y los fotocopiaba, pero que su intención en un principio no era la de filtrarlos para que se publicaran en un libro, como al final ocurrió.

Manifestó que la situación de "desconcierto" que veía en el Vaticano fue la que le llevó a reunir documentos, de los que hizo fotocopias.

"No era tan iluso como para no saber que pagaría las consecuencias, pero no me considero el único que ha pasado documentos (sobre el Vaticano) a la prensa", dijo a preguntas del fiscal.

Insistió en que no recibió dinero alguno por pasar los documentos e insistió en que no tuvo cómplices. "Es difícil encontrar una razón para un hecho irracional como me ha sucedido a mi", aseguró.