Vitoria. La amenaza del desahucio ya no es exclusiva de las personas. El mundo, el planeta, la Tierra que habitan siete mil millones de seres humanos, está en jaque; a punto de perder la partida iniciada hace ya 4.600 millones de años y de adentrarse sin remedio en una nueva era geológica marcada, precisamente, por la acción humana. De hecho, sería necesario asaltar y saquear los recursos de otro globo terráqueo idéntico al presente para poder mantener el nivel actual de consumo. "Estamos viviendo como si tuviéramos un planeta extra a nuestra disposición. Y a menos que cambiemos de rumbo esa cifra crecerá muy rápido: en 2030, incluso dos planetas no serán suficientes", describía Jim Leape, director general de WWF (World Wide Fund for Nature) en su último informe.

No en vano, la demanda de recursos naturales por parte de las sociedades modernas se ha duplicado desde 1966, lo que ha provocado que en la actualidad el mundo necesite año y medio para regenerar lo consumido en doce meses y absorber el CO2 producido en ese mismo periodo. "Estamos usando un cincuenta por ciento más de recursos de los que el planeta puede ofrecer. Tenemos la capacidad de ofrecer agua, comida y energía a los nueve mil o diez mil millones de personas que vivirán en la Tierra en 2050, pero solamente si todos, gobiernos, empresas, y ciudadanos modificamos nuestro comportamiento", advertía Leape.

Y es que, el reloj biológico del planeta apura sus desconocidas horas futuras. Más aún a sabiendas de que los ritmos de consumo humano e industrial y de degradación de los ecosistemas son mayores cada vez. En los últimos cuarenta años la biodiversidad en el planeta se ha reducido un 30% en términos globales. La salud y la supervivencia de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces está, pues, en entredicho debido a la contaminación, la deforestación, el crecimiento de los núcleos humanos y la consiguiente invasión de espacios y hábitats naturales, y la caza furtiva o capturas descontroladas que han puesto en serio riesgo la subsistencia de animales como el atún rojo o los tigres, por ejemplo.

Denuncia el informe Planeta Vivo 2012 que esta tendencia a la baja es apreciable en los ecosistemas terrestres, de agua dulce y marinos "pero es mayor para las especies dulceacuícolas, cuyas poblaciones muestran una disminución media del 37%. El índice tropical de agua dulce ha descendido incluso de forma más precipitada, un 70%", concluye. Asimismo, la huella ecológica muestra una tendencia al alza continuada por el consumo excesivo; un hecho que provoca que la Tierra tarde año y medio en renovar los recursos que utiliza la gente y en tragarse el CO2 que producen ese mismo año. Pero, ¿cómo es posible que esta situación ocurra desde hace décadas sin que la Tierra haya explotado aún?, se preguntan en el documento elaborado por WWF.

Pues de la misma forma que una persona puede retirar dinero de una cuenta bancaria antes de esperar a los intereses que genera ese dinero, los recursos renovables pueden ser recolectados más rápido de lo que pueden regenerarse. Pero igual que el descubierto en una cuenta bancaria, los recursos al final se agotarán. "Ahora es frecuente que la gente cambie de fuente de recursos cuando pasa esto; sin embargo, con las actuales tasas de consumo, estas fuentes dejarán también de dar recursos y algunos ecosistemas se colapsarán antes incluso de que se terminen completamente", resumían los expertos.

Biodiversidad y estrés De hecho, las consecuencias del exceso de gases de efecto invernadero que no pueden ser absorbidos por la vegetación se están notando ya, con los aumentos de los niveles de CO2 atmosférico que provoca un aumento de las temperaturas globales, cambio climático y acidificación de los océanos. Estos impactos provocan a su vez un estrés sobre la biodiversidad y los ecosistemas y sobre los propios recursos de los que depende la gente, retrataban desde World Wide Fund for Nature. "Si continuamos con el actual modelo de gestión habrá consecuencias graves y potencialmente catastróficas. En especial, el aumento continuado de las emisiones de gases de efecto invernadero comprometerá irreversiblemente al mundo a un aumento de la temperatura media global de más de dos grados centígrados, que perturbará gravemente el funcionamiento de casi todos los ecosistemas globales y afectará de forma dramática al desarrollo y bienestar humanos", alertaban.

A esa estremecedora huella ecológica habría que añadir otra cicatriz estampada por el ser humano en el planeta azul, aquella que tiene que ver con el volumen de agua dulce utilizada directa o indirectamente para producir bienes y servicios. Es lo que los científicos y estudiosos denominan huella hídrica y sobre la que también están llamando la atención desde hace varias décadas ya que los usos conocidos y los abusos ignorados de este preciado líquido están vaciando las cuencas de los ríos. Y es que, la cantidad consumida de agua virtual (aquella que nos comemos o con la que nos vestimos, por ejemplo) alcanza unas cifras esperpénticas: para producir una taza de café se necesitan 140 litros de agua; para un kilogramo de carne de ternera 15.400 litros; la fabricación de una camiseta de algodón requiere de 4.100 litros de agua; y la huella hídrica de una hamburguesa es de 2.400 litros de agua...

Algunos estudios científicos estiman que cada persona gasta de media entre 2.000 y 5.000 litros de esa agua virtual por día. Esto hace necesario que los ciudadanos tengan claro la "insostenibilidad" de una población que aspira a consumir más agua de la que existe.

Guerras por el agua No en vano, solo el 2,5% del agua que colorea de azul la Tierra no es salada; y el 70% de ella se encuentra en forma de hielo y nieve en las regiones montañosas, el Ártico y la Antártida. Se calcula que una tercera parte de la población mundial, unos 2.700 millones de personas viven ya en zonas que experimentarán una escasez severa de agua durante al menos un mes al año. Y para el año 2020, según la ONU, el agua escaseará para más de 250 millones de personas en todo el mundo y, de darse esta situación, los conflictos no serán por petróleo, sino por el líquido elemento.

La asesora científica principal de la Comisión Europea Anne Glover, insistía en esta lamentación a nivel planetario en una entrevista concedida recientemente a DNA. A su entender, es necesario repensar el modo de empleo de los recursos agotables. "Tenemos que consumir y utilizar menos, tenemos que ser más innovadores, más imaginativos,… Sabemos que no podemos seguir obrando de la manera que lo estamos haciendo ahora en materia de consumo". Así, recordaba que únicamente la gravedad y el sol son, por el momento, los dos únicos elementos inmortales que acompañan a la tierra desde sus orígenes.

"La ciencia ha descrito los retos a los que nos enfrentamos pero también nos ha proporcionado soluciones potenciales. Depende de las sociedades decidir qué es lo que tienen que hacer con esa información y ese conocimiento. Podemos ignorarlo y hacer como que no sucede nada pero ese camino lleva al desastre; en vez de eso podríamos pensar por ejemplo qué tipos de mecanismos imaginativos podríamos emplear para consumir menos o para usar las cosas de forma distinta,…", zanjaba.

Desde WWF aseguran que el desafío global es tan trascendental "que no podemos dejar el cambio sólo a los individuos; los gobiernos tienen que actuar y el momento es ahora". Y para modificar los modelos de consumo presentes y reducir su impacto sobre la Tierra intensifican sus llamadas a unos y a otros para sustituir los combustibles fósiles por las energías renovables, establecer unas técnicas de regadío más inteligentes, utilizar mejores semillas y técnicas de cultivo, producir de una forma más eficiente, adquirir productos que hayan sido fabricados o creados de una manera sostenible y cambiar las dietas disminuyendo el consumo de carne, principalmente en los países ricos.

"Las emisiones de carbono durante este siglo serán principalmente las que determinen la magnitud de los impactos finales y si el Antropoceno es un pequeño cambio a corto plazo del clima actual o una desviación extrema de dure miles de años", concluía hace ya un año un grupo de expertos. El último gran cambio se produjo hace 14.000 años, cuando el 30% de la superficie terrestre perdió la capa de hielo que la cubrió durante el último periodo glacial, que se prolongó durante unos 100.000 años.

Huella ecológica (número de planetas Tierra)

Hectáreas globales per capita

l Huella Ecológica por componente, 1961-2008

El componente más importante de la Huella Ecológica es la huella de carbono (55%). A escala nacional la huella de carbono representa más de la mitad de la Huella Ecológica en la cuarta parte de los países analizados. Es el componente más importante en casi la mitad de los países analizados (Red de la Huella Global, 2011).

l Tendencias de la Huella Ecológica y la biocapacidad por persona entre 1961 y 2008 El descenso de la biodiversidad por persona se debe principalmente al aumento de la población. Cada vez hay más personas que tienen que compartir los recursos de la Tierra. El aumento de la productividad de la Tierra no es suficiente para compensar las demandas de esta población creciente (Red de la Huella Global, 2011).